Dicen nuestros sabios (Talmud Yerushalmi de Meguilá) que la única festividad que prevalecerá al final de los tiempos es Purim, y el único libro que tendrá vigencia en esa época, a excepción de los Cinco Libros de La Toráh, será el Libro de Esther ¿Por qué?
La ley (Shulján Äruj – Oraj Jayim 690/16) nos exige decir después de la lectura de la Meguilá: “Maldito Hamán, bendito Mordejai, maldita Zeresh (mujer de Hamán) bendita Esther, malditos todos los malvados, benditos todos los justos, y también se recuerde a Jarboná para bien”.
Es decir, debemos tener plena conciencia del resultado final de la historia, y de cómo Dios ajustó las cuentas, pagando un buen comportamiento con bendición y salvación, y castigando, y llevando a la perdición, a quien atenta contra la verdad y la justicia.
Figura en la ley que cada uno tiene que beber hasta que no pueda diferenciar entre: Maldito Hamán y bendito Mordejai.
¡Aparentemente esta ley nos exige embriagarnos al punto de no estar conscientes del mensaje que esta historia transmite!
¿Acaso la ley se contradice?
Explica Rabí Jayím Fridlander ZT”L que en realidad estas dos formas de comportamiento convergen en un solo punto, siendo éste el verdadero objetivo de Purim, como se explicará a continuación.
El Gaón – Rabí Eliyahu – de Vilna explica que la ley mencionada nos obliga a beber hasta no poder diferenciar entre cómo Dios se vengó de Hamán, y la grandeza con la cual laureó a Mordejai.
Estas dos grandes victorias obtenidas en Purim, nos muestran, por un lado, la conducción severa y rígida de Dios frente a quienes la soberbia y la maldad los empuja a enfrentarse a Él. Y por otro, nos muestra el éxito de la integridad y la perseverancia en pro de los valores humanos y de la fidelidad a la causa del Todopoderoso, pues el nombre de Mordejai, y de los judíos, se elevaron por encima de nuestros enemigos.
Estas dos maneras de conducción del mundo parecen categóricamente opuestas, ya que una de ellas nos muestra la mano benevolente de Dios, y la otra el castigo severo – aparentemente – falto de piedad y misericordia.
En realidad – explica Rabí Jayim – esta imagen se nos puede plantear únicamente en nuestra realidad, donde los márgenes de lo bueno y lo malo están distorsionados. Solamente en el futuro por venir, época donde reinará la claridad, y la verdad prevalecerá como valor absoluto, lograremos contemplar que lo acaecido a lo largo de la historia, procedía en realidad del mismo origen: La Bondad Absoluta.
La Historia de Esther es un modelo a escala de lo que será la revelación de esa verdad en la era mesiánica, pues en ella se refleja de qué manera Dios hace uso de todo el mal existente en favor de Israel. Pues cada detalle – por ejemplo la fecha de la aniquilación total (J”V), y el gran puntal donde debía ser colgado Mordejai – se invirtió en contra de nuestros enemigos, dando paso a una de las festividades donde más se ve brotar la alegría. Todo ello con el fin de revelar la Unicidad de Dios en Su mundo.
Y esa es justamente lo que la ley nos exige al obligarnos a beber hasta llegar a confundir maldito Hamán con bendito Mordejai, es decir llegar a un punto, en alegría y armonía con Nuestro Creador, donde no podamos distinguir entre Su conducción estricta y severa del mundo, y la conducción amena y benevolente, pues todo parte de Su infinito altruismo, y caridad sin par.
Que esta alegría nos traslade a saborear un poco del mundo verdadero, donde no existen diferencias, sino, únicamente, la bondad revelada del Creador del Universo.
Shabat Shalom y Purím Sameaj