Los primeros signos de rebelión aparecen dentro del partido Likud, encabezado por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, tras la decisión de la Fiscalía General de imputarlo por tres casos de corrupción.
Gideón Saar, un destacado dirigente del Likud, expresó que –a diferencia de Netanyahu- cuenta con la capacidad y el carisma para armar una coalición de gobierno.
Saar instó a fijar un cronograma para las primarias el Likud, y lamentó que se hayan postergado desde hace varios años, indicando que es un requerimiento de la constitución del partido.
“Creo que se precisa… fijar las primarias para la dirección del Likud”, apuntó Saar en la Conferencia Diplomática de Jerusalem Post. “Creo que seré capaz de formar un gobierno y que podré unificar al país y la nación”.
Otra figura clave del Likud le dijo a la radio estatal Kan que tras la imputación también ha decidido postularse para disputar la dirección del partido.
Tras las imputaciones, el partido Azul y Blanco (Kajol Laván), liderado por Benny Gantz, aseguró que no se unirá a una coalición con Netanyahu y comenzó a juntar firmas para la formación del gobierno.
“Existe la preocupación –ya sea si las acusaciones demuestran ser ciertas o no- de que Netanyahu tome decisiones en base a sus intereses personales y para su supervivencia política y no en pos del interés nacional”.
En cambio, el diputado del Likud, Miki Zohar, rechazó la imputación contra el primer ministro argumentando que el fiscal general, Avichai Mandelblit, “no pudo soportar la presión”, y apuntó al fiscal del Estado, Shai Nitzan, como quien “luchó con todas sus fuerzas” para procesar a Netanyahu “a toda costa”.
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