La humanidad identifica a Las Tablas de La Ley como “los parámetros y estatutos de las leyes sociales”. No obstante, nosotros, como receptores primarios del mensaje eterno, y en calidad de portadores legítimos del eslabón que une a la especie humana con su Creador, tenemos la obligación de conocer la enseñanza exclusiva que nos transmiten los Diez Mandamientos, y la Toráh en general.
La revelación de Dios en el “Monte Sinai” – explican nuestros sabios – tuvo el objetivo de transmitir la verdad al mundo; es decir: “Yo Soy El Eterno Tu Dios” “No tendrás dioses ajenos delante de Mi”, etc. Valores divulgados y asimilados por la mayoría de los pueblos, los cuales representan las bases de la ética y la moral de la sociedad, excluyendo, tal vez, a los pueblos orientales.
Sin embargo, para nosotros, esta verdad es mucho más representativa y significativa, que para el resto de las naciones.
Dicen nuestros sabios: “Si llegares a escuchar que hay sabiduría entre los gentiles, deberás creer. Mas, si te dijeran que ellos tienen Toráh, no lo creeras”.
A que se refieren con, “no creer” ¿Acaso ellos no conocen la Biblia?
Explica Rabí Shlomo Wolbe Z”L.
“El concepto “verdad”, en la visión de la Toráh, es muy distinto a lo que el mundo llama “verdad”. No existe verdad en el judaísmo si no está ligada a una actitud y a una acción real, que promueva la armonía, la bondad y el bienestar universal.
La verdad debe penetrar en las cualidades y sentimientos de cada ser humano, hasta transformarlos en personas verdaderas, en sentimientos, palabras y hechos. Cualquier conocimiento, o reconocimiento de La Verdad, que permanezca únicamente en el plano intelectual, sin hacer mella en el corazón y en la actitud personal – en lo que respecta a ese individuo, no son verdad, ya que aún no han lograron cumplir su objetivo; el de acercarlo a ser un hombre de verdad.
La Verdad y la Paz. (tratado de Iebamot 14ª) “A pesar de que Bet Shamai y Bet Hilel discutieron en varias leyes, no por eso evitaron convivir los unos con los otros, inclusive casaron a sus hijos con sus hijas”
Si las discusiones se centran en la búsqueda de la verdad, en vez de generar ruptura y alejamiento, promoverán la unión y la buena convivencia. Una discusión motivada por el deseo de vencer al prójimo, genera separación y alejamiento, pues cada uno persigue “su verdad particular”.
Al recibir La Toráh adquirimos la manera de guiar nuestras vidas según la verdad práctica, aquella que nos ha de conducir a la armonía auténtica y a la paz constante con Dios, con nuestros semejantes, y sobre todo, con nosotros mismos.
Shabat Shalom