Tetzavé: Aroma y Sentido

Desde la parashá anterior la Toráh se dedica a describir todos los instrumentos del Tabernáculo (Mishkán). Uno a uno, son detallados en sus formas, medidas y material de construcción.

He aquí que en nuestra parashá uno de ellos destaca por sobre los demás. No por gozar de especial importancia, sino por ser mencionado al final de todos – después del altar externo – siendo que éste se encuentra dentro del Tabernáculo en sí (Ohel Moëd), entre la Menorá (luminaria) y La Mesa de los Panes.

Nos referimos al Altar de Oro (Mizbeaj Zahav), en el cual se realizaba la ofrenda de incienso.
Analicemos juntos la enseñanza que tiene para transmitirnos.
Es curioso que esta labor el Cohén la debía realizar dos veces al día, una por la mañana, al limpiar los candelabros de la Menoráh, y la otra por la tarde, al encender las luminarias.


¿Qué relación guarda el incensario con la Menorá?
Es sabido que cada elemento del Tabernáculo cumplía con una función específica, las cuales tenían el poder de asegurar nuestro vínculo con El Eterno. Dichas funciones no eran sino maneras de expiar actitudes erróneas, sirviendo como firmes promesas de cambio y rectificación. Así ellas conseguían proporcionar un “placer” singular a Di´s.

Cabe señalar que pocos placeres logran tocar puntos sumamente internos en la persona, como lo hacen los aromas. Ellos atraen y rechazan, revelan actitudes y personalidades, sentimientos y recuerdos, inclusive tienen poderes curativos, sin duda es posible aseverar que se encuentra en el pináculo de los placeres conocidos sobre la faz de la tierra.

Este elemento, no obstante, tiene riesgos, pues también puede despertar deseos equívocos, y a veces corruptos, cuando estos no son guiados por la luz del entendimiento y la razón.

Esa energía despertada, ese potencial motivado que puede elevarnos a niveles altísimos, deberá ser guiado por nuestro intelecto, iluminado con la luz de la lógica Divina; la Toráh, representada por la Menorá.

Es por eso que la mitad de la medida de incienso se debía ofrendar en la mañana, en la preparación de las luminarias, y en la tarde, al encenderlas. Pues estas dos ofrendas, el incienso y el encendido de la Menorá, debían realizarse paralelamente.

De este ejemplo aprendemos a nunca permitir, al deleite y al placer ganar terreno en nuestras vidas, ya que son extremadamente poderosos, y sin control y guía podrían llegar a ser realmente peligrosos. Es únicamente al ser bien canalizados, cuando ciertamente podrán hacernos mejorar como personas en todos los sentidos.

Y si así lo hacemos, será considerado el más grande deleite que podamos ofrendar a Nuestro Creador.

Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda

1 comentario en «Tetzavé: Aroma y Sentido»

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