Shmuel Joseph Agnón : Entre Jehová y Eros

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La trayectoria vital y literaria de Shmuel Joseph Agnón (1887-1970) proyecta luces y sombras en no pocos de sus múltiples lectores. Desnudó un mundo que ya se fue sin cancelar el nuevo que aspira ser. Habitan en ambos múltiples y desiguales actores que ríen y lloran, aman y temen a los hombres y a Dios, y al cabo divierten las almas sin olvidar los apremios del cuerpo. Rico y tenso su mundo que se despliega en un lenguaje que combina el rigor con la picardía.

Ensayé descifrarlo largo tiempo atrás cuando, apretado en la tercera clase de un barco que me conducía al puerto de Haifa, apenas pude descifrar algunas de sus páginas. Pocas semanas después, ya en Jerusalén, logré ampliarlas e incluso me atreví a peregrinar a su casa – fortín localizada en el barrio de Talpiot. Y desde entonces saboreo las picardías de su lenguaje como si fueran una droga inescapable. Ensayaré explicarme.

Podcast: Jeffrey Saks on Shmuel Yosef Agnon - The Tikvah Fund


De Buczacz a Yafo

Agnón nació en Buczacz, una aldea en el este de Galitzia, territorio que entonces era parte del imperio Austro-Húngaro y hoy pertenece a Ucrania. Polacos, judíos y otras minorías compartían aquel amplio territorio y cuidaban celosamente la respectiva identidad. El emperador Franz Joseph merecía a la sazón amplia gratitud por su liberal postura en contraste con el Zar vecino que apenas toleraba a las minorías étnicas.

Agnón vio la luz el 8 de agosto de 1887, fecha que al paso de los años ensayó cambiar por el 8. 8. 1888 para divertirse con esta singular coincidencia. Sus padres descendían de ilustres rabinos, circunstancia que no afectó su libertad intelectual, en particular por el lado de su madre devota de la literatura alemana. Gracias a ella saboreó tempranamente las páginas de Goethe y Schiller. Y apenas adolescente publicó su primera rima en hebreo en Hamitzpé, semanario que entonces se difundía en Cracovia, hoy Polonia. Le siguió un relato intitulado “Reflexiones” que describe las peripecias de Guedalia Janoch, un personaje abrumado por oblicuas transacciones comerciales. En 1906 Agnón empezó a publicar en Hayardén, revista mensual que en aquel momento aspiraba a difundir la nueva literatura hebrea. En este marco, tres breves cuentos y dos poemas vieron entonces la luz.

Las peregrinaciones con su padre a Lemberg – entonces populosa ciudad austro-húngara – encendieron su ánimo literario. En aquellos años escritores como Brener, Gnessin, Shofmann difundían no pocas páginas en el hebreo que pretendía renacer.

Al igual que ambiciosos jóvenes judíos, Agnón consideró en su futuro un amplio abanico de posibilidades: Viena, París, América. Al fin, algunas voces en favor del renacimiento judío en Palestina y su negativa  a servir en el ejército austríaco le condujeron a alejarse de Buczacz y de su familia.

No le fue fácil. Debió superar las penurias económicas del padre y la frágil salud de su madre. En el camino a Viena se encontró con Guershon Shofman y Joseph Haim Brenner, escritores que en aquel tiempo ensayaban rejuvenecer el hebreo. Y ya en la capital austríaca recorrió plazas y parques sin omitir los celebrados teatros de la ciudad. Allí residía su tío David Tzví Miler, que se especializaba en lenguas orientales y era conocido como ” el genio de Buczazc. ” David ensayó persuadirle de que se quedara en la ciudad y emprender estudios universitarios advirtiéndole que …” colonizar eretz Israel es importante; sin embargo, su clima es duro y no podrás resistirlo… Quédate aquí y estudia en la universidad…Yo te apoyaré…”  Generosas palabras que no frenaron sus intenciones.

En junio 1907 llegó a Yafo, un puerto que entonces formaba parte del imperio Otomano a la sazón agitado por la rebelión de los jóvenes turcos.  En el barco encontró a Rajel Lishensky quien en el andar del tiempo será conocida como Yanait Ben Tzví.

Para eludir trámites con las autoridades, los trabajadores del puerto se anticiparon bajándolo del barco. Con modesto bagaje se arrimó al poblado de Navé Shalom, un suburbio de Yafo. Eran los tiempos de la segunda aliah, ola migratoria animada por el ideal sionista y por la represión en el imperio ruso. Continuará hasta los inicios de la I Guerra hasta sumar una población judía de 85 mil.

En Yafo se encontró con Yeshosúa Radler Feldman – más conocido entonces como Rav Biniamín, quien le ofreció compartir su modesto departamento, gesto que Agnón aceptó de inmediato. Se inició entonces una creativa relación con un personaje que modeló su quehacer intelectual. Poco tiempo después vio la luz su primer cuento (Agunot) que teje el drama de dos mujeres que perdieron a sus maridos. De aquí derivó el nombre que él adoptará en el futuro.  

Durante cinco años recorrió en los primitivos vehículos de entonces buena parte de Palestina.  Estrechó nexos con el rabino Kook y con el escritor Brenner, apretada amistad que continuará desde la distancia hasta el trágico asesinato de este último en 1920.

La amistad con Arthur Rupin le facilitó la posibilidad de trasladarse en 1912 a Alemania, país que en aquel momento conocía una dinámica vida judía.

Nuevos horizontes

Shai Agnon: A Mystery Wrapped Up in an Enigma - My Jewish LearningYa en Berlín fue sorprendido al saber que algunos de sus relatos eran conocidos. Poblada por más de cien mil judíos, la capital alemana albergaba a intelectuales judíos que habían ganado nombre en múltiples esferas. Entre ellos M. Buber, Motzkin, G. Shalom, Bialik, Shazar, y otros. Sin embargo, difíciles fueron sus primeros pasos al transitar por diferentes ciudades ofreciéndose como maestro de hebreo.

En camino a su pueblo natal asistió al XI Congreso Judío que tuvo lugar en Viena, donde conoció a celebradas figuras como Weizmann,  Jabotinsky, Ben Gurión y Sokolov. Al llegar conoció la muerte de su padre.

De nuevo en Berlín empezó a considerar la posibilidad de un retorno a Palestina. Pero el conflicto europeo que encendió en julio 1914 frustró estas intenciones. Frisaba entonces los 26 años. En contraste con no pocos jóvenes judíos que tomaron activa parte en operaciones bélicas en favor de Alemania, él se resistió. Y cuando en 1916 asomó la posibilidad de su obligado reclutamiento, Agnón adoptó algunas conductas – dieta rigurosa, abusos con el tabaco y el café – dirigidas a debilitar su físico perfil. Prácticas que al fin le libraron del reclutamiento con alto costo: un severo declive físico que le obligó a internarse durante cinco meses en un hospital. Periodo que bien matizó con lecturas de Goethe, Zola, Balzac, Rolland, sin excluir a los clásicos rusos y a las Mil y una Noches.  

En aquellos días tuvo un feliz encuentro con Shlomo Zalman Schoken, el personaje que le abrirá un amplio camino como escritor hasta merecer el Premio Nobel. Hombre de amplia fortuna, Schoken dominaba entonces la red de almacenes de Alemania. Su lugar cambió dramáticamente al ascender Hitler al poder. Abandonó entonces el país  y fundó en Palestina la editorial que lleva su nombre, y más tarde el cotidiano israelí Haaretz.

La derrota militar de Alemania y la acentuada inflación le obligaron a buscar trabajo en diferentes ciudades.  En este difícil trajinar conoció a   Esther Marx. El padre,director de un banco alemán en Koenigsberg,  resistió este nexo. Pero Esther, mujer independiente que había visitado Palestina para estudiar hebreo y árabe, impuso su voluntad.

El resultado: contrajeron matrimonio en 1919, sin que los padres de Esther tomaran parte en la ceremonia. Para ellos Agnón era un modesto judío de Europa oriental que carecía de título académico o de profesión alguna. Sin embargo, al cabo aceptaron la elección de Esther.

Instalados en Homburg, cerca de Franckfurt, Agnón empezó a publicar breves relatos con el resuelto estímulo de Schoken que se extenderá a lo largo de su vida e incluso después. Al andar del tiempo nacieron Emuná y Jemdat, dos hijos que le apoyaron en su faena como escritor.

Pero un trágico episodio alteró sustancialmente su vida. En 1924, cuando él estaba hospitalizado, un incendio destruyó el edificio donde la familia residía, desastre que incluyó a su amplia biblioteca. Esther y los hijos acertaron a escapar a tiempo. Un trágico evento que apuró el  deseo de retornar a Palestina.

Jerusalén: nuevo hogar

Esther junto con Emuná y Jemdat se instalaron en la alemana casa paterna en tanto que Agnón iniciaba los primeros pasos con rumbo a Palestina. En el viaje hizo una pausa en El Cairo donde visitó el museo de Alejandro El Grande y las Pirámides. Días después el tren lo llevó a través del Sinaí a Jerusalén. Y en esta ciudad resolvió instalarse a pesar de que Tel Aviv conocía entonces sustantivos avances.

Israelis You Should Know: Shai Agnon | IFCJ

Por comodidad personal o por crecientes distancias con su esposa, Agnón postergó una y otra vez- con triviales razones – el reencuentro con Esther y sus hijos. En estas circunstancias, Guershon Shalóm- ya docente en la joven universidad jerosolimitana- le aconsejó venir a Palestina sin considerar las objeciones de Agnón.

Al comprobar la negativa actitud de su esposo, Esther consideró la posibilidad de un divorcio. Le escribió… ” Te amo, pero al parecer no es suficiente para vivir juntos…Después de cinco años de una vida compartida y más diez meses sin vernos nuestros nexos se han roto … Te deseo entonces que encuentres allí a una mujer afín… ”

Agnón apenas atendió la angustiada voz de su esposa. Resolvió buscar una vivienda en Jerusalén para su familia, y otra para él. Al cabo Esther y los hijos se embarcaron desde Alemania con rumbo a Yafo. La pareja conoció desde entonces frecuentes y tristes altibajos.

Nuevo hogar, nuevas páginas

En el andar del tiempo Agnón logró adquirir- con la ayuda del suegro- una casa en Talpiot, suburbio jerosolimitano alejado de los principales núcleos religiosos y seculares de la ciudad. Esther y él dispusieron entonces de habitaciones privadas, y una más para los hijos. En el piso superior se levantó la biblioteca y una estrecha tribuna en la cual – habitualmente de pie – Agnón componía sus textos.  En horas del mediodía bajaba para almorzar con Esther y los hijos.

On Agnonizing in English - Jewish Review of Books
Credit:Moshe Milner/GPO

En los años treinta Schoken llegó a Palestina y fundó una editorial que habrá de especializarse en la impresión y difusión de las páginas escritas por Agnón. En 1935, el poeta Najman Bialik falleció, y Agnón era ya una sobresaliente figura tanto en su medio como en el Seminario Teológico Judío de Nueva York.

Las tensiones en la familia no aflojaron. El hijo Jemdat se integró a las nacientes unidades del Palmaj deshaciendo la fantasía de su padre que habría querido verlo como rabino. Esther, por su lado, renunció al cultivo de la cultura y el idioma árabe a fin de auxiliar a su marido en la revisión y copia de textos, sin rendirse a las infladas exigencias de su esposo. Su hermana vivía en Hedera, ciudad relativamente cercana  y hacia allí encaminaba sus pasos cuando la situación se le tornaba intolerable.

En este periodo fue amplia y variada la creatividad literaria de Agnón. Pienso que dos obras que señalan tránsitos desiguales en su vida merecen particular atención. Una de ellas es Tmol Shilshón (Ayer y antiayer) y la otra lleva el nombre de una mujer: Shira.

El andar de un migrante

La primera contiene retazos autobiográficos – reales y fantasiosos – que Agnón enhebró conforme a las experiencias que había conocido en sus primeros cuatro años en Palestina. Las protagoniza Itzhack Komer, joven ingenuo que abandona la casa de sus padres y que llega a estas tierras para redimirlas y redimirse.

La larga travesía de Itzhack revela los dilemas de un judío que llega a la Tierra que presenta historia e identidad desiguales. Yafo y Jerusalén eran  entonces espacios opuestos. En el primero Itzhack ensaya buscar empleo apegado al culto al trabajo físico predicado por Gordon y otros ideólogos que arribaron a Palestina en los principios del siglo XX. Práctica que estimaba necesaria para reconstruir la personalidad colectiva del pueblo a través de una cópula íntima con la tierra. Sin embargo, la mayoría de los empleadores preferían emplear a árabes, un recurso más barato y obediente.

Sin opciones, Itzhack se ofreció como pintor en las viviendas en construcción. Oficio que sugiere la vocación como escritor que adoptará más tarde.  En este periodo conoce una relación íntima con Sonia, una muchacha de hábitos libres conforme al espíritu de aquel momento. Itzhack se asusta por esta conducta y de aleja de ella.

Sin alternativas laborales e impulsado por la curiosidad llega a Jerusalén.” Ciudad que Dios jamás abandonó…”  Allí retoma los hábitos   que había conocido en su aldea de origen y se enamora de Shifra, fina y devota mujer que se ajusta a las expectativas que había absorbido desde la infancia. Por añadidura, los viajes por tren que unían a las ciudades le permiten dialogar con una pluralidad de nuevo y viejos judíos.

Hasta un episodio inesperado:  la aparición en la calle jerosolimitano del perro Balak. Para divertirse o para desnudar sus sentimientos pinta en su piel “perro demente“…. Un acto que mereció múltiples interpretaciones. ¿A quién representa Balak?  ¿Al inconsciente que se inclina a confesar sus frustraciones?  ¿Es un impulso a autocastigarse? ¿O manifiesta su desánimo al comprobar el deshacer de sus esperanzas? Preguntas que se enhebran cuando el perro Balak recorre las calles jerosolimitanas y en todos los lugares de la ciudad es perseguido por su agresividad.  El padre de Shifra es una de las víctimas; y al poco tiempo se repone. Mas no es el caso de Itzhack.  La mordedura del perro conduce a su muerte.

Este relato esbozó dos mundos: el secular en la costa mediterránea que se amplía con la fundación de Tel Aviv, y el tradicional en Jerusalén apegado al rezo y al estudio de antiguos textos. Y hasta este momento no resultado claro cuál daría solución final al dilema judío.

El libro fue elogiado por el crítico Baruch Kurzweil y por la escritora Lea Goldberg. Refleja los dilemas de una sociedad que oscila entre el trabajo físico y el rezo tradicional, entre la rebelión respecto a Dios y la total entrega. Por su lado, el perro Balak representa el instinto salvaje y las fuerzas primarias inherentes al culto y la adhesión a lo religioso tradicional que el sionismo pretendió deshacer.

Cuando el libro se difundió en 1945 ya se conocían los efectos trágicos de la II Guerra y el exterminio del judaísmo europeo. Abundaban entonces las preguntas: ¿Qué hacer? ¿Seguir con la vida secular y la dinámica económica iniciadas en Yafo y Tel Aviv? ¿O apegarse a pautas tradicionales que dependen de la piedad del Cielo? Dilema que hasta hoy tiene alto lugar en la vida israelí.

Shira

El impulse erótico no se ausentó de sus textos. Más allá de su apretada identidad religiosa que adoptó al retornar a Palestina, los impulsos primarios de Agnón no dejaron de gravitar. Se inscribieron en páginas de un relato que no alcanzó – o no quiso – concluir. Sus personajes son Manfred Herbest, su esposa Henrietta y la enfermera Shira, a quien Manfred conoció al acompañar a su mujer al hospital para dar a luz. La sensual intimidad de Manfred con Shira – nombre que en hebreo denota también una canción entre festiva y melancólica- abrumará a todos ellos. Fue en particular para Manfred el inicio de una obsesión que encendió deseos primarios, lo alejó de su esposa e hijos, y concluyó en un hospital para enfermos leprosos.

Shmuel Yosef Agnón y la tradición hebrea - Nuevo Mundo Israelita  DigitalNuevo Mundo Israelita Digital

Sus  páginas agregaron múltiples temas que brotaron en la Palestina de los años treinta: la precipitada llegada de judíos alemanes,  las actitudes desiguales respecto a la comunidad ortodoxa judía apegada a las tradiciones y dependientes de la ayuda externa; el rápido crecimiento de Tel Aviv en paralelo a la colonización agrícola; la presencia de los soldados británicos y sus cercanos vínculos con muchachas judías; la pastoril vida en el kibutz; el surgimiento de fuerzas clandestinas que lidiaron con ingleses y árabes, y, en fin, las intrigas que hervían en la joven universidad jerosolimitana. Relatos que conllevan frustración, esperanza, sensualidad, intrigas, y declive físico e intelectual.

Shira es un libro que Agnón no alcanzó- o no quiso -concluir. Un año después de su muerte, su hija Emuná ordenó los dispersos textos y vieron la luz. Apretadas páginas que desnudan las urgencias instintivas que Agnón intentó reprimir.

El Nobel lo ennoblece

En octubre 1966 le sorprende la noticia sobre la recepción del Premio Nobel. Confirmada, los principales líderes del país y de la Knesset le hicieron llegar cálidas palabras al lado de múltiples periodistas extranjeros que llegaron al país para entrevistarle. Compartió la distinción con Nelly Sachs, poetiza judía refugiada desde 1940 en Copenhagen.

Se cumplen 53 años del día en que Shmuel Yosef Agnon y Nelly Sachs ganaron  el nobel de literatura – Radio JAI
Shmuel Yosef Agnon y Nelly Sachs.

Periódicos y estaciones de radio abundaron en señalar títulos y contenidos de las obras escritas por Agnón, y coincidieron en señalar al crítico literario Baruch Kurtzweil como el tenaz promotor del premio. Un concierto con la participación de Arturo Rubinstein agregó particular brillo a la noticia.

Al organizar la entrega de la distinción, las autoridades suecas debieron considerar varias circunstancias: los hábitos vegetarianos de Agnón, la santidad del sábado y su negativa a hablar en público en alemán, único idioma extranjero que él conocía además del hebreo e idish.

En el viaje a Copenhagen, el escritor y su esposa descansaron en Paris y Londres donde merecieron entusiasta recepción.  Al llegar a Suecia fueron hospedados en un amplio hotel en un piso que sin ascensor. Su esposa se recogió en una habitación contigua. Pocos días después Agnón visitó a Nelly Sachs y platicaron sobre amigos y temas cercanos en alemán. Ella moraba en un humilde sector de la ciudad. Obviamente, la obligada necesidad de compartir honor y dinero con Nelly no fue de su gusto. Pero al fin se acogió al veredicto de la Academia.

En del discurso en hebreo pronunciado en una multitudinaria sala recordó la catástrofe de Jerusalén bajo las hordas de Tito y la cruel expulsión de los judíos.  Y señaló que en su fantasía el humilde poblado donde había nacido era una extensión del bíblico territorio perdido.

Celebridad y muerte

Los resultados de la Guerra de los Seis Días abrieron la posibilidad de visitar amplias zonas desde el Muro jerosolimitano a las poblaciones árabes donde quedaban rastros de la antigua presencia judía. Cuando el escritor Moshé Shamir le pidió adherir al movimiento dirigido a preservar todos los territorios conquistados, Agnón le ofreció su firme apoyo.

Obviamente, el cuerpo tiene su finita lógica. Al agravarse la salud de Esther- frisaba ella los 79 años – fue internada en una nueva institución geriátrica. Pocos meses después quebró también la salud de Agnón. Fue hospitalizado primero en Jerusalén, y más tarde en Gedera, ciudad cercana a Rehovot.

Falleció el 18 de febrero de 1970. Su tumba encontró lugar en el Monte de los Olivos, en Jerusalén.

Acerca de Joseph Hodara

Invitado por la UNAM llegué a México desde Israel en 1968 para dictar clases en la entonces Escuela de Ciencias Políticas y Sociales ( hoy Facultad). Un año después me integré a la CEPAL con sede en México para consagrarme al estudio y orientación de asuntos latinoamericanos. En 1980 retorné a Israel para insertarme en las universidades Tel Aviv y Bar Ilán. En paralelo trabajé para la UNESCO en temas vinculados con el desarrollo científico y tecnológico de América Latina, y laboré como corresponsal de El Universal de México. En los años noventa laboré como investigador asociado en el Colegio de México. Para más amplia y actualizada información consultar Google y Wikipedia.

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