” En cada generación cada uno debe verse a sí mismo como si él mismo hubiese salido de Egipto”
Así dice uno de los fragmentos de este pequeño-gran libro que leemos en las noches del Seder, que es la Hagadá de Pesaj.
“Cada uno debe verse a sí mismo”. No solamente cada judío.
Porque el mensaje de Pesaj, que es el mensaje de la libertad, trasciende al pueblo judío: es para toda la humanidad.
En cada generación es importante celebrar Pesaj, cada uno a su manera -más allá de normas establecidas- pero celebrarlo.
En cada generación es importante que la familia se reúna alrededor de la mesa del Seder, colocando sobre la misma los símbolos clásicos de la festividad.
En cada generación es importante destacar las noches del Seder como noches “diferentes”.
Porque estas noches del Seder son distintas a las demás.
En cada generación es importante narrarle a los hijos y a los nietos la historia de Pesaj y considerar que relatos como las diez plagas y el cruce del Mar Rojo, milagros de acuerdo a las fuentes, permanecen y permanecerán siempre en la memoria colectiva del pueblo judío.
En cada generación debemos ser conscientes de que siguen habiendo “plagas” -quizás distintas en su mayoría a las de Egipto, pero plagas al fin- a las que debemos combatir (desigualdad social, terrorismo, adicciones, contaminación ambiental, epidemias, entre muchas otras) junto a toda la humanidad. Porque somos parte integral de ella.
En cada generación debemos recordar que, si bien estamos celebrando la libertad, también fuimos esclavos durante largo tiempo en Egipto, con todas las consecuencias -incluso posteriores a la liberación- que la esclavitud trajo.
Debemos celebrar que somos libres, pero también debemos ser conscientes de que aún siguen habiendo esclavos. No podemos ni debemos desentendernos de ello.
En cada generación debemos, en Pesaj, seguir comiendo el “pan” de la pobreza y de la libertad: la matza. Pero también el maror: las hierbas amargas. Pues maror y matza, es decir, esclavitud y libertad son una constante en la historia de nuestro pueblo, y no solo en la historia de Pesaj.
En cada generación debemos tener en cuenta el mensaje social, humano que nos trasmite la Hagada. Que dice ” quien tenga hambre que venga (a nuestro hogar) y coma, que pueda celebrar junto a nosotros todo aquel que está necesitado”.
La solidaridad en su máxima expresión.
En cada generación debemos sentar a la mesa “junto” a nosotros y también abrirle la puerta por unos instantes a Eliahu Hanavi, el Profeta. Personaje en el cual conviven la realidad y la leyenda.
Una copa de vino -de la cual no se bebe- lo simboliza y se coloca en el centro de la mesa.
Para la tradición judía el profeta Eliahu habrá de anunciar la llegada de una época que llamamos mesiánica que lleva implícita la esperanza en un mundo mejor.
En cada generación debemos recordar que fue en los días de Pesaj del año 1943 que heroicos jóvenes, hombres y mujeres, liderados por Mordejai Anielewicz decidieron comenzar la rebelión del Ghetto de Varsovia, una de las páginas más conmovedoras de la milenaria historia del pueblo judío.
En cada generación es muy importante que en las noches del Seder haya niños que pregunten.
El niño es el protagonista principal. Afikoman mediante, es necesario conservar su interés hasta el final.
El niño es el futuro, la continuidad del pueblo judío.
Tal cual dice la Hagada ” le contarás a tu hijo…”
Cuidemos, cada uno de la forma que mejor lo entienda pero al mismo tiempo de la forma más humana, la tradición del pueblo de Israel.
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