Yaäcov sale de la casa paterna en dirección a Padán Äram, cumpliendo la voluntad de sus padres de buscar una mujer, y formar su hogar.
En el camino se encuentra con el sitio donde su padre Itzjak fue convertido en ofrenda – korbán öláh – y decide hacer una petición especial, la cual le servirá para los próximos veinte años, en los cuales deberá lidiar con múltiples problemas y adversidades.
“Y prometió Yaäcov una promesa, diciendo: “Si Di´s estuviere conmigo, y me cuidare en este sendero que estoy andando, y me diere pan para comer, y ropa para vestir. Y retornare en paz a la casa de mi padre, y será Di´s para mí, Elokím” (Bereshit 28, 20-21)
Muchos podrían pensar que lo que hizo el preferido de los tres patriarcas, Yaäcov, fue condicionar su creencia en el Todopoderoso a la adquisición de beneficios materiales.
En primer lugar, él se limitó a lo básico y fundamental; alimentación, vestido, e integridad física. Y en segundo, es impensable que alguien del nivel espiritual de nuestro padre Yaäcov condicione algo tan básico y fundamental como lo es la fe en el Creador del mundo, sobre cualquier tipo de beneficio o hecho.
De esta manera, hay que tener en cuenta la gran regla: “Las acciones de los padres, son señales para los hijos”
Yaäcov nos da la fórmula para preparar el terreno y acercarnos a Di´s en cada momento, y en todo lugar: “Cuando la persona considera que sus necesidades físicas han sido satisfechas, y no pretende alcanzar otros objetivos materiales, entonces – eventualmente – logrará aproximarse más y más a su Creador. Pero si constantemente busca atesorar propiedades y bienes materiales, sus objetivos por conquistar este mundo físico, desviarán su atención del mundo espiritual. Y esa misma búsqueda, lo pondrán en constante insatisfacción, no logrará ver los grandes favores que Di´s le hace, no agradecerá por ellos y como resultado perderá su vínculo con el Creador del mundo”.
Este es el legado de Yaäcov: “Siéntete bien con lo que tienes, disfruta lo que Di´s te ha dado, pues eso mismo te llevará a acceder a una nueva dimensión, la espiritual, donde ningún bien material puede llegar a proporcionar la satisfacción que ese espacio nos puede dar”.
Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda