La segunda parashá que leeremos esta semana nos relata sobre el proceso de purificación del metzorä (quien fue afectado e impurificado por llagas), y de las ofrendas que debía traer al tabernáculo.
“Y saldrá el cohen afuera del campamento (donde se encontraba aislado el metzorä ) y observará el cohen, y he aquí que se curó la dolencia de las llagas del afectado por ellas. Y le ordenará el cohen, y tomará quien se purificará, dos aves vivas puras, y un madero de cedro y un mechón de lana teñida de púrpura (de la sangre de un gusano), y un manojo de hierbas” (14, 3-4)
Rashí señala: “¿Qué debe hacer para curarse? Tendrá que degradarse a sí mismo de su soberbia, como un gusano o un puñado de hierbas”.
La enfermedad del tzaraät era absolutamente espiritual, y su origen se encontraba en la falsa auto concepción de grandeza. El ser humano no puede verse a sí mismo más grandioso que su compañero, ya que todo cuanto posee, no por merito propio lo ha obtenido, sino por un total y completo obsequio del Creador del universo.
El “Sefat Emet”, ZT”L, destaca la siguiente idea: “¿Por qué la toráh no le indica de forma explícita que la persona deberá doblegarse como un gusano y humillarse como la hierba, y lo hace de forma insinuada?
Porque está prohibido que la persona se rebaje a sí mismo de forma absoluta y determinante. Pues si la toráh hubiera comandado a cada uno ser humilde, la gente lo haría con toda la “pureza del pensamiento”, y con la más “grande se las intenciones”, y no existe más soberbia que esa; de sentirse que es realmente humilde. Por este motivo solamente le insinúan que deberá ser sumiso. Y la verdadera humildad radica en saber que aún no se ha acercado a ser humilde, sino, simplemente, anhela llegar a ello, y se esfuerza y se empeña en alcanzarlo”.
Todos poseemos una Chispa Divina, nuestra alma eterna proviene de un estrato sumamente elevado, por ese motivo somos orgullosos, y nuestra auto estima muchas veces sobre pasa a la de los demás. Pero justamente ahí está el punto, ya que, así como lo es el Soberano del mundo, de no revelarse constantemente, de poner límites a la naturaleza de manera oculta, de dirigir nuestros pasos y ayudarnos constantemente sin que nos demos cuenta, nos indica que la humildad es una cualidad que solamente los grandes de verdad, la tienen, y ¿Quién más infinitamente Grande puede ser que El Mismo Todopoderoso?
Ayudando a los demás, a quien lo necesita y también a quién no, es una manera humilde de comportarse, e indica la grandeza de espíritu de quién lo hace, pues así mismo lo hace El Señor del universo. Callar cuando alguien nos grita o insulta, indica una fuerza espiritual poderosísima de soportar el insulto y no responder, y así mismo lo hace El Eterno, pues cuántas personas no creen en él, e incluso llegar a expresarse en Su contra (Di´s nos guarde).
Nosotros debemos aspirar a la grandeza, pero a la verdadera, a la que realmente eleva nuestro espíritu, a la que nos conduce de forma certera a la humildad.
Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda