Desde su nacimiento en 1948 el sistema democrático israelí acertó superar no pocos peligros y riesgos. Los choques militares con países vecinos, los actos de sabotaje dentro y fuera de sus fronteras, los cambios radicales de gobiernos y gabinetes, las crisis económicas, las protestas multitudinarias por parte de grupos que protestan por la discriminación étnica o por la preferencia sexual:ninguna de estas circunstancias en momento alguno trastornaron la libertad y las instituciones parlamentarias en este país. Con la corona y bajo el liderazgo de Netanyahu este escenario empieza a conocer un viraje radical.
Hace unos días, en la oscuridad de la medianoche, el ministro de justicia israelí – fiel servidor de Netanyahu – resolvió cerrar los tribunales. Por su cargo y por su preferencia sexual le debe ciega obediencia. Pocas horas después el parlamento fue reunido e inmediatamente disperso por decisión de su principal vocero que se apegó a órdenes superiores. Y cuando el jueves último partidos de la oposición y fracciones inquietas de la ciudadanía resolvieron marchar a Jerusalén para protestar ante el Parlamento y la Suprema Corte fueron detenidos y multados por la policía con el argumento de que toda manifestación está prohibida por la ingrata revelación de la corona.
Circunstancias que no impiden a Netanyahu aparecer diariamente en todas las cadenas de televisión – a pesar de que las odia – y aludir no sólo a los peligros de una epidemia que no distingue entre razas e ideologías. Matiza el discurso con referencias egocéntricas que aluden a sus múltiples acciones en sus trece años de gobierno.
Triste escenario que refleja no sólo un oscuro momento en este país. Forma parte de la aparición y consolidación de regímenes autoritarios que tienden a generalizarse. Desbordan los casos conocidos en China, Rusia y algunos países africanos. Con rasgos propios se consolidan en Europa oriental y en América Latina. Corona tiende a elevar y legitimar monarquías absolutas con argumentos aparentemente bien fundados.
Si la democracia israelí,después de haber resistido hasta hoy múltiples desafíos está en peligro- qué cabe anticipar en países donde la libertad pública ha conocido suspensiones y tropiezos?
El lector juzgará.
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