Hoy, 8 de mayo, sonarán las sirenas por todo el país a la misma hora con notas de luto y lágrimas. Todo se suspenderá y las gentes se quedarán paradas, detenidas en el tiempo, firmes, silenciosas con la cabeza baja, en las calles, en las casas, en todas partes, en memoria de los caídos en las guerras de Israel, el país joven-milenario.
Yehuda Mordejai escribió un poema a su padre que estuvo en la guerra y quería la vida. La imaginaba en el hijo que había de nacer:
Mi padre
Mi padre participó por cuatro años en sus guerras
Y no odio a sus enemigos, tampoco los amo
Pero yo sé que ya entonces
En sus momentos de tranquilidad, día a día, me creo.
En los muy pocos momentos que arrebataba
A las bombas y al humo
Y los guardaba en su mochila desgastada
Con las migajas secas del pastel de su mamá
Y en sus ojos juntaba los muertos sin identidad
Guardo muchos muertos para mi bien
Para que los reconociera en su mirar y los amara
Y no morir, como murieron ellos, en el horror
El lleno sus ojos con ellos y se equivocó
Yo salgo a todas mis guerras.
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