Sukot – la fiesta de las cabañas – es identificada como la festividad de la alegría. Inclusive la Toráh nos ordena textualmente alegrarnos en ella, precepto no mencionado en ninguna otra festividad.
Lo más característico de Sukot es la mitzváh de “Nisuj HaMaim”. Que consistía en abrevar agua del manantial “Shiloaj” y verterla en el altar externo, para cumplir con ella un sacrificio especial en el Templo Sagrado. Dicha mitzvá iba seguida de bailes y cantos los cuales llegaban a culminar, inclusive, al día siguiente.
Pregunta Eliahu Ki Tov en su libro: “Sefer Ha Todaá”;
-¿Qué relación guarda esta mitzváh con la fiesta de Sukot?
-¿Por qué fue fijada la alegría de la festividad justo con la mitzváh de verter agua?
Y explica de la siguiente manera.
“No existe en el hombre felicidad plena, sino, cuando se encuentra apegado a sus raíces. Y más aún, si en algún momento se separó de ella y después consigue retornar.
Así es el Pueblo de Israel.
Cuando consiguen recordar que existen solamente bajo la influencia del Todopoderoso, y que en ningún momento su fuerza e inteligencia les ha de ayudar, entonces consiguen apegarse verdaderamente a Dios.
En Yom Kipur Israel resurge puro y limpio de todos sus errores.
En ese momento le es retirado al “mal instinto” su fuerza, para quedar libres y poder cumplir mitzvot con verdadera entrega, unión, amor y hermandad, rompiendo la barrera que los separa de Su Creador.
Entonces, de manera Inmediata, llega Sukot.
“Todo perteneciente a la nación de Israel habitará en las Sukot” –todos aquellos que llevan el nombre Israel, sin importar sus orígenes, nivel social, santidad y sabiduría, deberán ingresar a la Sucá, y cubrirse bajo su sombra.
Y tomarán las cuatro especies que representan los niveles espirituales de Israel.
Habrá quienes tengan Toráh y buenas acciones, otros, nada más Toráh, unos nada más buenas acciones, y quienes no posean absolutamente nada. Todos unidos con el mismo objetivo, provocar complacencia frente al Todopoderoso, demostrando que estamos dispuestos a retornar a Dios como pueblo unido.
De esta manera Dios también nos demuestra cariño y aprecio, por medio de la mitzváh del vertimiento de las aguas, diciendo: “Amo los sacrificios de todo el año, sin embargo, el que más aprecio es éste –el vertimiento de agua en el altar. Ya que éste no lleva en sí ningún esfuerzo, pues a los pies de Mi Casa les proporcioné el manantial, el Shiloaj. No tienen que sembrarlo ni cosecharlo, ni cernirlo, ningún esfuerzo extra. Por lo tanto está libre de cualquier residuo de orgullo y altanería, el agua es limpia y cristalina. Estas aguas se verterán junto con al volumen de vino que cada día se debe sacrificar, así los dos subirán ante mí como aroma exquisito, y lo consideraré como si hubiesen sacrificado su sangre y sus corazones.”
Solamente en esta festividad es posible cumplir esta singular mitzváh. Pues al salir de nuestras casas, seguras y fuertes, demostramos humildad y sumisión ante Dios.
Así la Toráh nos propone empezar nuestro año, fortaleciendo nuestra humildad, procurando ceder siempre a los demás, limando nuestras diferencias, buscando la verdadera unión con nuestros hermanos y con ello la auténtica adherencia a Nuestro Creador. Jag Sameaj