Esta tarde descenderá sobre la Luna la primera nave espacial no tripulada de origen israelí financiada con aportes privados, y si todo sale tal cual lo previsto, Israel se convertirá en el cuarto país del mundo luego de los Estados Unidos, Rusia y China en desembarcar en el único satélite natural de la Tierra.
La sonda Beresheet (que significa “principio” en hebreo) despegó en un cohete Falcon 9 de SpaceX hace 49 días en Cabo Cañaveral, Florida, y logró recorrer con éxito los 384,400 km que la separan de la Tierra. Su alunizaje es inminente y tiene como propósito estudiar el campo magnético de la Luna.
La misión espacial dirigida por el profesor Oded Aharonson del Instituto Weizmann, y de la que también participa el ingeniero argentino Diego Saikin, quien diseñó el software de simulación de la nave, demoró 8 años de trabajo en tierra, tuvo un costo de 100 millones de dólares y fue mayormente financiada con aportes privados provenientes de la organización SpaceIL.
Beresheet mide 2 metros de diámetro, pesa poco más de media tonelada y estará activa sobre la superficie lunar algunos días, hasta que agote su energía. La nave lleva en su interior una cápsula con poemas de escritores israelíes, dibujos de niños, el testimonio de un sobreviviente del Holocausto e información sobre toda la humanidad.
A poco del despegue, Diego Saikin, que nació en la Argentina pero vive en Tel Aviv desde hace veinte años, le había dicho a LA NACION: “Estamos ansiosos para que llegue y nos brinde información. Después quedará ahí sola. Tenemos la esperanza que en algún momento sea encontrada por otros exploradores. O por algún extraterrestre”.