Shofetím: De Reyes

Las leyes correspondientes a los reyes de Israel, mencionadas en nuestra parashá, son unas de tantas que pudieron cumplirse en, relativamente, corto tiempo. La mayor parte de nuestra historia transcurrió sin la presencia de monarcas.

Por esta razón es preciso entender qué enseñanza procura transmitirnos la Toráh al mencionar estos preceptos, y si son relevantes aún en nuestra época de exilio.

En primer lugar, cabe notar que la Toráh nos comunica que es una “obligación opcional” el hecho de elegir un rey que gobierne sobre nosotros. No es una situación óptima, como explícitamente lo dice la Toráh: “Cuando llegares a la tierra que El Eterno, tu Di’s, te da… y digas: Pondré sobre mí un rey, como los pueblos gentiles de mi derredor.” (17,14)


La Toráh accede a las peticiones del pueblo, pero bajo ciertas condiciones: El rey deberá pertenecer al pueblo judío (de madre judía). Solamente será aquel que Di´s designe. No podrá tener demasiados caballos, para no hacer retornar al pueblo de Israel a Egipto. No podrá tener muchas mujeres, para que no desvíen su corazón de las leyes Divinas.

“Y será cuando se siente sobre el trono, escribirá para sí mismo dos Sifré Toráh, frente a los cohaním leviyím. Y (uno de ellos) quedará constantemente con él, y leerá de él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a El Eterno, su Di´s, a cuidar todas las palabras de esta Toráh, y estos preceptos, para consumarlos.” (17, 18-19)

Deberá guarecerse también de no vanagloriarse del poder que tiene, para así conservar su reinado por muchas generaciones.

El Kelí Yakar, ZT”L, hace la siguiente acotación: “Rashí menciona que, si el rey llegase a cumplir lo mencionado, entonces su reinado perdurará.

Una alusión de ello figura en la palabra Kisé (trono) compuesta por las letras Kaf, Samajh y Alef. Cada una de ellas apuntando a un peligro del cual deberá cuidarse.

Kaf: Kessef. No poseer demasiado dinero.

Samajh:   Susím.  Tener los caballos necesarios y nada más.

Alef: Ishá. No podrá casarse con muchas mujeres.

Si se cuida de ellos, tendrá el mérito de “sentarse” sobre el trono de Di´s. Así como el texto habla de Shelomó: “Y se asentó Shelomó sobre el Trono de Di´s.”

Por esta razón el rey deberá cuidarse de aquello que le haga desviar su corazón del Todopoderoso, y lo distancien de Él.

Mucho dinero le hará olvidarse de Di´s. Como fue mencionado unos versículos atrás: “Y plata y oro abundará en ti… y se engrandecerá tu corazón, y te olvidarás de Di´s.”

De la misma manera lo hace la abundancia de caballos. Pues retiran del espíritu de la persona, su confianza en Di´s.

Asimismo, demasiadas mujeres provocarán que se descarríe su corazón del Todopoderoso. Como sucedió al final con el mismo rey Shelomó.

Por este motivo deberá leer constantemente en la Toráh, para que aprenda a cuidarse de los riesgos mencionados.”

Si en algún momento nos atrapa la idea de guiar nuestras vidas – anhelando ser verdaderos reyes sobre nosotros mismos y, ultimadamente también sobre nuestra familia – debemos saber que solamente podrá concretarse si logramos mantener una total y absoluta ecuanimidad, y un corazón íntegro, con el Creador del universo.

No poseer ningún tipo de desvío, o interés personales. No excedernos en los elementos que Di´s nos mande para nuestro óptimo desarrollo. Pues demasiada atracción por el dinero, mujeres o fuerza física, indudablemente pondrán en peligro nuestra sana confianza en Quien nos da nuestro diario sustento.

Indudablemente se llegará a lo anteriormente mencionado, únicamente cuando hagamos de la Toráh nuestra inseparable compañera. De manera tal, que en cualquier instancia del día esté viva y presente con nosotros, y consigamos ver lo que nos acontece a través de su óptica.

Este es el concepto de la verdadera independencia dentro de la visión del judaísmo.        Shabat Shalom

Yair Ben Yehuda

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