Alvar Núñez Cabeza de Vaca

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Corría el año 1536 y un grupo de soldados novohispanos andaba por la zona al norte de lo que hoy es Culiacán buscando indios para tomarlos prisioneros y adjudicarlos a alguna hacienda o encomienda, cosa que era muy bien pagada por los españoles a cargo de alguna de esas empresas. La cuadrilla súbitamente se topó con un grupo de personas que en vez de huir como lo hubieran hecho otros volteó para enfrentarlos hablando perfecto castellano. La sorpresa fue enorme pues se trataba de once personas entre las cuáles había tres españoles, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Andrés Dorantes y Alonso del Castillo y un esclavo negro que los había acompañado desde su salida de España, Estebanico.

Este grupo se había embarcado ya hacía cosa de diez años en una flota dirigida por Pánfilo de Narváez que había conseguido del rey Carlos V una sesión de tierras que incluía lo mismo la Florida que el sur de Texas, gran parte del norte de México e inclusive la península de Baja California. Este personaje es conocido en la historia de México pues había venido para impedir que Cortés se quedara con la gloria de haber conquistado el país y trajo la viruela con alguno de sus secuaces que lo acompañaban lo que causó grandes estragos en la población indígena que no estaba habituada a esta enfermedad, como sí lo estaban los españoles.

Entre los que constituían los futuros pobladores del “adelantamiento”, como se le llamaba, otorgado a Narváez estaba Cabeza de Vaca que siendo de familia aristocrática fungía como Tesorero Real de la expedición. Las naves de su flotilla habían estado acompañadas de algo de mala suerte pues en Cuba dos de ellas se perdieron durante un huracán y una vez comenzada nuevamente la aventura perdieron el rumbo y, en vez de dirigirse hacia tierra firme al Río Pánuco en lo que hoy son los Estados de Veracruz y de Tamaulipas, lo hicieron al revés, hacia la península de Florida.


Al no encontrar el río que buscaban, se dividieron en dos grupos, unos a pié y otros que permanecieron en las naves. Los de a pié tuvieron muchísimos aventuras: encuentros con indios hostiles, hambre, sed y varios accidentes hasta que lograron construir unas barcazas con las que le dieron la vuelta al Golfo de México pasando por el delta del Río Misisipi en el actual estado de Luisiana y llegando a Texas en los Estados Unidos donde sus naves zozobraron.

Poco a poco iban quedando únicamente un puñado de hombres de esta aventura pues a la larga los únicos que sobrevivieron, fuera de los (y las) que permanecieron a bordo del barco, fueron los mencionados arriba. Después de un par de años de ser, en cierta forma, esclavos de diversos grupos de indios que se los pasaban de unos a otros resultó que se les llegó a considerar como cierto tipo de shamanes o curanderos y eran prestados de una tribu a la otra. De esta forma lograron ir hacia el sur, cruzando el Río Bravo, hacia lo que los acercaba a la Nueva España, pero súbitamente, cuando les faltaba relativamente poco para toparse con el Río Pánuco, decidieron voltear al oeste, hacia el Pacífico. Las razones de esto no se conocen pero, de esta forma, recorrieron el norte de lo que hoy en día es México, cruzando la Sierra Madre Oriental y llegando a los actuales estados de Coahuila y Chihuahua. Pasaron por Paquimé, una zona arqueológica situada en Chihuahua, que parece haber sido el sitio donde se intercambiaban toda clase de mercancías, particularmente cierto tipo de papagayo que tenía plumas rojas que eran muy apreciadas en la región. Los prisioneros españoles iban constantemente acompañados de algunos indios y “curando” gente por medio de plegarias, la cruz y, en ocasiones, extirpando flechas del cuerpo de algún infortunado.

Una vez habiendo sido reconocidos como españoles también continuaron sus aventuras pues ya habían establecido relaciones cordiales con los indios y les habían prometido que ya no serían esclavizados, cosa que no pudieron cumplir. Dorantes y del Castillo se casaron con viudas que les presentó el virrey Antonio de Mendoza y se quedaron en Nueva España. Estebanico dirigió una expedición al norte del país y ahí fue asesinado. En cambio, Cabeza de Vaca regresó a España y logró del rey que le permitiera encabezar un grupo hacia Río de la Plata, pero su actitud de comprensión hacia los nativos no lo hizo muy popular entre los españoles y acabó por regresar a España donde murió en Jerez de la Frontera en 1559.

Este fue el extraño caso de un grupo grande de españoles que visitaron secciones tanto del México actual como de los Estados Unidos en los cuales ningún europeo había posado sus plantas. Es difícil creer lo complicada que fue la hazaña y lo que sufrieron tanto los sobrevivientes como los que perecieron en esas aventuras. Hasta la fecha existen dudas acerca de los lugares exactos que describió Cabeza de Vaca en sus memorias, pero no hay duda alguna de que sí anduvieron por las zonas que él menciona y que llevaron la religión y la bandera españolas hacia esos territorios.

Acerca de Paulina Rubio Z¨L

Desde temprana edad su afición por los idiomas la ha llevado a graduarse en varios como el inglés, francés, hebreo, alemán y ruso, por lo que profesionalmente se dedica a ser traductora, sobre todo en inglés y español, ruso y francés, actividad que ha sostenido por más de cuarenta años. También ha sido maestra de inglés por más de veinte.Como articulista sus inicios se encuentran en la revista de la Comunidad Bet-El, pero en forma continua por más de cinco años su intelectualidad se refleja en "Foro" y algunos en la publicación "Letras Libres", destacando sobre todo en ellos el folclor, cultura, lugares y aspectos netamente mexicanos.

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