Los múltiples rostros de Jonathan Pollard

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La definitiva liberación de Jonathan Pollard- después de haber sido penado en USA con 30 años de cárcel y cinco más de estrecho control durante su residencia en Nueva York- suscita sentimientos contradictorios. Ciertamente, prevalece la actitud de considerarlo un héroe por sus actividades de espionaje en favor de Israel cuando servía en la marina norteamericana. Y no hay duda que en su momento suministró información valiosa a este país con un alto costo personal.

De aquí que la noticia de su cercana llegada a Israel – si su esposa logra concluir un tratamiento médico- suscita el entusiasmo de no pocos, como si se tratara de un prisionero que, por su irrefrenable amor al país, debió sufrir torturas sin límites. Conforme a esta actitud, el gobierno le concedió hace ya 25 años la ciudadanía israelí. Un elocuente signo de gratitud.

Sin embargo, no pocos formulan reservas a estas infladas manifestaciones. Cabe apuntar, por ejemplo, que cuando Rafi Eitán – una de las figuras más importantes en el espionaje israelí – publicó sus Memorias hace poco menos de un año se abstuvo deliberadamente de mencionar sus actividades en favor de Pollard. Creo que Eitán bien sabía que antes de espiar en favor de Israel, Jonathan había ofrecido sus servicios –a cambio de altas sumas- a países como Sudáfrica, Pakistán, e incluso Peking.


Más aún: el confiable artículo que Wikipedia le dedica refiere que- contrariamente a sus relatos – Pollard nunca estuvo en su juventud en Israel ni sirvió en el ejército. Fueron productos de su fantasía probablemente encendida por las drogas. Más aún: durante su servicio en diferentes ramas del ejército norteamericano recibió tratamiento psiquiátrico.

De aquí las ambivalencias que suscitan su figura y su trayectoria. Eitán bien conocía su zigzagueante trayecto, y de aquí la abstención en su autobiografía – páginas que merecen la versión al castellano- de cualquier alusión a Pollard.

En suma: creo que más por razones públicas y políticas que por adhesión a la áspera verdad, Pollard merecerá al llegar a  Israel una entusiasta recepción.          

Acerca de Joseph Hodara

Invitado por la UNAM llegué a México desde Israel en 1968 para dictar clases en la entonces Escuela de Ciencias Políticas y Sociales ( hoy Facultad). Un año después me integré a la CEPAL con sede en México para consagrarme al estudio y orientación de asuntos latinoamericanos. En 1980 retorné a Israel para insertarme en las universidades Tel Aviv y Bar Ilán. En paralelo trabajé para la UNESCO en temas vinculados con el desarrollo científico y tecnológico de América Latina, y laboré como corresponsal de El Universal de México. En los años noventa laboré como investigador asociado en el Colegio de México. Para más amplia y actualizada información consultar Google y Wikipedia.

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