Berthold Beitz, presidente de honor del grupo metalúrgico alemán ThyssenKrupp y considerado el patriarca de la compañía alemana tras dirigirla durante décadas, falleció ayer a los 99 años, informó la empresa, que posee dos factorías en Baíña (Mieres) y un centro tecnológico en Gijón.
Beitz era una de las principales personalidades de la industria alemana de posguerra y encabezaba desde 1968 el patronato de la Fundación Krupp, que posee el 25,3% del grupo y es su principal accionista.
La empresa y los principales partidos políticos del país recordaron la larga trayectoria del industrial y su «valor» durante la II Guerra Mundial. Beitz consiguió, junto a su mujer, Else, salvar la vida de centenares de judíos en la Polonia ocupada al reclamarlos para trabajar en la fábrica en la que entonces estaba empleado.
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