Este primero de mayo habría que dedicar algún momento de nuestro día y energía a pensar en la relación que existe entre los efectos del COVID y la mala distribución de ingresos y sobre todo servicios médicos y sociales entre la población.
¿Cómo se explica que Líbano, con la misma población que Massachussets, pero siendo un país “subdesarrollado” tenga solo una décima de las víctimas del estado estadounidense, uno de los más ricos en el país más rico?
Muy fácil, en Estados Unidos los pobres son cada día más pobres y cada día menor protegidos por gobiernos como el actual que busca solo el beneficio de los dueños y accionistas sin ninguna consideración para los trabajadores y la sociedad que solo son vistos como “hormigas productoras” y “consumidores manipulables”.
Por eso en Líbano el sistema médico respondió con más solidaridad social que en Estados Unidos donde por semanas se retrasó toda respuesta tratando de evitar costos que pudieran disminuir las utilidades de hospitales, laboratorios etc. y claro, como entre las víctimas destacan los migrantes (anónimos), los hispanos, los afroamericanos y otras minorías que además de estar mal pagadas no han sido protegidas por sus empresas, nadie les dio mayor importancia a las consecuencias. Las tumbas anónimas de migrantes que nadie reclama son testigos de esta disparidad económica y de que el populismo corporativista si mata.
Quizás sea tiempo de cambiar las premisas del capitalismo sin límites de la últimas décadas y del populismo corporativista que se dedica a repartir beneficios solo entre sus “afiliados” y en vez de afirmar que la principal obligación de una empresa es para sus accionistas cambiarlo a que su principal preocupación sean sus tres pilares: sus accionistas, sus empleados que hacen posible la utilidad, y su comunidad la que, como demuestra el COVID, si la empresa no está alineada con la sociedad y su bienestar, su malestar termina afectando negativamente a la empresa.
Igual para el populismo, que dice que su principal preocupación son las más pobres, estos no tienen posibilidad de mejoría sin la participación de empresarios responsables socialmente.
Ambos “extremos” el capitalismo accionario y el populismo corporativo deben expandir su visión para volverse inclusivos.
Una sociedad sana tiene menos pobres, sus pobres son menos pobres, más participativos política, educativa y económicamente (lo cual los hace cada vez menos pobres) y sus empresarios más sensibles, más consientes más participantes lo cual aparentemente podría hacerlos menos ricos, pero, a la larga los hará mucho más ricos porque extenderán su cantidad de consumidores y su apoyo de la sociedad.
Este primero de mayo es tiempo de cambiar prioridades para salvarnos y crecer todos juntos como equipo, no como competidores o peor, polos opuestos.
Tiempo de meditar,
Tiempo de actuar
porque se acaba el tiempo.
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