Tratá de que no se sepa, por las dudas”. El consejo que le daba a Darío Gold su madre era imposible: que sus compañeritos de la escuela pública a la que iba en Caballito no se dieran cuenta de que él es judío. “Todos sabían, pero era la manera de querer protegernos de la discriminación. Los dos atentados eran muy recientes y todos andábamos con cuidado”, cuenta Darío, que hoy tiene 42 años y trabaja en una empresa exportadora. “Los tiempos cambiaron, pero los que somos judíos, de alguna manera siempre sufrimos acoso o comentarios discriminatorios”, dice.
Las denuncias por antisemitismo crecieron un 500% en el último año, de acuerdo con el reporte anual que confecciona la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA). Si en 2017, fueron 404 los ataques contra la comunidad judía, el informe preliminar de 2018 apunta que fueron más de 2000 las denuncias. El crecimiento del hostigamiento contra los judíos resulta preocupante para las autoridades de entidades de esa colectividad, a dos días del brutal ataque recibido por el gran rabino de la AMIA, Gabriel Davidovich, en su domicilio en la zona de Once.
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