Al hacer un recuento de las 613 leyes de la Toráh, con seguridad más de uno se pregunta por qué existen mitzvoth que cualquiera concluiría utilizando su simple lógica humana, como “no asesinar” o “no robar”. Preceptos que hasta en las sociedades menos civilizadas es clara su prohibición, pues ellas mantienen el orden social.
Esta pregunta es plenamente respondida en la parashá que se lee esta semana de manera agregada; Parashat Pará – el capítulo de la famosa vaca roja.
En ella la Toráh nos indica el proceso de purificación de quien se haya impurificado por entrar en contacto con un muerto. Impureza considerada como la más grave de todas.
Primeramente se necesita una vaca cien por ciento roja (nacida en Israel). No debe haber sido utilizada para trabajar, y no puede tener un solo defecto. Después de practicarle la shejitá (matanza de acuerdo a la ley) se la quema. Las cenizas se mezclan con agua purificada, y se salpican sobre la persona, retirando así su impureza, permitiéndole el acceso a la zona del Bet HaMikdash, y demás actividades que exigen absoluta pureza.
Todo ello debía ser realizado por un cohén puro, quien – por muy absurdo que parezca – se impurificaba después de concluir dicho proceso.
Este es el gran enigma de la vaca roja. Pues, si a quien le salpicaban unas gotitas de estas cenizas lograba purificarse de la más grave de las impurezas, aquel que las preparaba debería preservar su pureza con mayor razón ¿No?
Este misterio ni siquiera Shlomó HaMelej (el más sabio de la humanidad) consiguió descifrar.
En realidad, si ponemos atención en esta porción de la Toráh, caeremos en cuenta que ésta es solamente una señal para todos los demás preceptos, pues la Toráh abre el tema con las siguientes palabras: “Esta es la Toráh; cuando un hombre muera dentro de una carpa…” Pues la Toráh, en vez de referirse específicamente a la ley de la vaca roja, pudiendo decir: “Esta es la ley de la vaca roja…”, utilizó el término “Toráh” de manera general, haciendo alusión a las demás leyes.
Esto nos hace concluir que, en realidad, todas las mitzvoth se encuentran muy por encima de nuestro entendimiento, inclusive las más “lógicas” como asesinar o cometer adulterio. Pues, es de amplio conocimiento que se han perpetrado matanzas o robos, en nombre de ideologías humanísticas, y a favor del “bien” social.
La vaca roja nos recuerda que la humanidad necesita una ley reguladora que se encuentre muy por encima del su entendimiento, pues solamente así el mundo podrá tener la posibilidad de aspirar a paz y armonía, verdaderamente perfectas.
Shabat Shalom