En el marco de la revista mexicana Nexos, Rafael Prieto Curiel publicó recientemente unas páginas que aluden a una posible estrategia – y las limitaciones que ésta revelaría – encaminada a vacunar la población mexicana en los próximos meses. Provocativo y sugerente planteamiento que tal vez podría beneficiarse con la experiencia israelí sobre el tema.
Se anticipa que en un plazo de tres semanas la mayor parte de la población que cuenta más de 60 años habrá recibido la primera inyección; en los próximos días conocerá el complemento recomendado al tiempo que la vacunación empezará a cubrir sectores adicionales – como policías y maestros- que tienen sustantivo contacto con el público.
En la siguiente etapa grupos de menor edad podrán acceder a los centros de salud con este propósito. Y se estima que en las primeras semanas de marzo concluirá esta campaña que opondrá verosímiles frenos a la difusión del covid.
Si este empeño obtiene el acierto esperado, dará lugar a importantes lecciones que no pocos países podrán tomar en cuenta. ¿Cómo se configura en el caso israelí?
Por un lado, revela que el empeño gubernamental dirigido a conseguir el caudal necesario de vacunas y probar que es capaz de pagar por ellas es importante.
Sin embargo, este logro no habría llegado lejos si hubieran faltado instituciones y procedimientos indispensables para una masiva cobertura. En el caso de Israel ésta es amplia y el personal médico y hospitalario cuenta con diversificada y rica experiencia lograda en reiteradas circunstancias que han afectado a la seguridad física del país. El resultado: los pasos hacia una generalizada vacunación son aquí relativamente ágiles y efectivos.
Por el otro, profeso que la correcta y la amplia cobertura de los medios de comunicación es un factor no menos importante. En Israel tienen sólida y relativamente honesta presencia.
Condición de alta importancia, pues en la inquietante constelación impuesta por el covid, encumbrados sectores políticos, económicos y militares podrían lograr la vacunación desconsiderando la edad y la ocupación de los ciudadanos. Sin embargo, esta segmentada y parcial cobertura no los liberaría completamente de un posible contagio. Con su peculiar justicia, el virus ignora diferencias de clases y de méritos.
En suma: las diferentes estrategias – en Israel y en otros países – encaminadas a resistir al covid deben aprender y enriquecerse unas de otras. Nunca antes fue tan necesaria esta inclinación y el soporte mutuo.
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