Shofetím: Inocencia

“Al arribar a la tierra que El Eterno, tu Dios, te entrega, no aprendas a hacer como las abominaciones de esos gentiles. No sea encontrado en ti quien haga pasar por el fuego a su hijo o a su hija, hechiceros que hagan hechicerías….Íntegro serás con El Eterno tu Dios.”(Debarím 18/9-13)

Una de las ordenes más vitales para la óptima absorción del pueblo de Israel en su tierra, es la de apartarse de todo ideal corrupto y fundamentalmente contrario a la visión sana y positiva de la Toráh. Así, debemos apartarnos de todo lo que pueda tener relación con poderes espirituales malignos, los cuales pueden dañar nuestro ámbito espiritual y, eventualmente, descarriar nuestras vidas, induciéndonos a buscar falsos valores.


Después de rechazar esas malas influencias, nos es ordenado ser íntegros frente a Dios: “Tamim tihié”. Que en hebreo significa también, ser inocentes, no escudriñar más allá de lo que engloba nuestra realidad, y no intentar “ganarle” un paso al futuro. Debemos aceptar lo que Dios envía, con buena disposición.

Explica Rabí Shimshon Hirsch, ZT”L: “Este precepto tiene como objetivo acercarnos a la misma perfección que debe tener un ser vivo al sacrificarlo en el altar. Pues él también debía ser perfecto e íntegro para su cometido.

La persona, y todo lo que se relaciona con él, debe entregarse en su totalidad al Eterno. Esta integridad será resultado directo de la conciencia que haya adquirido de la unicidad de Dios. La que, así mismo, materializa el rol del Pueblo Elegido, denominándolo: “Existe única y exclusivamente para El Creador”

De esta manera se describe la “Temimut” (integridad e inocencia) de forma tangible. Pues ni un ápice de nuestro destino podrá quedar desligado de Dios: Debemos ser Su pueblo, de manera absoluta.

Todos los senderos idólatras, descritos en los versículos anteriores, fueron desterrados de los márgenes de Israel. Dios, de manera exclusiva, es quien dirige nuestro destino, y quien nos instruye en nuestro comportamiento.

Solamente Él es quien determina nuestro futuro, y exclusivamente Su voluntad es la vara que habrá de medir nuestras acciones.

De tal manera que, el precepto de ser íntegros para Dios, engloba, no nada más la prohibición de ir detrás de hechicerías y de las predicciones idólatras mencionadas, sino, además, de alejarnos de todo aquello que signifique indagar en el futuro. La Toráh exige de nosotros, un corazón pleno para el servicio de nuestro Creador.”

La curiosidad humana es innegable. De hecho, el desarrollo del mundo se debe al sentido de investigación y de búsqueda. Sin el impulso de averiguar y explorar el mundo en que vivimos la vida humana se asemejaría a la de los animales, frenando, en gran medida, la oportunidad de trascender más allá de lo material.

Inclusive Dios mismo instó a Abraham Abinu a observar las estrellas, le pidió contarlas y le dijo que así de múltiple será su simiente.

También la Toráh señala que el calcular la rotación del sol, luna y las estrellas, para establecer los ciclos anuales y mensuales, es una sabiduría única y exclusiva, consumada por Israel: “Pues esta es su sabiduría y su entendimiento”. E inclusive los pueblos del mundo nos reconocerán por ello como un pueblo inteligente.

No obstante, no por ese motivo estamos autorizados a elevar nuestras expectativas más allá de lo permisible, a niveles donde el mundo espiritual es evidentemente hostil. En esos sitios, el buen juicio deberá sobreponerse a la curiosidad, doblegando nuestro intelecto ante Dios y ante su modo de conducir nuestro destino.

Para alcanzar un desarrollo pleno en todos nuestros ámbitos, debemos centrar nuestros esfuerzos en lo que la Toráh nos revela abiertamente, y en lo que nuestros sabios nos han establecido cumplir (Ya con ello tenemos suficiente quehacer).

¡El hombre es grande! Siempre y cuando sea consciente del lugar que ocupa y sepa respetar sus propios límites.

Shabat Shalom

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