Conforme a una prolija encuesta realizada por el centro Gutman y el Instituto israelí para la democracia la mayoría de los israelíes judíos objetan cualquier tendencia a llevar a cabo un cuarto torneo electoral. En contraste, los ciudadanos árabes auspician esta posibilidad considerando que su ya considerable lugar en el parlamento con 15 representantes habrá de elevarse si tal hecho ocurre. Por añadidura, sólo un tercio de los encuestados se revela optimista respecto al futuro y la mayoría se identifica con las múltiples manifestaciones públicas en contra del gobierno encabezado por Netanyahu.
También las fuerzas policiales fueron censuradas por los consultados debido al uso excesivo de la fuerza respecto a las masas que multiplican sus quejas tanto en Jerusalén como en la residencia personal de Netanyahu en Cesárea. En llamativo contraste el liderazgo y las fuerzas del ejército merecen elogios y la mayoría pide que este sector se haga cargo de la lucha con el covid-19 en lugar del ministerio de salud.
Cabe agregar que los sectores religiosos – y en particular los más extremistas – revelan optimismo respecto al futuro de la democracia en el país. Dato que sorprende considerando que por su estilo de vida el virus los agrede con superior intensidad y que franjas extremistas de este público apenas toma parte activa en la economía y en la defensa del país.
En los próximos días la Knesset deberá tomar dos decisiones cardinales. La primera alude a la extensión del presupuesto nacional que el Likud aspira a limitarlo a un año; y la segunda deberá dictaminar si el affair de los submarinos adquiridos en Alemania es un tema que se debe replantear sin objeción alguna.
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