Vaygash: El Soberano

“Y se aproximó a él, y dijo: “Le imploro señor mío, hablará por favor su siervo una palabra a oídos de mi señor, y no se enfade con su siervo, pues es usted como Parö…”

De esta manera Yehuda comienza la lucha por su hermano menor, Binyamín.

Es preciso poner atención tanto en sus argumentos, como en la manera de plantear el caso frente a Yossef para conseguir así recuperar a su pequeño hermano.


Aunque sus palabras denotaban fuerza y osadía, pues pide de Yossef que no se moleste por su atrevimiento, de cualquier forma, recurrió a eficaces técnicas de convencimiento.

Explica el Malbim ZT”L, en su libro “Ha Toráh Ve HaMitzvá”.

“Quien haya sido condenado en un juicio, tiene delante de él dos caminos: Recurrir a posibles méritos para ser absuelto, o implorar perdón, apelando a la piedad y a la misericordia. Y existen dos diferencias substanciales entre ellos.

Quien quiera salir bien de su juicio, deberá alargar en argumentos, y presentar pruebas que demuestren su inocencia. No así quien prefiera ser perdonado apelando la piedad. Deberá ser breve y conciso, admitiendo su culpa, y comprometiéndose a no volver a transitar por ese mal camino.

Además, si pretende salir absuelto a través de un juicio, le será obsoleto apelar a la misericordia y la piedad. No así frente al rey, quien tiene la potestad de indultar a quien le venga en gana.

Yehuda sabía que no tenía posibilidad alguna de eximirse por medio del juicio, pues no podía entablar un pleito con alguien más poderoso que él. Por ese motivo solicitó clemencia de Yossef mismo, cuyo poder era como el de Parö, de dispensar compasión a quien deseé.

Así es posible entender las palabras de Yehudá: “Le imploro señor mío – a modo de suplica – hablará su siervo  una palabra – una sola, y no varios argumentos jurídicos, pues solicitaba clemencia – a oídos de mi señor – y no a oídos de los jueces que comparecían en la sala, ya que ellos no tienen el poder de perdonar – y no se enfade usted con su siervo – pues pareciera que le pido corromper la ley – pues usted es como Parö – no obstante, en sus manos está indultar, haciendo uso de la piedad.”

De este episodio es posible copiar una correcta y efectiva manera de aproximarnos ante el Rey de Reyes al momento de rezar, o en cualquier situación de apremio.

Pues es común que nuestra primera actitud frente a infortunios y demás pérdidas, sea verificar si realmente nos lo merecemos. Comenzamos a hacer cuentas, y muchas veces concluimos que no hay manera de justificarlos. Entonces surge la consabida:¿Por qué justo a mí?

Cuestionamiento que, además de no tener respuesta, nos hace desviar nuestra atención del propósito original de esos acontecimientos. Los cuales, entre otras cosas, pretenden acercarnos más al Creador del universo, Quien anhela nuestras súplicas y peticiones; sean de orden espiritual o material. Él desea que guardemos una relación cercana, de padre e hijo, de amo y siervo. Y una actitud indagadora nos ubicaría en una posición muy desfavorable frente al Todopoderoso, pues ¿Quién tiene la fuerza y el talante para entablar un pleito legal con el Rey de Reyes?

Nuestros sabios comparan al encuentro de Yossef con sus hermanos, con nuestra comparecencia a juicio  cada año en Rosh HaShaná. Donde los argumentos no tienen lugar, y es preferible ser breves y concisos, admitir la culpa y buscar el perdón absoluto. No obstante, e incluso podría estar de más mencionarlo, es sabido que constantemente debemos rendir cuentas sobre nuestras acciones. Que nada de lo que hacemos pasa desapercibido, y que contamos con tres instancias al día para ocuparnos en borrar las acciones que salieron del margen. A dichas oportunidades las llamamos tefilá.

Pues ellas no son maneras de comunicarle al Creador del mundo sobre nuestras carencias, Él las conoce perfectamente. Sino un modo de manifestar sometimiento absoluto ante Él, y buscar así Su perdón total por nuestros actos.

Esta es la actitud correcta que debemos tener ante todo lo que pueda acontecernos en la vida. Pues frente a cada adversidad, también se abre una ventana a una sana y positiva relación con Di´s, a través del entendimiento y la entrega.

Shabat Shalom

 

 

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