El Periódico y la “narrativa” palestina de la segunda “intifada”

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A veces hace falta tiempo para descubrir – o que aparezcan – las evidencias que explican un suceso – al menos, sus causas, las motivaciones de quienes lo provocan. Y en ocasiones, no hace falta que trascurra mucho tiempo para que esté razonablemente claro qué, cómo y por qué sucedió lo que sucedió: es lo que sucede con el caso de la llamada “segunda intifada” palestina, para el cual hasta altos funcionarios palestinos y la propia esposa de Yasser Arafat lo han dejado bien claro.

Menos para El Periódico, que el 28 de septiembre de 2020 (“20 años de la última revolución palestina fallida” – sí, para este medio la ola de atentados terroristas perpetrados por palestinos contra israelíes era una “revolución”) no sólo decidía ignorar la realidad, sino que idealizaba dicha intifada al punto de afirmar, en un destacado debajo del titular que se trató del “último levantamiento de un pueblo 100 veces derrotad”.

Es decir, el diario español elegía el “relato”, la propaganda, por sobre los hechos para recordar un capítulo tenebroso de la historia de Medio Oriente, a la vez que ofuscaba el hecho de que se trató, ante todo, de una agresión organizada contra un estado.


Porque, claro, al artículo se le caían le caía la realidad; es lo que sucede cuando se decide de antemano formar parte de la propaganda de los líderes palestinos: el producto, por fuerza, no es información. Y, así y todo, este terminaría por ser el menor de los males de esta crónica…

Volvamos a ese año 2000. Un poco antes de que se lanzara la “segunda intifada”. Durante el verano, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, acogió las conversaciones de paz en Camp David entre el líder palestino Yasser Arafat y el Primer Ministro israelí Ehud Barak, que sí mencionaba el medio. Las mismas culminaron en un plan integral conocido como los Parámetros de Clinton. Dicho plan incluía un Estado palestino en aproximadamente el 91% de Cisjordania (con compensaciones territoriales con territorio israelí anterior a 1967) y la totalidad de la Franja de Gaza, además del control sobre las secciones árabes de Jerusalén. Pero…
Pero Arafat se negó. Y El Periódico lo presentaba como una negativa razonable, porque había cuestiones que a Arafat no le gustaban… El medio no se molestaba en mencionar qué incluía el plan, bastaba con lo que el líder palestino había esgrimido como excusa. Eso dejaba mal parado a Arafat que, de hecho, regresó a casa para lanzar la “segunda intifada”.

Bill Clinton escribió en sus memoras (My Life):

“Cuando se fue [Arafat], todavía no sabía lo que iba a hacer Arafat. Su lenguaje corporal decía que no, pero el trato fue tan bueno, que no podía creer que nadie sería tan tonto como para dejarlo ir [el acuerdo]. [Ehud] Barak quería que yo fuera a la región, pero yo que quería que Arafat dijera que sí a los israelíes sobre los grandes temas plasmados en mis parámetros primero. En diciembre las partes se habían reunido en la base aérea de Bolling para unas conversaciones que no tuvieron éxito porque Arafat no quiso aceptar los parámetros que eran duros para él.

[…]

Como respaldo, los israelíes intentaron producir una carta con el máximo acuerdo posible sobre los parámetros, en el supuesto de que Barak perdería las elecciones y que así por lo menos dos lados estarían obligados a un camino que podría conducir a un acuerdo. Arafat incluso no haría eso, porque no quería verse concediendo nada. Las partes continuaron sus conversaciones en TabaEgipto. Se acercaron, pero no hubo éxito. Arafat nunca dijo que no; simplemente no podía decidirse a decir que sí. El orgullo antecede a la caída”.

Apenas un año después de iniciada la “intifada”, el Ministro de Comunicaciones de la Autoridad Palestina, Imad Faluji, en un mitin en el campamento de “refugiados” de Ein Hilwe en el sur de Líbano, declaró que la nueva intifada (la segunda intifada) había estado en planificación durante meses:

Quien piense que la intifada estalló a causa de la visita del despreciable Sharon a la mezquita Al-Aqsa, está equivocado, aunque esta visita fue la gota que colmó el vaso del pueblo palestino. Esta intifada fue planeada con antelación, desde el regreso del presidente Arafat de las negociaciones de Camp David, donde le puso la mesa boca abajo al presidente Clinton… [Arafat] rechazó los términos estadounidenses y lo hizo en el corazón de los Estados Unidos”. (MEMRI, Special Dispatch No. 194 – PA, March 9, 2001)

En este sentido, el Director Adjunto de la Autoridad Política y Educación Nacional de la Autoridad Palestina, Mazen Izz Al-Din declaró (televisión de la Autoridad Palestina 28 de mayo de 2002):

La Intifada de Al-Aqsa – si queremos ser sinceros y abiertos, la historia revelará un día – que la misma [la Intifada] y todas sus directivas pertenecen a la presidente y Comandante Supremo Yasser Arafat”.

Más recientemente, en septiembre de 2010, el líder de Hamás Mahmud Zahar, declaró ante una audiencia de estudiantes en la Universidad Islámica de Gaza que:

“El presidente Arafat dio instrucciones a Hamás para que llevara a cabo un cierto número de operaciones militares en el corazón de la Entidad judía [Israel] después de darse cuenta de que sus negociaciones con el Gobierno israelí de entonces habían fracasado”.

El Periódico prefería ceñirse a la “narrativa” palestina – aunque fueran altos cargos palestinos los que reconocían lo que era sabido por todos -, para afirmar que:

“La visita de Ariel Sharon el 28 de septiembre del 2000 a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén prendió la mecha de la segunda intifada palestina. …el tercer lugar más sagrado del islam”.

A la vez que presentaba una causa falaz para la segunda “intifada”, omitía mencionar que el Monte del Tempo es el lugar más sagrado del judaísmo (no es el Muro de las Lamentaciones, como afirmaba más adelante), aunque sí mencionaba que es el tercer lugar más sagrado del islam. La idea para el lector: una ofensa israelí contra el islam.

Vale la pena recordar lo que decía el Ministro de Comunicaciones de la Autoridad Palestina, citado más arriba:

Quien piense que la intifada estalló a causa de la visita del despreciable Sharon a la mezquita Al-Aqsa, está equivocado… . Esta intifada fue planeada con antelación, desde el regreso del presidente Arafat de las negociaciones de Camp David…”.

Bien, queda razonablemente claro que al medio español no le interesaban los hechos, que en su lugar le interesaba promover un estado emocional. Ahora bien, ¿cómo lo hacía – amén de silenciando la realidad?

De una manera siniestra:

“Los lamentos por los más de3.000 mártires perdidos durante el levantamiento que duró un lustro no encuentran su eco en un mundo árabe ajeno al sufrimiento de los palestinos. En el vigésimo aniversario de la última revolución palestina, solo Israel, que dejó un millar de víctimas en el conflicto, recibe apoyos y aplausos”.

No fue un conflicto, fue una campaña de ataques terroristas – muchos de ellos suicidas – llevada a cabo por palestinos a instancias de su liderazgo. Adoptar el léxico con que suele definirse a aquellos que mueren durante, antes o después de llevar a cabo uno de tales ataques, es quizás la forma más acabada de la adhesión a la llamada “causa” palestina – y, claro, a sus fines (basta echar un vistazo a la carta de la OLP o la constitución de Fatah; o hacer un recorrido por las declaraciones de sus altos cargos) y a los medios de los que se vale para alcanzarlos.

Más adelante llegaba a manifestar lo siguiente:

“Tras una primera intifada entre 1987 y 1993 conocida como la ‘revuelta de las piedras’, las populares rocas que empuñaban los palestinos contra los tanques israelís se quedaron pequeñas. Por eso, decidieron poner el cuerpo y su vida en la lucha. Más de130 atentados suicidas atacaron a la población civil de Israel, hasta ahora ajena a la violencia”.

Hay en inglés una palabra que define perfectamente este derrape ético: “romanticize” – hacer que algo, un suceso, parezca romántico; y sus fines elevados (por ende, el acto mismo, igualmente noble): el terrorismo casi como un loable, respetable recurso.
Y, por supuesto, siempre dando la idea de que la “intifada” era algo que los palestinos de a pie habían decidido por sí mismos, en una suerte de vinculación anímico-espiritual…

Pero volvamos un segundo sobre esta frase: “… las populares rocas que empuñaban los palestinos contra los tanques israelís se quedaron pequeñas. Por eso, decidieron poner el cuerpo y su vida en la lucha”, decía el texto.“Populares rocas” aparte (¿como si tuvieran voluntad propia, independiente del lanzador: con lo cual, no habría lanzador, es decir, no habría responsable?) , lo siguiente es sumamente inquietante porque evoca (con lo que parece casi una justificación) muchas de las publicaciones y declaraciones de líderes y altos cargos palestinos: la sangre (del palestino de a pie) como requisito indispensable para “liberar Palestina” – es decir, para acabar con Israel.

A partir de ahí, evidentemente nada podía sorprender. Si ya se ha suscrito tan enteramente a un “relato”, no es de extrañar que se adopte todo lo que lo compone sin el más mínimo sentido profesional. Así, la barrera de seguridad será “muro de separación” (aunque la parte de la barrera está formada por cercas alambradas); e Israel siempre parece virar siempre cada vez “más a la derecha” (tanto que va a terminar en el lugar de donde partió…); o así la “Franja ha sufrido episodios violentos por parte de Israel…”, sí, así como lo lee, total, ya que estamos, se borran los ataques del grupo terrorista Hamás.

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