El gran milagro de la salida de Egipto, como es sabido, no solamente hizo mella en nuestro pueblo sino, también, consiguió repercutir a lo largo y ancho del mundo. Las naciones fueron testigos de lo que aconteció ahí, de las plagas que sufrieron, y de cómo Di´s se encargó de borrar el poderío de ese vasto imperio, por medio de la división del mar Suff.
No obstante, y contra toda probabilidad, solamente una persona de entre los pueblos gentiles se animó a unirse al pueblo de Di´s, a pertenecer a la nación del Pacto Divino; ese fue Yitró.
Él, después de comprobar personalmente que las idolatrías, e ideologías ajenas a la visión del judaísmo eran meras falsedades, depuso su posición honorable de líder sobre los midianitas, para convertirse en uno más de esa maravillosa nación. Consiguiendo, incluso, intervenir en la estructura legislativa del pueblo de Israel.
Hasta ese momento todo mundo recibía los dictámenes halájicos por parte de Moshé Rabenu de manera personal. Tanto en lo referente al cumplimiento correcto de las leyes Divinas, como en la solución de conflictos interpersonales, desde el caso más complicado hasta el más sencillo.
Yitró le señaló a Moshé que ese sistema perjudicaba tanto al pueblo de Israel, como a él mismo. Debía – pues – derivar sus responsabilidades a subordinados.
Esta idea fue bien aceptada por Moshé y, ultimadamente, por Di´s mismo, e inmediatamente se puso en práctica.
El “Or HaJayim HaKadosh” pregunta:
“¿Por qué Di´s permitió que se diera esta situación? ¿Por qué tuvo que venir alguien de afuera y rectificarnos nuestro sistema legal?
Me parece que la razón es porque Di´s quería mostrar a los hijos de Israel, a esa generación y a las futuras, que hay dentro de las naciones gentiles personas de alto nivel intelectual, verdaderos sabios con vasto entendimiento, como lo era Yitró, quien consiguió detectar un problema y rectificarlo. La intención con ello era transmitirles, que no por sus capacidades físicas o espirituales, inteligencia y sabiduría superiores, es que Di´s los ha preferido, sino, únicamente, por un acto de bondad Divino, y por amor a nuestros patriarcas”.
En no pocas ocasiones, nosotros mismos, e inclusive gente ajena a nuestras comunidades, señalan que el pueblo judío goza de niveles intelectuales, económicos, sociales, etc., superiores a cualquier otro grupo humano, siendo esa la única causa de nuestro éxito (además, también a nosotros mismos nos gusta escucharlo).
En esta parashá se revela que esa idea es falsa, pues la verdadera razón de nuestro éxito radica en ser, simplemente, el pueblo de Di´s, sin ningún agregado.
El Todopoderoso ha puesto sus “ojos” sobre nosotros por un motivo que está muy alejado de nuestro entendimiento. Pues también el mérito de nuestros padres, Abraham, Itzjak y Yaäcov, podría verse demasiado distante de nosotros, y casi podría decirse que no tenemos nada que ver con ellos, y aun así continúan siendo recordados para nuestro bien por el Creador del mundo.
Por algún motivo hemos encontrado gracia a los ojos de Di´s, somos, como dice el profeta, “el hijo predilecto, con el que Di´s se deleita solamente al recordarlo”.
En resumen: Nuestra inteligencia, o demás capacidades, nunca nos sirvieron, y no nos servirán para nada.
Inclusive, en la mayoría de los casos fueron justamente ellas las que motivaron a otros pueblos a perseguirnos y oprimirnos, pues despertaron gran envidia en sus corazones.
No obstante, contamos con una gran cualidad que, sin lugar a dudas, siempre nos ayudó a salir adelante en momentos de apremio y peligro, y es, conservar nuestra condición de ser un solo pueblo… ¡Uno solo! Y no disperso en pequeños grupos riñendo entre sí.
Pues solamente así es posible encontrar gracia ante Di´s, Quien se interesa en Su nación predilecta, la que le proporciona “satisfacciones”, y buenas razones para mantener este mundo en movimiento, a pesar de todo.
Esta es, simplemente, nuestra esencia.
Shabat Shalom