El conflicto entre estas dos Naciones, más que ser analizado desde un punto de vista histórico-social o político-religioso, es necesario abordarlo desde la perspectiva crítica de derechos humanos, los cuales no son excluyentes en este momento para ninguno de los dos pueblos, a pesar de la coyuntura bélica y el incremento de la violencia, misma que está siendo alimentada, por diversos frentes geo-políticos y económicos, más allá del discurso y la retórica.
Sabemos que por un lado, se le achaca a la (ONU) el hecho de exigirle a Israel, la completa devolución de determinados territorios, los cuales han sido colonizados durante y después de la Guerra de 1948 entre ambas Naciones, según el clima político que sea de interés en uno u otro momento de la historia; lo que a su vez, nos hace recordar que anteriormente todas estas zonas de Tierra Santa, fueron primero asediadas por otras culturas en diferentes periodos, para que al final de cuentas, fuera el Reino Unido su custodio y administrador hasta mediados del siglo pasado.
Entonces la historia es cíclica, se repiten las conquistas y reconquistas con el transcurrir del tiempo, debido a que luego que Inglaterra perdió interés, replegó sus fuerzas hacia lo interno de su propia Nación, dejando al Pueblo hebreo, sobreviviente de los Pogromos, el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial, asentarse ahí, retornando a donde también, fue expulsado por otras culturas ancestrales, no sin antes luchar una vez más, por aquella tierra prometida tantas veces.
Sin embargo, ya es hora que el Mundo sea consciente que el gobierno dictatorial y terrorista de Hamás, no solo utiliza a los mismos palestinos de flancos mediadores y escudos humanos, contra su vecino Israel, sino también que se cree justificado para ello; sin considerar que en Israel a su vez, conviven una serie de expresiones de fe sumamente distintas, las cuales han logrado desarrollarse en paz y armonía, mediante un sistema de gobierno de carácter democrático, el cual conjuga ciudadanos de muchos credos y entre ellos, musulmanes, cristianos, drusos, bahaístas y una gran población de budistas entre otros.
Por tanto, es necesario recordar hoy más que nunca que el “enemigo” de Israel no son los palestinos, sino los terroristas que quieren destruir a este Estado en su conjunto, ya que los más de 600 misiles, disparados desde la franja de Gaza en los últimos días, dirigidos hacia Tierra Santa, no hicieron discriminación entre sus blancos israelíes en el sentido de si éstos eran, practicantes de una u otra religión, debido a que Israel como Nación, está compuesta por una multiculturalidad de etnias y prácticas religiosas diversas.
Porque para finalizar, existe un doble discurso que ha girado a ambos lados del conflicto, en torno a la naturalización de la violencia y el terrorismo, como medio para justificar cualquier cosa, misma que se suscite entre estas dos Naciones, las cuales son presa de este flagelo que no posee una denominación de origen específica, más allá de la que abanderan un grupo de mercenarios, quienes han encontrado a la sombra de este conflicto, una trinchera muy rentable económicamente hablando, donde se busca la aniquilación de más de ocho millones setecientos mil israelíes, junto a casi cinco millones de palestinos, en nombre de una carrera armamentista que profesa una sola cosa, el hecho de poder imponerse más allá de todo…
(Especial para el DiarioJudío.com de México.)
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