Las elecciones de Israel apuntan a un gobierno de unidad

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Del 17 de abril al 17 de septiembre, son sólo cinco meses pero en la política israelí es una eternidad imprevisible. Hace cinco meses el primer ministro Benjamín Netanyahu recibía confiado el encargo de la formación de su cuarto Gobierno consecutivo tras las elecciones en las que el empate con el centristaBenny Gantz a escaños (35 de 120 de la Knésset) le supo a gloria. Pero, contra todo pronóstico, fracasó.

Anoche, el veterano líder del Likud se fue a dormir decepcionado y mucho más vulnerable tras los comicios en los que, según el recuento no oficial del 91,5% de los votos y los sondeos a pie de urnas emitidos en las tres cadenas de televisión, volvió a empatar con el ex jefe del Ejército. Empate entre partidos y entre bloques. En otras palabras, incertidumbre, bloqueo y presión para la formación de un Gobierno de unidad que evite tres elecciones en menos de un año.

Esta vez, el empate sabe a derrota para el Likud. En el referéndum sobre su legado, presente político y futuro personal (imputación por corrupción previa audiencia), Netanyahu ha fracasado al no lograr su gran objetivo: el apoyo de 61 escaños de una coalición derechista sin necesidad del líder de Israel Beitenu, Avigdor Lieberman. Éste, con las llaves del desbloqueo, anunció su fórmula : «La situación económica y de seguridad de emergencia requiere un gobierno de unidad liberal con Azul y Blanco, Israel Beitenu y Likud».


La formación árabe se convierte en la tercera fuerza del Parlamento siendo un factor importante a favor de Gantz en la batalla de bloques. El pequeño partido ultraderechista Otzma Yehudit ha vuelto a fracasar en su intento de entrar en la Knésset.

Poco antes de las tres de la mañana, Gantz apareció ante los suyos en una sala de Tel Aviv donde intentó contener la euforia a la espera de los resultados definitivos. El ex jefe del Ejército reveló que ya habló con varios líderes de la izquierda para intentar formar un «amplio gobierno de unidad».

«Hemos cumplido la misión y lo que es más importante a nuestra forma. Hoy empieza el camino para reparar y unir la dividida sociedad israelí», señaló Gantz destacando que «Netanyahu ha fracasado en su misión». «Más de un millón de ciudadanos han dicho no a la incitación y corrupción y sí a la unidad y honestidad», añadió consciente que tendrá muy difícil gobernar sin la cooperación con el Likud.

Poco después, aparecía un afónico Netanyahu en la sede electoral del Likud. «Hemos acabado una campaña electoral muy dura. Los medios de comunicación fueron parciales contra nosotros pero hemos logrado un gran éxito», declaró. En un mensaje a Gantz, añadió: «No puede haber un gobierno que se apoye en partidos árabes antisionistas que rechazan la existencia de Israel como Estado judío y democrático y que elogian a terroristas que asesinan a nuestros soldados y ciudadanos». Abriendo la puerta sin entusiasmo a Gantz o Lieberman, Netanyahu anunció que entablarán negociaciones «para la formación de un fuerte gobierno».

Aunque el paisaje se esclarecerá en los próximos días, aumentan las posibilidades de un ejecutivo de unidad con rotación. Azul y Blanco acepta el pacto con el Likud pero lo condiciona a que no esté Netanyahu por su proceso judicial. «Somos fieles a Bibi», avisa la dirigente del Likud, Miri Regev que a su vez condiciona que sea Netanyahu el primer ministro.

Pese al severo golpe, Netanyahu no ha dicho la última palabra. Esta madrugada, llamó a sus socios (dos partidos ultraortodoxos y uno de la derecha religiosa) para pactar un frente común de bloqueo ante Gantz.

Agobiado por los tres casos que espera desmantelar ante el fiscal general en tres semanas, afrontó la cita electoral más trascendental desde que ocupa el poder en el 2009. No es lo mismo luchar por su inocencia con la inmunidad que le permite la ley como jefe de Gobierno (hasta la sentencia judicial) que como un ciudadano más.

La tensa jornada, marcada por los desesperados llamamientos del voto de Netanyahu y Gantz en playas, mercados y redes sociales, finalizó con un índice de participación (69,4%) superior en un 1.5% respecto al 9 de abril. Pese al malestar por repetir comicios en medio año, los israelíes acudieron en masa a las 10.885 urnas fruto de las pasiones en torno a la figura de Netanyahu que divide al país. Los likudnikim se movilizaron para mantenerle mientras la centroizquierda aparcó su habitual apatía para lo contrario. El debate en torno al hombre que batió el récord de longevidad de David Ben Gurion en verano (más de 13 años en dos etapas) sirvió como gasolina tanto para los que querían que siga al volante de Israel como para los que soñaban que lo abandonen.

«Es importante que los ciudadanos vayan a ejercer su derecho democrático. Queremos una esperanza nueva, traeremos un cambio sin corrupción ni radicalismo», señaló Gantz tras votar.

«Los medios informan de elevados porcentajes de votación pero no que son en feudos en la izquierda mientras en los de la derecha son mucho más bajos. Votantes del Likud, ¡salid ahora a votar o tendremos un Gobierno de izquierda con partidos árabes!», pedía Netanyahu en sus quince directos en Facebook antes de coger el megáfono y recorrer, a sus casi 70 años, las calles de Jerusalén: «Los índices en Tel Aviv son más altos que aquí».

Fiel a su estilo, Gantz pidió el voto de forma más moderada mientras su número dos Yair Lapid se acercó a la playa rogando el voto a los jóvenes en bañador.

Los mapas de votación reflejaron la fragmentación del país en las cuatro grandes tribus: Laicos, árabes, sionistas religiosos y ultraortodoxos. Una vez más, Tel Aviv fue la gran esperanza del frente «anti Bibi». En abril, el 45,7% votó a Gantz frente al 19,3% del Likud que es mucho más popular en Jerusalén y la periferia.

Precisamente en Tel Aviv Tony Raichler, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Likud, presidió una mesa electoral. «Netanyahu ha situado a Israel a otro nivel al transformarlo en una potencia económica y política en el mundo. Tiene influencia, fíjese se reúne con Trump y poco después con Putin», afirmó a EL MUNDO. ¿Netanyahu no es responsable de la crispación? «Siempre echan la culpa a la derecha pero nadie habla del lenguaje de la izquierda contra los religiosos», contesta Raichler que llegó de su Venezuela natal hace diez años. «¡Israel necesita cambio, moderación y unidad!», nos decía Asaf con una camiseta de Azul y Blanco.

La canibalización golpeó a los pequeños en la derecha e izquierda que intentaban sobrevivir al apetito de Likud y Azul y Blanco hambrientos por ser la lista más votada. El izquierdista Meretz, el partido laborista y el de la derecha religiosa alcanzaron el umbral (3,25%) para estar en la 22ª Knésset que hará todo lo posible para no volver a disolverse.

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