Pinjás: Visión Inspiradora

“Y dijo Dios a Moshé: Sube al Monte Äbarím este, y observa la tierra que entregué a los hijos de Israel. Y la verás y te reunirás a tu pueblo (morirás), también tú, como se reunió Aharón tu hermano”(27/12-13)

A pesar de contar todavía con tiempo antes de morir, pues restaba aún pelear contra Midián, Dios le ordena a Moshé realizar la última acción que hará en su vida: Observar la bendita tierra de Israel.

Explica Rabí Jayím Dov Rabinovitz, ZT”L, en su libro “Daät Sofrim”: “Según como se expresa la Toráh, se entiende que fue ordenado a subir a ese monte en ese mismo momento, a pesar de tener todavía muchas acciones por realizar, como guerrear contra Midián, y entregar el último libro de la Toráh; Debarím – el Mishné Toráh.


Al observar la continuación del texto, es claro que no le fue ordenado ver la tierra una sola vez, sino, en múltiples ocasiones. Es decir, que a partir de ese momento subirá ocasionalmente al monte Äbarím, y contemplará la tierra.

El placer de ver, es parte esencial de la vida. Y aún cuando no se le concedió a Moshé la oportunidad de vivir dentro de la Tierra Prometida, y ver la bondad que recibiría el pueblo de Israel de manera activa, de cualquier manera se le dijo mirar esa bondad de lejos. Asimismo, esta visión sobre la tierra fungió como fuente de inspiración para Moshé, para entregar el libro Debarim, que no es, sino, un libro de amonestaciones, para enderezar la vida de la congregación judía en un futuro, y la preparación para la estadía en su hogar patrimonial.”

Nosotros hemos sido “visionarios” desde nuestros inicios.

Abraham Avinu llegó a ser lo que fue, gracias a su capacidad de ver el mundo desde una perspectiva distinta a lo habitual.

Él contemplaba el mundo y todo lo que le ofrecía, y se maravillaba de la sabiduría invertida en él. No aceptaba la idea de considerar al mundo como un ente imperecedero, sin principio ni final. Las pruebas visibles le obligaban a buscar más allá de lo evidente… y así encontró al Creador del universo.

Más tarde, Dios también le pidió que contemplara las estrellas, y que intentara contarlas, y después lo bendijo: “Así será tu simiente”

De manera simple se entiende que su descendencia será múltiple e incontable, como las estrellas del firmamento. Sin embargo, es posible captar una modalidad extra en dicha berajá.

Dios le dice: “Así será tu simiente”. Como tú. Pues serán personas que constantemente escudriñarán el mundo, serán curiosos, y lo transformarán. Pero, más aún, ya que ellos elevarán su vista a las alturas y buscarán llegar más arriba del terreno físico-material. Indagarán sobre el sentido de la vida.

Asombrarse por la belleza del mundo, no es una gran ciencia. ¿Cuántos artistas no encontraron en la naturaleza su más grande fuente de inspiración?

Sin embargo, no llevaron hasta las últimas consecuencias esa contemplación y admiración. Únicamente los condujo a plasmar esa realidad sobre un lienzo, o escrito, sin tomarlos como apoyo para conocer – y reconocer – a su Creador.

Dios ordenó a Moshé contemplar la tierra de Israel – que nunca iba a pisar – y recibir así suficiente inspiración para dar el último impulso de conducción al pueblo hebreo, el cual le sería vital a lo largo de su estadía en su tierra y en la diáspora.

El Mishné Toráh es un resumen de todas las leyes recibidas en Sinai, y el más excelso libro de ética y moral jamás escrito, y surgió a raíz de la visión que tuvo Moshé Rabenu de su amada tierra. Pues él no buscaba deleitarse contemplando su belleza, sino procuró ver de qué manera debía gestarse la relación del pueblo con su tierra, y los fundamentos morales que debían ser plasmados en ella.

Esa es la visión inspiradora que todos debemos ambicionar. Pues solo con un enfoque certero de la realidad, y revelando cuáles son nuestras necesidades espirituales, es que podremos apegarnos a Dios de todo corazón.

Shabat Shalom

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