‘Estamos operando una Línea Telefónica para Hombres Víctimas y Perpetradores de Violencia Doméstica’

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Estamos operando una línea telefónica creada para asuntos de violencia doméstica, pero única de una manera muy importante: el personal operativo está compuesto exclusivamente por hombres y la línea está destinada exclusivamente a hombres, incluyendo a hombres víctimas de violencia doméstica, y a hombres que sienten miedo de convertirse en – o quienes ya se saben a sí mismos – abusadores y violentos.

Aquí está el porqué. Durante décadas, el debate sobre la violencia doméstica se enfocó acertadamente en la mujer. Cuando se trata del hombre, el debate es mayormente sobre el castigo – cuánto tiempo debe ir el perpetrador a prisión, etc. Todo esto, obviamente, es completamente apropiado, especialmente en situaciones extremas, que pueden llegar a incluir el asesinato de la mujer. Pero también debemos recordar que solo una modesta cifra de casos de abuso doméstico de hecho culminan en asesinato. Hay mucha información al respecto que aún permanece oculta.

En Israel, donde operamos como parte de la Organización Internacional Sionista Femenina (WIZO), estadísticas oficiales nos dicen que aproximadamente 200.000 hombres están involucrados en casos de violencia doméstica en algún momento dado. Estos hechos de violencia afectan a una cantidad similar de mujeres, junto con unos 600.000 niños. Estas cifras rondan el millón de personas. Al mismo tiempo, 13 a 18 mujeres son asesinadas por su pareja en Israel cada año. Lo que es terrible – inclusive una es demasiado – pero debe darnos una idea de cuál es a groso modo la proporción de abuso doméstico que no llega a ser debatida en la esfera pública.


Las mujeres están expuestas de una forma desproporcionalmente mayor a ser víctimas de violencia doméstica, y en los últimos 30 años aproximadamente se ha hecho una tremenda labor en esa área. Pero es sabido que es más difícil resolver una situación de violencia doméstica si se trabaja siempre solo con uno de los géneros. Sabemos que las relaciones abusivas pueden durar años y hasta décadas – las parejas tienden mayormente a permanecer juntas, a pesar de la violencia: algunos por razones emocionales, otros por razones sociales, económicas o de practicidad, y muchos otros por una combinación de ambas. Sabemos también que inclusive el divorcio no necesariamente erradica la violencia de la ecuación. Entonces, hay una necesidad urgente de incluir al hombre en el debate sobre el asunto y convertirlo en parte de la solución.

Pero hay muchos obstáculos en este camino. Uno es el hecho de que solo los casos más extremos de violencia reciben cobertura de prensa. Entonces esto significa que algún hombre que está involucrado en una forma menos letal de violencia – física o psicológica – contra su pareja puede estar sentado tranquilamente en un bar, viendo las noticias o algún nuevo asesinato en la TV, y diciéndose a sí mismo – qué alivio que no soy yo el que está en la TV. Yo no soy así, yo estoy bien. Y así es como minimiza su actuar violento.

Otro es un resultado indirecto del hecho de que el debate público se concentra sobre todo en la mujer y en qué ella puede hacer para protegerse a sí misma de la violencia doméstica – a dónde puede pedir ayuda, como ella es quien debe estar alerta ante cualquier señal de abuso de parte de su pareja y demás. Todo esto es importante y útil, pero los hombres que observan este debate pueden muy fácilmente decirse a sí mismos que no es su responsabilidad monitorear su propio comportamiento.

Un tercer factor – junto con la dificultad de muchos hombres de compartir su dolor y su angustia – se encuentra también el miedo. Ellos muchas veces asumen que las redes de apoyo son operadas por mujeres y para mujeres, y que por ende pueden inclinarse a no brindar apoyo a un hombre que llama a pedir ayuda. Y también, tienen miedo de que hasta la más pequeña admisión de cualquier tipo de comportamiento dañino los catalogue de la misma forma que a asesinos y hasta que resulte en su arresto, perdiendo así sus familias, o como mínimo siendo avergonzados públicamente.

Entonces, cuando un hombre recurre a los servicios existentes, es por lo general cuando ya ha herido a alguien y/o ya se ha involucrado en problemas con la ley. El tratamiento puede ser la libertad condicional o una sentencia parcial, por ejemplo. Pero aún en estas instancias, sigue siendo necesario rehabilitar, no prevenir.

De hecho, sí se puede ayudar a un hombre antes de que este cause un daño irreversible. Fue por eso que empezamos a pensar en crear una línea telefónica hace poco más que una década, y recién pudimos lanzarla hace alrededor de 6 años – gracias a WIZO Nueva York, quienes a pesar de ser históricamente una organización formada por mujeres y para mujeres, entendieron completamente la necesidad de crear este servicio y así fue como decidieron ofrecernos su apoyo.

Siempre pensamos que si hubiera una solución específicamente diseñada para hombres, ellos sí la utilizarían, inclusive sin ser obligados a hacerlo por parte de las autoridades. Fue por ello que nos propusimos cambiar el debate, y normalizar la discusión sobre el tratamiento terapéutico entre los hombres israelíes. Hacemos esto a través de campañas exhaustivas de concientización – desde stickers en las paredes de los espacios públicos hasta talleres y conferencias. Trabajamos en conjunto con abogados, la policía, la corte y ministerios del gobierno para hacerles ver que los hombres en las crisis de violencia doméstica califican también como público para recibir ayuda y tratamiento preventivo, no solo para ser penalizados y para recibir rehabilitación post-condena.

La línea telefónica juega un rol clave – aquí es donde ponemos en práctica lo que predicamos. Es la única en su categoría en Israel. Es completamente anónima. A nadie se le pregunta ni su nombre ni ningún otro dato personal, y ninguna de las conversaciones queda grabada. Está operada por voluntarios capacitados, todos hombres, en turnos de 12 horas, de 8 am a 8 pm, y hay un sistema de buzón de voz que funcional durante los fines de semana y en horas de la noche. La mayoría de las conversaciones son en hebreo, pero recientemente nos hemos expandido a árabe y amhárico, y esperamos poder dar servicio pronto a ruso parlantes también. También tenemos un servicio de chat en línea para aquellos que se sienten más cómodos escribiendo en vez de hablando. Y todo esto está elaborado con el objetivo de poder traer al solicitante a terapia, y de sacar a los hombres del círculo de soledad y aislamiento que frecuentemente fomenta el comportamiento violento.

Sólo en el último año – el año de la pandemia – recibimos más de 1.000 llamados, desde la parte receptora de la violencia doméstica hasta de hombres preocupados por su propio comportamiento, así como de miembros de la familia, parejas, colegas preocupados, y la lista sigue. Es casi el doble de la cantidad de llamados que recibimos el año anterior. Y nos esforzamos especialmente para poder llegar a círculos sociales más grandes – para que el hombre que ve que un amigo está siendo abusivo o violento pueda tener también las herramientas para decirle, “Hermano, esto que haces no está bien, ¿por qué lo haces? ¿Quieres hablar con alguien? Tengo un número al que puedes llamar, con total discreción”. Creemos que es muy motivador cuando un hombre llama y dice “Yo estoy bien, pero estoy preocupado por el comportamiento de un amigo hacia las mujeres, o hacia otra gente en su vida.” Esto significa que el enfoque de la discusión sobre este asunto está cambiando.

Nuestros voluntarios se concentran en dos enfoques: uno es la comprensión, la compasión, la contención, el apoyo al hombre que está llamando. Y el otro es la cero tolerancia al comportamiento violento. Y es un gran desafío – tratar de ser lo más empático posible al mismo tiempo que tratan de decirle al solicitante que el comportamiento o el patrón que está describiendo de hecho es violento y fuera de los límites. El objetivo a largo plazo es disipar su miedo a la terapia y lograr que bajen la retaguardia lo suficiente como para poder ayudarlos, lo que normalmente requiere más de una conversación – los voluntarios luchan por construir una relación con los solicitantes, asegurándose de que estos sigan llamando una y otra vez. Esta es la parte más importante porque algunos perpetradores han experimentado el abuso en carne propia también, lo que generalmente hace que tengan mayores problemas de confianza.

Me asusto a mí mismo

A veces hay hombres que llaman y empiezan poniéndose a sí mismos como la víctima y a sus esposas como las abusadoras, y solo de forma gradual admiten su propio comportamiento violento – a menudo cuando minimizan dicen: “Sí, le tiré un objeto pero fallé. Entonces no cuenta, ¿correcto?”. Pero el simple hecho de que estén llamando a nuestra línea significa que reconocen en cierto nivel que están haciendo algo que no está bien. Algunas veces llaman buscando reafirmarse: “Mis amigos o mi esposa me han dicho que llame porque dicen que soy abusivo, pero no lo soy, y quiero que ustedes me lo confirmen.” O sino llaman a preguntar siquiera qué es considerado abuso. “¿Gritar me hace abusivo? ¿Sacarle a mi esposa su tarjeta de crédito? – No pretendo herirla, pretendo enseñarle a ser más responsable porque nuestra cuenta conjunta está en negativo. Ella podrá pedirme dinero una vez al mes – ¿eso es violencia?”. Luego la conversación pasa a ser más sobre cuál es la parte violenta de su comportamiento y sobre qué otras opciones tiene para abordar lo que él considera que es la “causa”, muchas veces los hombres nos llaman con un pedido directo de ayuda para resolver una situación o un dilema sin dañar o controlar a alguien.

Otras veces hay hombres que nos llaman diciendo “Estoy aterrorizado por mi propio temperamento, tengo miedo de herir a alguien, ayúdenme”. O un hombre nos llama llorando, diciendo que tiene miedo de convertirse en parte de las estadísticas de hombres que abusan de sus parejas. “Amo a mi esposa, amo a mis hijos, no quiero herirlos, no sé qué es este comportamiento que se está apoderando de mí”. En algunas ocasiones incluso frenan y nos piden que antes de que sigan hablando les prometamos que no vamos a pasar su confesión a las autoridades y que estas no les sacarán a sus hijos. Cosa que no haremos, nuestro propósito es construir una relación de confianza y lograr que el solicitante busque un tratamiento terapéutico. Podremos ser muy directos en condenar la violencia o el comportamiento controlador, pero también buscamos asegurarle al solicitante que está seguro con nosotros, que lo vemos como una persona con un problema que tiene solución en vez de como un monstruo o un potencial asesino.

Muchos de nuestros solicitantes se sienten impulsados por dolor y angustia. Al mismo tiempo, el miedo de perder su relación o su familia también representa una motivación importante para la gente para abrirse a la posibilidad de tratamiento. Los hombres en Israel, al igual que en la mayor parte del mundo, son mucho menos propensos que las mujeres a buscar terapia. Pero el miedo de alienar a sus hijos o de herir a sus esposas emocionalmente de una manera irreparable – sin mencionar el miedo de su propia agresividad física – es lo que les permite a muchos hombres sentir la necesidad de pedir ayuda. Las llamadas más difíciles pueden venir frecuentemente de hombres que están en medio de un divorcio doloroso, que se enfrentan a sí mismos y a su propio comportamiento al descubierto por primera vez y quieren cambiar para mejor, o al menos intentar mantener o reiniciar la relación con sus hijos. La paternidad es un motivador muy poderoso.

Algunas de ustedes pueden preguntarse – ¿qué pasa si alguien llama cuando está a punto de herir a otra persona? ¿o a sí mismo? Mientras esperamos nunca tener que enfrentar un llamado de este estilo, D-os no quiera, en caso de que tengamos un solicitante en la línea que se encuentra en riesgo inmediato de herir a otros o a sí mismo, actuaremos de acuerdo con la ley. Pero afortunadamente existen líneas de prevención de suicidio en Israel que son las que más probablemente reciban ese tipo de llamados.

En nuestra opinion, nuestra línea telefónica demuestra que si se brinda un servicio de apoyo para hombres, ellos lo utilizan. Funciona. No se puede ver lo que estamos haciendo y decir que ningún hombre puede ser ayudado, o quiere ser ayudado. Incluso vemos que el número de llamados aumenta en proporción directa con nuestras campañas publicitarias – cada vez que hacemos correr la voz, recibimos más llamados. Puede llevar tiempo – puede que algunos hombres agarren nuestro número y este quede guardado en sus bolsillos durante semanas antes de que se decidan a llamarnos. Pero lo hacen. Y luego de todos nuestros años de experiencia en la lucha contra la violencia doméstica y de género estamos absolutamente convencidos de que nunca se puede enfrentar este tipo de violencia si sólo se habla sobre los hombres pero no con los hombres.

Las mujeres necesitan apoyo, y los hombres necesitan que se les enseñe a hacerse responsables de sus propios actos de violencia, así como a pedir ayuda, en caso de que ellos sean abusados. Los hombres necesitan aprender a hablar entre ellos sobre su propia actitud violenta, a debatir sobre su propio comportamiento con sus mentores y sus amigos. Pero para empezar, pueden llamarnos y hablar con nosotros.

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