Vayejí: Viendo Más Allá

“Yaacov vivió en la tierra de Egipto diecisiete años” (Bereshit 47-28)

Rashí: ¿Por qué razón esta parashá es cerrada, es decir, no quedó separada de la anterior?

Porque a raíz del fallecimiento de Yaacov los ojos y corazones de Israel se obstruyeron por el sufrimiento de la esclavitud, a la que los egipcios los comenzaron a someter.


Dice el Sefat Emet ZT”L: “Los comentaristas preguntan: ¿Acaso no está escrito en el midrash que todo el tiempo que por lo menos uno de los hijos de Yaacov vivía, el pueblo de Israel no podía ser oprimido? ¡Y en ese momento todos los hijos de Yaäcov aún vivían!

No obstante, es posible explicar de la siguiente manera; es verdad que la opresión física no comenzó sino hasta mucho tiempo después, mas, de cualquier manera, el sometimiento espiritual ya se había iniciado. La verdad interna se ocultó, llegando al grado de ofuscar los ojos y lo corazones de Israel, pues no conseguían percibir sino, únicamente, el lado aparente de las cosas ¡Siendo este fenómeno, la piedra angular del exilio!”

El Sefat Emet nos sitúa en la esencia del entendimiento de nuestro exilio.

Si bien, en varias oportunidades el Talmud explica las razones por las que en la actualidad sufrimos esta terrible diáspora, odio sin razón, difamación, etc. De igual manera, el fundamento de este errado comportamiento, se encuentra en la manera de ver nuestro entorno, en otras palabras, en nuestra perspectiva sobre la vida.

Nuestros ancestros, y nosotros mismos, nos acostumbramos a ver el mundo de manera superficial, poniendo énfasis en las consecuencias y no en las causas. Evadimos el hecho de que lo que acontece en nuestra vida, no es, sino, una de tantas maneras que utiliza Dios para comunicarse con nosotros, y que nuestro deber es distinguir esos mensajes, y aprender de ellos.

La envidia, el odio, persecución del honor, etc., son actitudes que demuestran corta visión de la vida. Dios se comporta de manera consecuente, y nos arroja al exilio, mundo de apariencias, de fantasía y superficialidad, donde los conceptos de interioridad, espiritualidad, y búsqueda de sentido, son casi nulos. Todo ello con la intensión de ver si logramos apreciar nuestros valores, los que nos dan vitalidad y fuerzas para continuar nuestra vida espiritual a través de la historia.

Si nuestra búsqueda diaria se centra en alcanzar valores materiales, Dios nos proporcionará todos los medios para conseguirlos, inclusive la sed para ambicionar más.

Mas, si nuestros anhelos se enfocan en trascender más allá de las fronteras materiales, Dios abrirá nuestros ojos a la realidad, y así caer en cuenta que todo tiene sentido, y razón de ser.

Este es, a final de cuentas, la clave para salir del exilio, y retornar a nuestra verdadera esencia.

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