Los colonos que eligieron Argentina

Las inmigraciones caracterizaron a Argentina durante varias etapas de su historia, con orígenes múltiples y formas de asentarse muy diversas. Los conventillos de La Boca, cerca del trabajo portuario, son uno de los tantos resultados visibles de esas llegadas que transformaron la geografía y las tradiciones del país. Pero a lo largo de las provincias, distintas comunidades que todavía conservan costumbres de sus fundadores dan cuenta de los grupos que vinieron a poblar la Argentina durante el siglo XIX.

A 15 kilómetros de Trelew, en Chubut, se encuentra Gaiman, una población que en 1874 tuvo su primera casa y que fue fundada por colonos galeses. Una de las características distintivas de ese lugar, donde actualmente hay unos 10 mil habitantes, es la buena convivencia que hubo entre sus nuevos pobladores y los tehuelches, que ya estaban allí: el hecho de que “Gaiman” sea un nombre de origen indígena da cuenta del vínculo pacífico.

De aquellos galeses que en 1885 fundaron en Gaiman el primer municipio chubutense aún se conservan tradiciones, detalla Diana Owen Williams, directora de Cultura municipal. “Aún hay capillas galesas que todavía ofician el culto protestante a través de un pastor, y hay escuela dominical bajo esa fe para los chicos. La tradición coral sigue muy viva, ya que actualmente hay 8 coros en funcionamiento”, sostiene Owen. Su doble apellido convive con varios “Evans”, “Jones” y “James”, todos de raíz británica. Entre las costumbres de aquellos habitantes, la ceremonia del té es la que más atrae al turismo, sin que los pobladores locales la hayan abandonado: “Muchos bajan de los cruceros en Puerto Madryn y vienen hasta aquí a tomar el té con torta galesa, y en cualquier reunión social se sirve el té; como el 28 de julio, que se recuerda la llegada de los colonos y se ofrece esa ceremonia las escuelas y en las capillas”, cuenta Owen.

Según cifras ofrecidas desde el municipio, cada años unos 300 galeses visitan Gaiman para conocer esa localidad en la que sus compatriotas decidieron afincarse hace casi 150 años. “A través del arte y de la fe, la tradición galesa está muy insertada en la población y se ha incoporado en la cotidianidad”, sostiene Owen. Un ejemplo es la celebración del Eisteddfod, una festividad que nació en el siglo XII en Gales y que consiste en competencias de recitación, teatro, coro y fotografía que se hace en septiembre en Gaiman.

A unos 320 kilómetros de Rosario, en el departamento santafecino de San Cristóbal, se encuentra Moisés Ville, fundada en 1889 por pobladores judíos de lo que hoy es territorio ucraniano. Eran unas 136 familias que padecían la persecución en la Rusia zarista y que eligieron a la Argentina como destino para establecerse.

Según explica Eva Guelbert de Rosenthal, directora del Museo Histórico Comunal y de la Colonización Judía de Moisés Ville, actualmente viven allí unas 2.500 personas, y sólo un 10 por ciento pertenece a la comunidad judía. Sin embargo, hay rastros de aquellos primeros pobladores que convirtieron a la localidad santafecina en la “Jerusalén de la Argentina”. “Los valores perduran pese a los grandes cambios poblacionales, como un hilo conductor; la solidaridad, la buena convivencia, la educación como prioridad”, sostiene Guelbert. También hay tradiciones presentes: alternativamente, una de las dos sinagogas de la localidad –una de ellas es Monumento Histórico Nacional- se encuentra abierta, y las clases de folklore conviven con las de ricudim, baile típico de Israel. “Los olores y los sabores también se conservan: en todos los hogares se hacen empanadas pero también knishes”, explica Guelbert. En la arquitectura también hay señales: lo que hoy es una sucursal del Banco Macro mantiene en su ochava la inscripción “Banco Comercial Israelita” y una Estrella de David en el frente.

Es que la inmigración decimonónica delineó a la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, pero también viajó a lo largo y a lo ancho de la geografía argentina en busca del mejor lugar en el que enclavar sus tradiciones.