Lej Lejá: ¿Quién Coloca los Cimientos?

Conozcamos nuestra matriarca Saráh, quien desde su oculta morada logró dar origen al pueblo judío de forma física y espiritual. Además de establecer que la cadena de nuestra nación, se defina a través de la mujer.

Dice Rabí Shimshon Hirsch, Z”L.

“El nombre de nuestra madre Saráh, tiene sus orígenes en el término Sar, que significa ministro o regente. También la misma palabra denota medición; Mesorá.


Nuestra matriarca Saráh representaba toda buena cualidad que debe conquistar quién se dedique a influenciar positivamente a los demás. Pues ministros y líderes comunitarios tenían como principal función, determinar y definir las buenas aspiraciones, así como las acciones éticas dignas de elogiar.

No cualquiera puede desempeñar dicho cargo. Solamente quien logre presentar en su alma finura y tacto espirituales, proporcionándole ese sentido único para todo lo que es bueno y correcto.

De esta manera Sarai, es quien, hasta ahora, me proporciona esos parámetros espirituales necesarios para triunfar (dice Abraham). Mas, mi guía moral y ética de ahora en adelante, será Saráh; pues ella ha de marcar los lineamientos de comportamiento de Israel, sirviendo de ejemplo para toda esposa y madre del pueblo hebreo.

Una mujer pura, es considerada hija de Saráh.

No necesita señal externa (como el hombre) pues ella misma recordará su eterno pacto con Di´s, Quien define y establece toda medida. Esta responsabilidad latirá naturalmente en su corazón a través de la fina cualidad del recato, la cual colma y complementa a la mujer pura de Israel.

También posee en su corazón inclinación a someterse a todo valor puro y Divino y, asimismo, exige esta sumisión de quienes se encuentran cercanos a ella.

Saráh es la materialización de la pureza y la ética.

Por este motivo, no es suficiente ser hijos de Abraham si Saráh no fuera nuestra madre, ya que el padre hereda valores espirituales a los hijos, pero la madre transmite a sus retoños esa sutil sensibilidad del alma.”

Su gran cuidado en el recato, no significó para Saráh un problema para dedicarse también a acercar a otras mujeres bajo las “alas de la Presencia Divina”. Siempre permaneció activa en ese aspecto, siendo, no nada más la mano derecha de Abraham, sino, además, quién innovará visiones acertadas en la educación de los hijos.

Vemos claramente que toda la fuerza y el poder de influencia de Saráh, los cuales lograron dar un giro radical en la historia de la humanidad, y que concretaron las bases de nuestro pueblo, provenían de su hogar, de su entrega por la educación de sus hijos, así como de su disposición para recibir invitados, etc.

Es equivocado subestimar las funciones de la mujer en el hogar, ya que toda buena influencia se determina justamente ahí. Descuidar ese frente es como desatender el cuartel general en plena guerra.

Este valor deberá trascender a las demás generaciones, pues – simplemente – de él depende nuestra existencia.

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