Ningún ideólogo supera a Marx cuando se estudia el nacimiento y la formación del siglo XX. Los altibajos que precedieron e incluso motivaron dos guerras mundiales, la modernización de Rusia, China y Cuba, las ideologías desarrollistas que se conocen en América Latina, el partido Labor británico, el ascendiente borojovista en la colonización judía de Palestina sin excluir fracciones de los Demócratas norteamericanos: algunos hechos y tendencias que con relieve dispar señalan la presencia del judío Karl Marx.
Se justifica recordar entonces algunos pasos de su travesía.
Entre el poeta y el filósofo
En los días del 1843, un joven que aún debía resolver cuál será la pasión de su vida pasó el portal del poeta Heinrich Heine. Abrumaba a ambos la torcida intención de la policía alemana de arrojarlos a alguna frontera vecina para que sólo desde lejos enhebrasen rimas y reflexiones por algún amor olvidado o por la justicia pisoteada. Uno y otro nacieron judíos, y los dos escondían en la intimidad el signo incorregible escrito por sus padres. Y ambos intentan con voz propia enriquecer la cultura y los rumbos de las sociedades donde nacieron.
Marx admira al poeta, le recuerda versos de Shakespeare y alude a los filósofos griegos que son el tema de su tesis universitaria. Fue un encuentro rápido y breve. Se repetirá en años futuros cuando uno y otro, en lenguajes peculiares, conquistan los escenarios de Europa.
La cuna y formación de Marx
Los abuelos de Marx fueron Ilustres rabinos que procuraron ajustarse a la cultura alemana sin abdicar a sus creencias. Al cambiar radicalmente la atmósfera europea, sus padres renunciaron formalmente a algunos rasgos judíos con el fin de integrarse a ella. Marx nació el 5 de mayo de 1815 en la Renania alemana, el tercero de nueve hermanos, y desde la adolescencia mostró ardiente entusiasmo por la reflexión filosófica. Inclinación apurada por su origen.
Estudiante en la universidad de Berlín, asistió a las clases de Herman Hegel y Friedrich Karl von Savigny, fanáticos abogados del absolutismo prusiano. Para enriquecer su formación también escuchó al judío Eduard Gans, un inteligente discípulo de Hegel y cercano amigo del poeta Heine. Experiencias que le animaron a alejarse de planteamientos sustancialmente afines a la teología tradicional. Prefiere entonces adherir a algunas posturas que ulteriormente serán denominadas izquierda hegeliana. Empieza a creer que la misión de la filosofía no es sólo comprender el mundo; es también cambiarlo.
Obtiene el título de doctor en filosofía en la universidad alemana de Jena con una tesis que expone y evalúa a los clásicos Demócrito y Epicuro. Y en este tramo contrae matrimonio con Jenifer von Westphalen, hija de una rica familia protestante. El fuerte y sostenido amor entre ellos atinará a superar prejuicios, conflictos y pobreza.
Primeros pasos
Al constatar que eran reducidas las posibilidades de una carrera universitaria, inicia primeros pasos en el periodismo. Moses Hess, publicista judío instalado en la ciudad alemana de Colonia, le ofrece su primer empleo. En múltiples páginas Hess había señalado la importancia de factores económicos en el hacer histórico; y en paralelo predicaba el retorno de los judíos a la Tierra que habían abandonado. Al toparse con Marx escribió: …. ” el doctor Marx es aún muy joven, pero con el tiempo disparará el tiro de gracia a la religión y a la política medievales…Él combina la seriedad filosófica más profunda con el talento más mordaz…” Certera anticipación.
Los textos periodísticos de Marx adoptaron desde la partida un tono crítico y radical adverso a la clase terrateniente prusiana. Señalaron en particular la mísera condición de los campesinos obligados por la miseria a robar la madera podrida de los bosques. Apuntes que las autoridades habrían tolerado si Marx no hubiese incurrido en un pecado mayor: la filosa censura al zar ruso- entonces aliado de Prusia- y un estridente llamado a propiciar una guerra contra Moscú. Opiniones que condujeron al cierre del periódico.
Un nuevo entorno
El joven matrimonio resolvió entonces trasladarse a Paris. Allí Marx se reencontró con Heine, ya ampliamente celebrado por sus poemas y obras teatrales. Siete años (1843-1850) en esta inquieta ciudad modelaron su carácter y sus ideas. Le interesaron en particular la teoría del valor enunciada por el judío-inglés David Ricardo, los planteamientos sobre la explotación social esbozados por Jean B. Fourier y Max Stirner, y, en particular, los altibajos de la dialéctica enunciados por Hegel. Leyó también páginas de Saint-Simon que sugieren que las relaciones económicas tienen alta importancia y que dan lugar a conflictos entre clases. Ciertamente, los gobiernos procuran ignorar estos episodios, entorpecen el cambio social y gozan del ocio. Saint Simon agrega que en los tiempos modernos la iglesia y los ejércitos comparten el poder con los banqueros y los dueños de las industrias. En estas circunstancias, los trabajadores urbanos constituyen una clase ascendente que tomará parte activa en nuevos históricos. En el andar del tiempo, Marx ampliará estas ideas y animará iniciativas con el fin de propiciar cambios radicales.
La ruptura con el judaísmo
Uno de sus primeros textos aludió a los judíos y al judaísmo en Europa. En contraste con sus abuelos que procuraron preservar la fe y la praxis judías, Marx considera que en la sociedad burguesa los judíos y el judaísmo protagonizan papeles censurables. A su parecer, no constituyen una legítima entidad religiosa o racial. Son en rigor un estrato económico forzado a vivir de la usura y de oficios relacionados con ella. Objetivamente, son aliados de los estratos dominantes, y en la sociedad moderna el sector en verdad oprimido y marginado es el proletariado. Como grupo y como ideología los judíos forman parte del régimen capitalista.
Postura que sorprendió a sus amigos Heine y Lasalle quienes como judíos apenas percibían alguna contradicción entre su objetivo origen y la penosa situación de la ascendente clase obrera.
Cabe agregar que esta actitud no lo liberó de personales agresiones antisemitas. Por ejemplo, el ruso Bakunin apuntó: …” el señor Marx es de origen judío. Combina en su persona todas las cualidades y defectos de esta raza. Nervioso hasta el límite de la cobardía, es malicioso, pendenciero, intolerante y autocrático como Jehová…Y como Él, insanamente vengativo…” Sin embargo reconoció: …. ” tales son sus debilidades, pero también tiene muchas virtudes… Muy pocos hombres han leído tanto como él y son tan inteligentes…” Ambivalente retrato que no pocos repetirán.
Marx conoció a Engels en Paris en el otoño de 1844. Alemán y ramal de una familia bien acomodada, ganará en la historia un alto lugar a su lado. Y Marx tendrá un generoso amigo que le respaldará sin treguas en los futuros virajes de su vida.
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EL PRIMER LIBRO QUE ESCRIBIO FUE “SOBRE LA CUESTION JUDIA”, UN LIBELO ANTISEMITA.
EN “MI LUCHA” HAY MUCHOS PASAJES IGUALES
MARX DECIA QUE EL DIOS DE LOS JUDIOS ES EL DIOS DEL DINERO