Está escrito en la Guemará: “El que desgarra sus ropas por su enojo, y el que rompe sus utensilios por su enojo, y el que arroja su dinero por enojo, se considera como quien está haciendo Abodá Zará (idolatría)”.[1] El Rambam, cuando escribe esta Halajá, no pone condiciones como lo hizo la Guemará, sino directamente escribe: “Todo el que se enoja se considera como si estuviera haciendo Abodá Zará (idolatría)”.[2]
Cabe preguntar: ¿por qué es tan grave enojarse, hasta el grado que se considera como hacer idolatría?
- El Baal Hatania escribe el motivo de que quien se enoja es considerado como el que hace idolatría.[3] Cuando la persona se enoja, se aleja de ella la Emuná en D-os; si la persona confiara y supiera que todo viene de D-os, no se enojaría nunca, pues todo lo que manda D-os es para bien. Aunque es sabido que hay libre albedrío y la persona que perjudicó a otra podía haber decidido si dañarlo o no, si pegarle o no, si robarle o no, de todas maneras la persona a la que dañaron, o le pegaron o le robaron, ya tenía destinado recibir eso del Shamaim y D-os tiene varios mensajeros para mandar a este mundo.[4]
- Cuando nos encontramos frente a alguien importante y honorable, por naturaleza nos comportamos con mayor respeto. Incluso cuando un padre debe regañar a su hijo y frente a ellos se encuentra alguien honorable, aquél se comporta con respeto y no se exalta ni se enoja en exceso, ya que le da pena y vergüenza enfurecerse frente a una persona importante. Si estuviéramos conscientes de que D-os siempre se encuentra frente a nosotros, ¿cómo es posible que nos enojemos y nos enfurezcamos frente a D-os? Está escrito en la Guemará: “Todo el que se enoja demuestra que no da importancia incluso a la Presencia Divina”.[5] En otras palabras, el enojo demuestra que está despreciando la Presencia de D-os, pues no siente que esté ahí. Si estuviera presente alguna persona honorable, no nos enojaríamos, y ahora que estamos sólo con D-os, sí nos enojamos.[6]
Esto se aplica a enojarse con cualquier persona, desde la esposa o el esposo, los hijos, los amigos, trabajadores, etcétera.[7]
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