El germen de la obra inmediata de Drago remite, guardando todas las proporciones, al francés Henri Cartier-Bresson (1908-2004), poeta visual del claroscuro, la iluminación y el instante definitorio inmortalizado en el título de su clásico libro: The Decisive Moment.
Un policía o guardia de seguridad, con sangre escurriéndole por la cabeza (¿le habrán arrojado esa piedra que yace en el fondo del recuadro?), sostiene a un joven contra el suelo. Su expresión es una combinatoria de terror, miedo y desespero. Desenfunda su arma, y la dirige hacia el espacio donde se encuentra Drago el fotógrafo. Se advierte a la izquierda una mano que pide calma. Acaso, que el representante de la ley y el orden se desista de su propósito. La composición tomada por Dragonetti ganó el concurso nacional convocado por la empresa Esso.
La foto del elemento de seguridad descalabrado y el joven fue premiada como imagen del año en 2013. El acervo completo -recopilado por Drago durante los eventos de junio- será exhibido como colección permanente en un museo de la ciudad de Fortaleza.
Las protestas en Brasil coincidieron con la Copa Confederaciones de futbol. Un malestar generalizado recorría las calles urbanas, cuando se decretaron aumentos al transporte público. Gracias a las movilizaciones, y a diferencia de las alzas recientes en el DF, los funcionarios de las ciudades afectadas tuvieron que reconsiderar y suspenderlas. Otro motivo de enojo social fue el cada vez más notorio despilfarro en la construcción de infraestructura vistosa y sobrepreciada, así como estadios nuevos para la Copia Mundial de 2014, o la renovación de los ya existentes. No era noticia que campeas en los intercambios de favores entre políticos y empresarios. La inseguridad y el descontento se cebaba en amplias capas de la población. También la corrupción endémica o la crónica desigualdad social y económica. Nada que no se asemeje a la situación que vivimos diariamente en México y que llegó a su punto de ebullición hace seis meses en ciudades como Río de Janeiro, Recife o Sao Paulo.
Un certero artículo en inglés de ESPN, ‘Generación Junio’, resume la situación actual brasileña y recuerda los eventos de 1968 que afianzaron el control militar hasta las elecciones de 1985, cuando un civil reasumió la presidencia por primera vez desde 1964.
A contrapelo de nuestras endebles y capturadas instituciones, el Poder Judicial federal llega a funcionar en Brasil. El escándalo del Mensalao o las Mensualidades, que involucra a distintas figuras políticas brasileñas envió a la cárcel a José Dirceu, eminencia gris del Partido de los Trabajadores, ex presidente del PT y ex jefe del gabinete de Lula encarcelado por sobornos a congresistas y miembros de distintos partidos. Algo que en México es asunto normal y cotidiano, y que ocupó en fecha reciente a varios medios nacionales que investigaron los moches captados por numerosos legisladores a cambio de obra pública en sus distritos. ‘Costumbre’ que, obvio, no será castigada como sí lo fue en el caso de los burócratas y hombres de empresa que acompañaron en esta aventura al ex guerrillero Dirceu: hombre fuerte y asesor estrella del ex presidente Lula, hasta su defenestración en 2005.
Brasil celebra la Copa Mundial de Futbol este verano, y los Juegos Olímpicos de 2016, inmersa en una severa crisis de identidad. Su actual presidenta podría ser reelecta en unos meses, pero con menores márgenes de maniobra para la coalición que la postuló en 2010. A diferencia de nuestro país, que ha alternado entre distintos estilos de ejercer políticas neoliberales (la salinista añeja o reciclada, o la que impuso una derecha cerrada y empresarial durante doce años antes del regreso triunfal del partido tricolor a Los Pinos), Brasil sí ha tenido oportunidad de reducir la pobreza.
El clamor de un sector social numeroso (en especial, los jóvenes) es el del combate frontal a la corrupción: no se organiza todavía como un movimiento. En otros lugares como la India, exigencias parecidas han llevado a sus protagonistas a ocupar puestos de responsabilidad tales como la gubernatura provincial de Nueva Delhi, que recién asumió el activista Arvind Kejriwal y su agrupación Aam Aadmi (Partido del Ciudadano Común, AAP). Merced al descrédito que enfrenta la clase política convencional, quizás sea cuestión de tiempo antes de que surjan, en tierras brasileñas, liderazgos ciudadanos alternos legitimados por las urnas.
Para nuestra comentocracia, Brasil representa una suerte de Jauja o Utopía, ideal e inalcanzable. La reforma energética recién aprobada por el PRI y el PAN se ofrece a la opinión pública, pensando en el ejemplo ‘virtuoso’de la estatal Petrobras. Poco y mal, se han intentado replicar en el discurso y para justificar la privatización definitiva en ciernes, sus mejores prácticas. Pero no pueden negarse las abismales diferencias. El repudio al espionaje de NSA -y demás jerarquías del espionaje norteamericano- señalado por la actual presidenta Dilma Rousseff, enérgica queja que la orilló a cancelar una visita oficial de Estado a Washington (y proponer para 2014 esquemas nuevos de protección cibernética, privacidad y seguridad en datos que impidan la intervención ilimitada de redes estratégicas de Internet), ofrece marcados contrastes con la pasividad de las autoridades mexicanas cuyas comunicaciones internas fueron interceptadas desde cuando menos el sexenio pasado.
La aún temprana labor profesional de Victor Dragonetti revela una singular sensibilidad y compromiso.
Brasil muestra contrastes similares a los de México, pero avances indiscutibles de la izquierda en el gobierno. Favelas gigantescas y un sistema educativo severamente cuestionado. Arrastra un legado, no tan distante en el tiempo, de feroz represión militar y policiaca, de guerra sucia sin cuartel en contra de la ciudadanía.
Los transformaciones pregonadas aquí desde hace tres décadas (con demasiado estrépito y sin que acaben de cuajar) se saben incompletas también en el gigante de América del Sur. En México sencillamente no existe voluntad alguna para consumarlas como se debiera. Las sucesivas presidencias de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), Luiz Inácio Lula da Silva (2003-10) yRousseff (2011 a la fecha) tampoco terminan de atender las graves penurias que aquejan a millones de personas en su país. Las fotos de Drago y otros jóvenes artistas del lente son muestra palpable de una determinación incumplida.
Bastante tarea por emprender, tanto en suelo brasileño como en estas comarcas.
Aquí el portafolio o serie llamada Em Processo. Liga del ensayo fotográfico ‘Manifestación contra el aumento del pasaje de autobuses en Sao Paulo’. Su cuenta en Tumblr.
[Todas las imágenes fueron tomadas del portal de DOC, galería paulista]
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