No debemos preguntarnos por qué la mezquita ha de construirse ahí, sino más bien debemos preguntarnos: ¿por qué no?

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Los que se jactan de ser los guardianes de la patria y salvaguardas de nuestras libertades y nuestros derechos, hicieron fila en días recientes en la ciudad de Nueva York para oponerse tenazmente a la construcción de una mezquita vociferando insultos raciales e islamofóbicos.

Como falso pretexto señalaban que la mezquita, cuya construcción ha sido favorecida por el alcalde Michael Bloomberg y la municipalidad, habría de construirse muy cerca del lugar donde ubicaban las Torres Gemelas en Nueva York para honrar a los perpetradores de los actos terroristas del 11 de septiembre: nada más lejos de la realidad.

En su más reciente esfuerzo mediático el promotor principal de esta gestión, un comité de acción política llamado Fideicomiso Nacional Republicano, intentó sin éxito colocar en las cadenas nacionales NBC y CBS el anuncio Kill Ground Zero Mosque visto unas 140,000 veces en YouTube. Las veteranas cadenas nacionales televisivas sabiamente supieron diferenciar entre la libertad de expresión y la clara incitación a crímenes de odio al negarse a difundirlo.


Todos nosotros, como ciudadanos participantes del sistema democrático constitucional americano, no debemos preguntarnos por qué la mezquita ha de construirse ahí, sino más bien debemos preguntarnos: ¿por qué no? A estos falsos patriotas se les olvida que la mismísima nación que vociferan proteger tuvo su génesis en la búsqueda de libertad religiosa. Hoy sin embargo se dedican a difamar y pronunciar discursos de odio contra los musulmanes sumándolos a otros parecidos dirigidos contra minorías de hispanos, negros e inmigrantes. Selectivamente también parecen olvidar que sus antepasados fueron también inmigrantes ya que ninguno es descendiente de indígenas norteamericanos.

Estos irresponsables instigadores de odio pretenden revivir el discrimen contra los mormones, Testigos de Jehová, y otras denominaciones judías y cristianas que en muchos casos han tenido que recurrir a los foros judiciales para reivindicar sus derechos. No se escucha el autoproclamado coro amante de la libertad y democracia. Sigue mudo.

En América pasa algo similar a como han reaccionado muchos países europeos ante el marcado crecimiento de poblaciones musulmanas en sus principales ciudades. Aunque la comunidad musulmana nada tiene que ver con la merma en la asistencia a rituales cristianos, de repente en Europa se han encontrado sus iglesias y catedrales prácticamente vacías y a una vibrante comunidad musulmana que abarrota sus mezquitas u oratorios temporales.

En ninguno de ambos lados del Océano Atlántico se ha lidiado de la mejor forma con la integración, respeto y aceptación de las minorías musulmanas. Constantemente se dan palos a ciegas, ya sea prohibiendo la construcción de minaretes o prohibiendo a las mujeres el uso del velo islámico o jiyab e incluso obstaculizando la construcción de mezquitas ya sea negando o dilatando excesivamente los permisos de ubicación o construcción. La ignorancia sobre qué es Islam y quiénes son los musulmanes se suma a la deliberada desinformación orquestada por enemigos del Islam que muchas veces coincide con los enemigos de la religión en general. La falta de educación sobre el Islam y sus seguidores es una culpa compartida entre los organismos educativos y las comunidades musulmanas que han sido parcas y tímidas en darse a conocer e integrarse e interactuar con el vecino sin eso significar la rendición de sus propios identidad y credo.

Hay mucho trabajo que hacer para construir una mejor sociedad y no podemos dejarnos entretener con circos de medias verdades o mentiras que tienen el único propósito de infundir miedo y odio.

La academia, la iglesia, la sinagoga y los centros islámicos tienen la responsabilidad compartida de incorporar formalmente en sus agendas una educación respetuosa y seria sobre el Islam. Así cuando alguien encuentre que su profesor, compañero de trabajo o vecino es musulmán no se moverá a otra cosa, sino a construir una relación saludable.

Fuente: webislam.com

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