Hace ya días que creíamos haber salido del impacto de la invasión rusa a Ucrania, de ese “¿Cómo? ¿En el siglo XXI?”…y las terribles imágenes transmitidas desde los escombros y la huida de los civiles, a veces bombardeados inclusive durante proclamados corredores humanitarios cuya santidad es violada por los rusos, continúan acosándonos.
La guerra es terrible, y las víctimas ucranianas son todas inocentes, sean cuales sean los errores políticos que pueden haber cometido sus autoridades. Claro está, a nuestro criterio, que inclusive si se equivocó Ucrania y si se equivocó la OTAN al no captar cuán grave era para Rusia la expansión hacia el Este de la zona de influencia occidental, percibida por Putin como una amenaza, nada justifica este horror. Absolutamente nada.
Y menos que menos los crímenes de guerra cometidos por Putin, que ya sabemos que es despiadado y por ende peligroso. No tiene límites y al parecer quizás precisamente si entiende que está cometiendo errores, no se permitirá dar marcha atrás. Es como dijo un analista que oímos hoy-que lamentablemete no podemos nombrar porque no tenemos su nombre exacto- refiriéndose al pasado de Putin: “Se ve que no se puede sacar a la KGB de adentro”.
Y esta situación, crea serios dilemas.
El primero es para Occidente en general, especialmente para la OTAN. Aunque Ucrania no se había sumado a este pacto militar que exige que todos participen en la defensa de uno de sus miembros atacados, claro está que sin ayudar a Ucrania, resulta difícil imaginarla derrotando a Rusia. Militarmente, está prácticamente sola, con ayudas muy puntuales de Alemania y algún otro país. Pero la ayuda de envergadura que precisaría, no se la aprueban. Ni siquiera acepta Estados Unidos la propuesta polaca de dar todos sus aviones de guerra y que después se los completen. Ni aceptan el pedido del Presidente Zelensky que la OTAN proclame zona de exclusión aérea sobre Ucrania, para que aviones rusos no la puedan atacar.
Los dejan solos, es lo primero que uno piensa con furia. Pero por otra parte, es más que probable que una actitud diferente de parte de Europa y EEUU,no haría menos que ampliar la guerra. ¿Acaso eso sería bueno para Ucrania? No es seguro. Habría mayor resistencia a Rusia, sí, pero también más sitios en peligro.
Pero si no se ayuda militarmente a Ucrania..¿acaso alguien parará a este déspota ultranacionalista al que nadie se anima a enfrentar de verdad salvo el pueblo de Ucrania?
Serio dilema.
Otro tipo de dilema es el que está viviendo Israel en relación a los refugiados. Desde el comienzo de la guerra en Ucrania hasta este viernes 10 de marzo de mañana, casi 6.000 refugiados ucranianos entraron a Israel, aunque no es por cierto país limítrofe, o sea no es uno de los primeros a los que logran huir. La enorme mayoría, son ucranianos no judíos. Y lo mencionamos, ya que en el caso de Israel, evidentemente, hay un vínculo especial de parte de los judíos que a menudo, cuando se hallan en situación de emergencia, el lugar en el que saben que serán recibidos como hermanos, es precisamente el Estado judío, Israel.
Es por eso que en 1950, como expresión de responsabilidad de parte del Estado judío , se promulgó la Ley del Retorno que permite el ingreso y promete ciudadanía a todo judío de cualquier parte del mundo . Esa responsabilidad surge de la historia misma del pueblo judío. El Estado de Israel fue creado como hogar nacional del pueblo judío, con raíces históricas milenarias con su tierra ancestral, y también como refugio. Si hubiera existido durante la Segunda Guerra Mundial, quizás la Shoa no habría ocurrido.
Nos parece, por eso, más que comprensible y legítimo que Israel acepte sin límites a todo aquel amparado en la Ley del Retorno, que quiera convertirlo en su hogar.
Por otro lado, quisiéramos oir a la Ministra del Interior proclamando un cambio en la política anunciada de recibir 5.000 de los otros ucranianos que no se incluyen en la mencionada ley-además del permiso de quedarse a casi 20.000 que están ahora en forma ilegal desde antes- , y anunciando que no hay límites, y que pueden llegar todos aquellos que lo necesiten, hasta que pase el peligro.
Hay un solo Estado judío en el mundo y es natural que se desee preservar su condición de tal. Pero creemos que si entran decenas de miles de ucranianos sin vínculo ninguno con Israel por un tiempo, no serán una amenaza al carácter de Israel como Estado judío. Sería un motivo de orgullo saber que a todo lo que Israel ha hecho hasta ahora para brindar ayuda humanitaria a distintos niveles, se agrega la exitosa recepción de refugiados. Así debe ser en el Estado judío.
A pesar de esta convicción que hemos planteado, que por una cuestión de valores consideramos debería concretarse, hay algunas aclaraciones a hacer sobre los amparados por la Ley del Retorno.
Cabe señalar que la Ley del Retorno determina que quienes tienen derecho a emigrar a Israel y convertirse en ciudadanos, son judíos (hijos de madre judía, tal cual lo determina la Halajá, la ley religiosa judía), su cónyuge (aunque no sea judío/a) y sus hijos y todo aquel que tiene o tenía al menos un abuelo judío. En la práctica, esto incluye a numerosas personas que no son judías y que no viven como tales, especialmente en el caso de los llegados de la ex Unión Soviética.
También ahora, entre quienes serán recibidos no como refugiados sino como nuevos inmigrantes y por ende tendrán ciudadanía israelí, están incluidos numerosos ucranianos que son familiares cercanos de un ucraniano judío, aunque ellos mismos no lo sean.
Y no está de más recordar que también los amparados en la Ley del Retorno, son refugiados de guerra.
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De todos modos, esperamos que en los próximos días se ajuste la política oficial de Israel al respecto.
Algunos errores cometidos en los últimos días, en los que no se organizó debidamente las condiciones en el aeropuerto de aquellos que estaban aguardando respuesta a la solicitud de ingreso , han sido subsanados y todos son trasladados a un hotel de Tel Aviv. Ojalá que se siga aprendiendo de los errores y se los corrija a la brevedad.
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