No eres tú, soy yo

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“Es imposible para un hombre aprender algo que cree que ya sabe”
-Epicteto, filósofo estoico-
Analicemos esta frase.
Para enseñarle algo, lo que sea, a alguien, se debe presumir que ese alguien no lo sabe, de lo contrario no tendría sentido enseñárselo. Esto implica dos cosas: la primera es que el que enseña sabe que lo sabe, al mismo tiempo que asegura que el otro no lo sabe. O sea que el que enseña tiene que tener la plena y total seguridad de estas dos cosas. Él está completame seguro de saber sobre determinado tema, y esta plenamente convencido, sin lugar a dudas, que el otro no sabe casi nada al respecto. Pero eso mismo es una creencia que no puede asevera.
¿Cómo se puede estar seguro que el otro no sabe? ¿Y cómo se puede asegurar saber algo a grado tal de poder enseñarlo? ¿Y si el otro realmente sí sabe pero no lo ha demostrado, o incluso, de manera a adrede, ha demostrado no saberlo? ¿Y si el que pretende enseñarlo cree saberlo y realmente no es así? Entonces comenzará a enseñar algo que cree saber, que posiblemente no sepa tanto. Y luego se dará cuenta que el otro sí sabe o incluso sabe más que él. Entonces el aprendido será siendo el que enseñe. ¿Acaso está preparado el que ensañaba a reconocer que él es quien no sabía y su aprendiz sí? ¿O será que su orgullo no le permitirá aprender de quien él creía que no sabía, a quien él creía que le podía enseñar y salió enseñado? Entonces, ¿se trata realmente de saber y no saber, de creer saber o creer no saber, de subestimarse y subestimar al otro, o de orgullo y humildad?
Quien tiene orgullo nunca va a aprender nada de nadie, no importa si sabe o no, ya sea él mismo o quien le enseña. Y quien es humilde siempre encontrará la manera de aprender, ya sea de alguien que sabe o de quien no sabe. Porque ese que no sabe, puede saber algo que él no sabe, incluso referente al mismo tema.
Por lo tanto, mi querido filósofo estoico, no creo que sea imposible enseñarle algo a alguien que cree ya saberlo, sino que va a depender su nivel de orgullo o humildad. Ya que si no se aprende respecto al tema en cuestión, al menos se aprende a escuchar, a como dialogar, a prestar atención, a saber comunicarse con personas que creen saberlo todo y a muchas cosas más. Siempre se puede aprender y siempre es posible enseñar. Ahora, que si el aprendiz no quiere aprender, no es forzoso pensar que cree saberlo, también puede ser que no esté interesado en ese tema, o al menos no en ese momento, o al menos no en esa forma de enseñar, o al menos no de esa persona que, por varios motivos, no desea aprender nada de él. No necesariamente tiene que ser porque cree saberlo. Y de ser así, que ese alguien cree saberlo, ¿para qué nos herimos intentando enseñarle, para qué perdemos nuestro tiempo? ¿Será que nos interesa de manera altruista hacer un bien y enseñar? ¿Y quien nos asegura que siempre estamos en lo correcto? Tal vez creemos que algo es un bien, cuando realmente es perjudicial. ¿Intentarás explicarle algo a quien cree ya saberlo? ¿Entonces quien es el tonto, el que cree saberlo aunque no sepa nada o el que pretende enseñar a ese alguien que ya cree saberlo todo?
Si alguien desea aprender algo, lo primero que tiene que hacer es reconocer hacia sí mismo, que no lo sabe. En segundo lugar, querer saber. En tercer lugar, buscar quien se lo enseñe. En cuarto lugar, acudir a esa fuente. En quinto lugar, preguntar al respecto. Y en sexto lugar escuchar y prestar atención y preguntar sus dudas. Si alguien hizo eso es porque realmente quiere saber. Si no lo hizo y eres tú quien pretendes divulgar tus conocimientos sin que te los pidan, creyendo que tú sabes y los demás no, el tonto eres tú.

Acerca de Rob Dagán

Mi nombre es Gabriel Zaed y escribo bajo el seudónimo de Rob Dagán. Mi pasión por la escritura es una consecuencia del ensordecedor barullo existente en mis pensamientos. Ellos se amainan un poco cuando son expresados en tinta, en un escrito. Más importante es expresarse que ser escuchado o leído, ya que la libertad no radica en hablar, sino en ser libre para pensar, analizar.

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