Pinejás: Rompiendo Límite

Nuestra parashá nos presenta a un verdadero héroe.

“Y habló Di´s a Moshé, diciendo: Pinejás hijo de Eläzar hijo de Aharón HaCohén, hizo retornar mi furia de sobre los hijos de Israel, al haber vengado Mi celo dentro de ellos, y (de esta manera) no aniquilé a los hijos de Israel con Mi enojo”.

Israel enfrentó en esta ocasión, una de las más difíciles pruebas de su vida.


Cayeron en el grave error de las relaciones prohibidas, las cuales los llevaron, inclusive, a practicar la idolatría. Di´s da la orden a Moshé de aniquilar a todo aquel que se dejó llevar por ese pecado.

Mientras se ejecutaba la sentencia, el príncipe de la tribu de Shimön, Zimri ben Salú, tomó a la princesa de Midián, Kosbí bat Tzur, frente a los ojos de todo el pueblo, acción que logró confundir a los hijos de Israel, pues pensaron que, si bien la idolatría es un pecado inconcebible, las relaciones prohibidas y la mezcla con mujeres ajenas a la tradición, podrían ser permitidas. De esta manera, la epidemia que había comenzado al principio, no logró detenerse por medio de la ejecución de los transgresores. El desconcierto reinó en todo el campamento, y nadie sabía exactamente qué hacer; ni siquiera Moshé o Aharón.

Pinejás se dio cuenta que debía tomarse una acción inmediata. Recordó que en estos casos, cuando un Israel tiene relaciones con una gentil, es permitido ejecutarlo sin previo aviso o intervención de una corte jurídica. De esta manera actuó de manera ágil y precisa, acabando así con la epidemia que diezmaba a la congregación de Israel.

Él era uno más del Kahal, no sobresalía de la multitud, ni llamaba la atención. Prueba de ello es que logró evadir la vigilancia de la carpa del príncipe de la tribu de Shimön, pues nadie sospechaba que él pudiera perpetrar semejante acto de arrojo y valor.

Y ciertamente, la Toráh misma, analizada por nuestros sabios, nos revela que nuestro valiente personaje contaba con profundas y elevadas cualidades personales que le dieron el impulso necesario para concretar lo que fue después, la gran salvación del pueblo de Israel.

Así explica Rashí:

“¿Por qué la Toráh tuvo que mencionar que era descendiente de Aharón a Cohén?

Sino para demostrar que ese acto violento y “desalmado” en realidad provenían de una fuente de humanismo y piedad. Justo como la de su abuelo, Aharón Ha Cohén”.

De esta manera el texto de la Toráh nos pone al tanto de los ingredientes básicos que debe tener la persona que quiere hacer algo verdaderamente grande por los demás.

Sin embargo, el texto mismo agrega un elemento fundamental, planteado de forma clara en el tema de los korbanot (sacrificios), mencionados a continuación en la parashá.

Después de relatarnos sobre el conteo de Israel y la repartición de las tierras, la parashá señala la obligación de traer sacrificios a Di´s. Y, en realidad, es curioso que los mencione justamente en esta ocasión, pues ya al principio del libro VaYikrá la Toráh se explayó definiendo esos preceptos.

Por esa razón, es posible explicar que el componente principal que consiguió detonar la acción de Pinejás, y la que debe prevalecer durante el proceso de los sacrificios, es el ardiente deseo de salir de sus propios límites. De no asumir la realidad como una sólida barrea imposible de franquear.

Pinejás empleó sus más enaltecidas cualidades para salvar la vida de todo el pueblo. Su acción se elevó por sobre la realidad existente, y trascendió más allá del límite temporal, como los mismos sacrificios nos lo recuerdan. Pues por medio de ellos reconocemos que nuestra realidad no es limitada, y podemos usarla para trascender y alcanzar con ella a nuestro Creador.

Así, cada uno de nosotros, por medio de sus cualidades personales, de sus capacidades físicas y mentales, puede hacer que cada día se convierta en una oportunidad para crecer. Podría, inclusive, transformar el medio que lo rodea ayudando a los demás, creando así un núcleo familiar y social fuerte y firme en Toráh y temor a Di´s.

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