Yaakov vuelve a Canaan luego de vivir más de veinte años en Jarán, y envía ángeles emisarios en son de paz a su hermano Eisav, con la esperanza de lograr una reconciliación. Sin embargo, los mensajeros reportan que éste viene en camino, acompañado de 400 hombres armados, para “darle la bienvenida”. Muy consternado, Yaakov se prepara para la batalla, reza a Dios y, trata de apaciguar a Eisav enviándole un gran obsequio (léase soborno), consistente en cientos de ovejas y vacas.
La noche anterior al encuentro, Yaakov atraviesa con su familia y posesiones el río Yabok. Pero, quedándose a recoger algunos objetos menores, permanece sólo del otro lado del río y es atacado por un ser desconocido (el ángel de Eisav), con quien lucha hasta el amanecer. Desesperado ante su inminente derrota, el misterioso contrincante disloca la cadera de Yaakov afectando su nervio ciático y lo deja rengo. Antes de partir, Yaakov lo obliga a bendecirlo, y éste le llama “Israel”, que significa “aquel que lucha y prevalece sobre lo humano y Divino”. A raíz del daño provocado físicamente a Yaakov, surge la prohibición a los Hijos de Israel de comer el nervio ciático (en animales puros). A la mañana siguiente llega Eisav. Yaakov respetuosamente se inclina ante él y los hermanos se abrazan, besan y lloran emocionados; y la familia de Yaakov se acerca, inclina, y saluda a Eisav. Pese a las objeciones de Eisav, Yaakov le convence de aceptar el cuantioso regalo que le ha enviado. Eisav ofrece acompañarlo y escoltarlo en su camino a casa, pero Yaakov declina este gesto. Los hermanos se despiden en paz, y se separan para nunca jamás volverse a ver. Yaakov continúa hacia la ciudad de Sukkot, mientras Eisav se aleja para iniciar una nueva vida en Seír, rompiendo sus lazos y renunciando a sus derechos sobre la Tierra de Israel.
Yaakov eventualmente llega “completo” a Shejem, donde además de comprar un terreno y erigir un altar para agradecer a Dios el regreso sano y salvo a su hogar, acuña moneda y repara los mercados y acueductos locales. Un día, Diná, la única hija de Yaakov, sale a pasear, y el príncipe de Shejem, también llamado Shejem, hijo de Jamor, la ve y, gustándole mucho la joven, la rapta y viola. Ante la insistencia del rey Jamor de casar a su hijo con Diná y de aliarse a la familia de Israel, los furiosos hermanos, de manera engañosa, invitan a los habitantes de Shejem a circuncidarse, pensando así escapar con Diná cuando todos ellos estén más débiles por la cirugía. Pero al tercer día de la circuncisión en masa, Shimón y Levi, de idea diferente, aprovechan esta situación de vulnerabilidad, y vengan la afrenta a su familia, matando a todos los hombres de Shejem y liberando a su hermana cautiva. Yaakov les regaña duramente y, temiendo represalias de los pueblos vecinos, huye de Shejem con su familia. Gracias al “temor de Dios” puesto sobre las ciudades Canaanitas, no es perseguido. Finalmente, al arribar a Bet El, Dios se le Aparece y Lo Bendice; y cambia su nombre de manera definitiva a Israel.
Yaakov prosigue su viaje hacia Jevrón y, Rajel, su amada esposa, muere al dar a luz a Biniamín su segundo hijo, doceavo de Yaakov. Ella es inmediatamente enterrada al lado del camino, cerca de Betlejem. Siguen viajando, y Reuvén pierde los derechos de la primogenitura al interferir con la vida marital de su padre. Finalmente, Yaakov llega a Jevrón a ver a su padre Yitzjak, quien más tarde muere a los 180 años (Rivka fallece antes de su llegada) para ser enterrado en la Cueva de Majpelá, junto a sus padres, Avraham y Sará, y a Rivká, su amada pareja. La sección concluye con un recuento detallado de las esposas, hijos y nietos de Eisav, y de las dinastías de los monarcas de Seir, entre quienes Eisav elige ir a vivir, y nación a la cual subyuga y gobierna.
CODA: En ParshatVayishlaj continúa la saga de la vida de Yaakov, mezclando el triunfo con la tragedia. Por un lado, Yaakov regresa de las penurias fuera de casa para establecerse en Canaan; tiene éxito en su lucha con el “ángel guardián” de Eisav; asegura el perdón y logra un diplomático acuerdo con Eisav; adquiere en Shejem un lugar para vivir; celebra el nacimiento de Binyamín; y se reúne al fin con su padre. Pero por el otro, las tribulaciones en su vida continúan: sufre la tragedia de la violación de Diná, sólo para tener que huir de Shejem cuando sus propios hijos toman graves represalias contra la ciudad; aquí Yaakov sufre y lamenta la pérdida de su adorada Rajel; su íntimidad es violada por Reuvén; y se entera de la muerte de Rivká. Sin embargo, el logro más significativo de Vayishlaj es el proceso de maduración de Yaakov hacia una nueva identidad con un nuevo nombre; transformándose en “Israel” dos veces. (32:29 y 35:10). Esta repetición resalta la fórmula de las nuevas relaciones del naciente Pueblo Judío con las naciones del mundo; relaciones que sirven como modelos históricos para las generaciones futuras. Adicionalmente, las sutiles y complejas negociaciones entre los hermanos, las cuales concluyen con la partida de Eisav, establecen un desastroso precedente histórico: Israel debe aceptar una postergación que durará milenios para su propia realización y triunfo. Pero estos dolorosos términos no fueron tan coercitivos como podría creerse; ya que el aplazamiento nos enseña una nueva perspectiva judía sobre la felicidad y la gratificación inmediata, elementos fundamentales que dividen a Israel de Occidente.