Nuevos hallazgos podrían cuestionar el paradigma de la arqueología bíblica

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La importancia histórica, religiosa y mítica de Jerusalem está profundamente arraigada en la civilización judía, así como en las culturas occidental e islámica. El lugar más sagrado para los judíos observantes hoy en día es el Muro Occidental, el último segmento que queda conectado con el Templo Judío de Jerusalem.

Destruida por los babilonios, más tarde reconstruida con la bendición de Ciro el Grande de Persia – y quemada por los romanos cuando Tito conquistó la ciudad judía – es un lugar poderoso de promesa divina, continuidad judía y la capacidad de sobrevivir a las dificultades. Jesús, nos dice el Nuevo Testamento, expulso a los prestamistas fuera del Templo. El profeta del islam, Mahoma, usó un caballo alado para visitar el Templo antes de ascender al cielo para conversar con Adán y Moisés.

La importancia religiosa del Monte del Templo es tan grande que se han sugerido varias respuestas sobre cómo se pueden resolver las tensiones que lo rodean. El sitio, el más sagrado para la nación judía, también incluye la Mezquita de Aqsa, el tercer sitio más sagrado del islam, que es administrado por Jordania, lo que hace que la zona sea explosiva tanto en el plano teológico como diplomático.


Bajo la resolución de la ONU de 1948 para reconocer un Estado judío junto a uno palestino, se sugirió que Jerusalem debería ser controlada por un actor internacional, como la propia ONU. El ex presidente estadounidense Bill Clinton sugirió que la soberanía israelí sobre el sitio podría extenderse hasta el interior del Monte del Templo, dejando a los jordanos con la gestión de la cima. Esto es importante para muchos judíos, ya que las excavaciones arqueológicas en la montaña son vitales para descubrir los restos del Templo actual.

El Rey Hussein de Jordania sugirió que sólo Al´a debería ser nombrado el poder que controla el sitio; la experta legal Prof. Ruth Gavison sugirió que la soberanía israelí sobre el sitio debería ser válida, pero voluntariamente suspendida, lo que significa que Israel estaría de acuerdo en no ejercerla plenamente.

Pero ¿qué si Jerusalem no es el lugar que la Torá tenía en mente cuando dice “el lugar que el Señor tu Dios escogerá como morada para su nombre” (Deuteronomio 26:2)? ¿Y si el lugar divino -el único lugar en la Tierra donde se manifestó la presencia divina de Dios- no está en Jerusalem, sino en Judea y Samaria?

Esto es lo que el investigador independiente nacido en Estados Unidos Tsvi Kenigsberg sugirió en una entrevista en Maariv.

Kenigsberg trabajó con el difunto arqueólogo Adam Zertal durante muchos años. Zertal realizó extensas excavaciones en lo que se acepta como el Monte Ebal, ubicado en Judea y Samaria, donde el pueblo de Israel fue forjado como parte de la conquista de la tierra prometida por el Dios bíblico. Zertal descubrió allí lo que afirmaba ser el altar construido por el sucesor de Moisés, Josué. Los eruditos judíos sugirieron que, junto al altar, la Torá estaba escrita en 70 idiomas diferentes sobre grandes losas de piedra para decir a otras naciones que ésta era la tierra de los hebreos.

Pero Kenigsberg lleva la afirmación de Zertal aún más lejos, sugiriendo que el Monte Ebal, y no el Monte Moriah (el otro nombre para el Monte del Templo), es el lugar mencionado en la Torá.

Esta teoría no sólo desafía el estatus incomparable de Jerusalem, sino que también altera el paradigma actual de la erudición bíblica.

En el siglo XVII, Wilhelm Martin Leberecht de Wette y Julius Wellhausen formularon la teoría de que la Biblia estaba compuesta por cuatro fuentes diferentes, que tienen fechas diferentes y reflejan los intereses y puntos de vista de quienes la escribieron. Según esta teoría, el Libro de Deuteronomio, donde la expresión “el lugar que el Señor tu Dios escogerá” aparece más de 20 veces, tiene a Jerusalem en mente.

Basándose en esta idea, los dos estudiosos sugirieron que el Deuteronomio fue escrito durante el reinado del rey Josías en el siglo VII a.C. Josías, quien deseaba asegurarse de que Jerusalem sirviera como centro de culto religioso, es una de las razones de la opinión generalizada de que Jerusalem es el lugar que Dios quería para su culto.

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