"Papi, ¿Cuánto ganas por hora? ", con voz timida y ojos de admiración un pequeño recibia así a su padre al témino de su trabajo.
El padre dinigió un gesto muy severo al niño y repuso,
"Mira hijo, esos infomes ni tu mamá los conoce". No me molestes que estoy cansado".
"Pero papi", insistía, "Dime por favor cuánto ganas por hora".
La reacción del padre fue menos severa, solo contestó
"Ochocientos pesos por hora".
"¿Papi me podrias prestar cuatrocientos pesos?"...
Preguntó el pequeño.
El padre montó en cólera y le dijo. "Vete a dormir y no me molestes".