“Y los jóvenes crecieron; y Esav se convirtió en un hombre conocedor de la caza, hombre de campo; mas Yaacob era hombre íntegro, morador de tiendas” (Bereshit 25-27)
Dice Rabí Shimshon Hirsch, ZT”L:
“Una pequeña observación de nuestros sabios nos advierte que el profundo contraste entre Yaacob y Esav radicaba, no solamente en sus cualidades personales, sino también en su educación. Como dice Rashí: “De pequeños, no se distinguían entre sí…” Nadie se percató de sus inclinaciones ocultas, una sola Toráh, y una sola educación le dieron a los dos por igual. No obstante, se olvidaron de una regla fundamental: “Educaras al joven según su manera de ser…” Es decir, hay que guiar la educación del joven de acuerdo a su carácter personal a futuro, aquel que ha de asentar esas cualidades e inclinaciones dormidas ubicadas en lo profundo de su alma. Y criarlo con miras al elevado fin humano, y al de nuestra tradición judía al mismo tiempo.
Quien sienta a Yaacob y a Esav en un mismo pupitre, y los educa de la misma manera, tanto para encaminarlos en el estudio, como en lo moral, seguro es que afectará a uno de ellos. Yaacob beberá sediento del manantial de la sabiduría, con un ansia que al paso del tiempo solamente aumentará. Mientras que Esav esperará ansioso el día en que por fin dejará atrás esos libros gastados y viejos, y los considerará como algo que se opone frontalmente a su esencia, pues únicamente llegó a conocer una sola faceta de ellos. Si sus padres hubieran profundizado más en el alma de Esav, preguntándose: ¿Qué podemos hacer con ese carácter impetuoso? ¿Con su fuerza y su inclinación material en estado latente? ¿Cómo podemos dirigirlas para que sean bien utilizadas al servicio Divino? Entonces ese “Aguerrido Cazador” se hubiese entregado al servicio de Di´s, concretando un pacto de alianza con su hermano Yaacob. Y quién sabe qué maravillosos cambios hubiera sufrido la historia.”
Este tema es imposible abarcar en pocas líneas, sin embargo, lo mencionado tiene el propósito de despertar nuestro interés para buscar la mejor manera de aprovechar el potencial de nuestros hijos, y dirigirlos correctamente. No los perdamos de vista, recordemos, ellos son la inversión de nuestra vida.
Shabat Shalom.
Yair BenYehuda