Sefarad

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¡Para David, mi “primer lector”!

Nada me ha hecho sentir más español últimamente que visi­tar dos exposiciones en nuestro #Radar: La Huella Hispanomo­risca en México, en el Museo de Arte Popular, y la muestra en el recién inaugurado Museo Kaluz: 80 años. Artistas del Exilio Español en México. ¡Imperdibles ambas! Allí tuve la oportunidad de saludar al embajador de España en México, don Juan López Dóriga, refrendarle mi compromiso y admiración.

Aquí “on the record” declaré mi status de español SEFARADÍ, y justo en la fecha límite del 30 de septiembre pasado otros 132 mil 226 ciudadanos más refrendaron su amor a través de los años. Casi 20 mil personas úni­camente de México entre éstas. Y así, el martes 1 de octubre se contabilizaron todos los ciuda­danos de México, Colombia y Venezuela que optaron por tramitar la nacionalidad españo­la, tal y como lo publicó en su oportunidad The Jerusalem Post https://www.jpost.com/Diaspora/More-than-130000-Sephardic-Jews-apply-for…. Judíos descendientes de aquellos que Isabel la Católica expulsó en 1492 recibieron la oportunidad de tramitar su pasaporte, y en los últimos cuatro años lo lograron sin tener que dejar su nacionalidad actual. Con base en sus ancestros españo­les, apellidos u origen, se procesan desde ahora las solicitudes de los descendientes de apenas aquellos aproximadamente 300 mil judíos en total que habitaban España en tiempos de los Reyes Católicos.


Tomó un poquito de tiempo (casi qui­nientos veintisiete años), pero finalmente España reconoce a los descendientes con los derechos a la nacionalidad española y así lo pregonó el rey Felipe VI cuando en 2015 celebró el “cuánto os hemos echado de menos” en su discurso al anunciarse la medida y destacar a la judería española como un “preciado tesoro”. Muchos aquí, allá y acullá ofrecieron sus servicios para trámites. Otros más han viajado a España para firmar documentos. Lo que es cierto es que España “atiende una deuda histórica” para cuando las únicas opciones en aquel trágico momento fueron la conversión o el exilio. Fast- forward cuatro años y 130 mil personas después, habrá que ver quién YA cuenta con un pasaporte y la nacionalidad española con base en sus raíces sefardíes y que hayan justificado tal condición y su especial vinculación con España. Todos atentos a la documentación correspon­diente para el trámite de la nacionalidad española y sus certificaciones, legalizacio­nes y/o apostillas correspondientes.

En lo que a mí y a mi familia respec­ta, la nacionalidad mexicana es más que suficiente. Vivo México en mi piel y así lo he transmitido a mis hijos. Por deporte nacional, durante su paso por la secundaria, trabajamos conjuntamente en una somera investigación (resultado de un trabajo es­colar shorashim), en donde encontramos un origen más exacto, que el más obvio, en Damasco, Siria, lugar antes de la última migración a México. En dicho research lo más lejano que llegamos fue alrededor de 1850, con un registro de los rabinos de la comunidad enterrados en Damasco, entre los que está un tatatatatarabuelo por esas fechas. ¿Cómo comprobar la “residencia” en 1492 después de cambios de religión (los famosos marranos), sustitución de nombres de poblados y los intentos de persecución constantes aquí, allá y acullá? Sería todo un logro. Pero lo que SÍ es una conquista —tan semejante a la registrada en 1492— es la atenta disculpa pública que representa este hito. Así que España tendrá otros 130 mil nuevos ciudadanos para sortear el paro, las responsabilidades, impuestos y más, más, más, un nuevo grupo de ciudadanos que —esperamos— no se convierta o aspire a ser una “nueva” comunidad autonómica y en un dolor de cabeza para el gobierno.

Y aún más afortunado es el hecho de que España se une al grupo de naciones que han dado un giro de 180° al reescribir su historia, al revisar y hacer una nueva realidad. El edicto de expulsión que otorgó tan sólo cuatro meses para escapar a los judíos, quienes esperaron más de 527 años en recapitular y reconsiderar, habla tantísi­mo sobre una nación que se debate entre el pasado y reescribe su futuro. Y ahora, más que ciudadanía española, el premio seguramente es pertenecer a la Comunidad Europea.

PS. Aquí todo lo que sí importa y sígue­me en twitter @rafaelmicha y lee todas las columnas en radarmicha.com.

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