Yom Kipur: De Tiempo en Tiempo

Sin lugar a dudas cuando nos animamos a hacer un balance anual, o inventario espiritual, caemos en cuenta que muchas situaciones difíciles hubiéramos podido evitar, si hubiésemos tenido la preparación previa y la voluntad para plasmarlas en el campo de la acción.

El tiempo es lo más valioso que tenemos. Tan preciado es, que él puede comprar casi todo en este mundo, pero nada lo compra a él. El tiempo corre y no vuelve.


Siendo el tiempo algo tan valioso ¿En qué negocio lo podríamos invertir, para que rinda y de sus mejores frutos?

Dicen el Mesilat Yesharim – de Rabí Moshé Jayím Luzzato, ZT”L: “Yimiyahu –el profeta – reclamaba sobre la maldad que regía sobre la gente de su generación, pues se encontraban afectados por el mal hábito de desconocer sus acciones, y evadir el prestar atención al autoanálisis: Si continuar en el mismo camino, o tal vez frenar y buscar uno nuevo. Y así les decía: “Nadie consigue arrepentirse, etc. Todos corren de un lado al otro como caballos desbocados en guerra”.

Diciendo de alguna manera que caminaban ansiosos, como si estuvieran persiguiendo algo en la carrera del día a día, sin dejar tiempo para sí mismos, para analizar sus acciones y costumbres, y como consecuencia, constantemente caían en graves errores, sin siquiera darse cuenta.”

Rabí Yoel Shwartz, Shelita, comenta al respecto en su libro “Petaj La Dofkím BiTeshuvá(Un Portón para quien Insiste en Retornar). “Ya que el valor de la reflexión ocupa un lugar tan primordial en nuestra vida, nuestros sabios ubicaron momentos determinados para ello: Al final de cada día, cuando nos disponemos a dormir, en la víspera de Shabat, al final del mes, en el mes de Elul, Rosh HaShaná, Yom Kipur. Aun más, pues está escrito en el Tratado de Shabat (153) “Retorna un día antes de morir y – como nadie sabe cuando es ese día – cada vez que observes alguna desviación o tropiezo, inmediatamente lo podrás rectificar.”

Esa es la idea. Lo mejor que podemos hacer con el tiempo es tomar un poquito de él, frenar nuestra rutina, reflexionar y sincerarnos con nosotros mismos, para que así el resto de nuestro tiempo pueda ser aprovechado de manera íntegra, y produzca algo que trascienda los límites terrenales, convirtiéndolo en eternidad palpable, en acciones que no se pierdan en destellos fugaces de “felicidad” trivial.

Debemos mejorar nuestro futuro dándole un mejor uso a nuestro “cada instante”. Pues solo unos cuantos minutos de reflexión, tienen la fuerza de transformar nuestros próximos 365 días en una auténtica bendición ¡De nosotros depende!

Shabat Shalom y Jatimá Tová

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