En general, los analistas, incluso los más escépticos, creen que una paz negociada es posible, más allá de los inmensos obstáculos que hacen creer impensable ese escenario.
Una vez superado el impasse que se presentó el domingo, cuando ya sea por estrategia o por error las FARC entregaron mal las coordenadas, las liberaciones del mayor de la Policía Guillermo Solórzano y del cabo del Ejército Salín Antonio Sanmiguel llegaron a buen puerto. La pregunta que sigue es: ¿ahora qué viene?
Al término de las liberaciones, la exsenadora Piedad Córdoba dio cuenta de su interés en seguir trabajando para “encontrar caminos para la paz”. Dijo que Colombianos y colombianas por la paz se reunirán en Buenos Aires para “seguir empujando la posibilidad de que el presidente Santos avance en esta materia; porque el tema de las FARC en Colombia no es importante sólo para nosotros, sino para toda la región”.
En entrevista con Semana.com el analista del conflicto y director de la fundación Nuevo Arco Iris, León Valencia, dijo que “las FARC y el ELN enviarán mensajes a ese encuentro”. Esos mensajes, probablemente, se sumarán a los más recientes de la guerrilla que dan cuenta de un intento tímido de aproximación al Gobierno; una búsqueda de una negociación de paz entre líneas.
Tras las liberaciones el tema del conflicto y sus salidas vuelve a hacer parte de la agenda política. Un titular de Radio Nederland, previo a las liberaciones, decía: en Colombia “otra vez se habla de paz”.
De un lado están los entusiastas, que creen que ahora sí hay condiciones para una salida negociada. En otro, los escépticos que consideran que un diálogo entre las partes es de sordos, y en otro, quienes aducen que la salida es militar.
El Gobierno se la jugó por permitir que se dieran los gestos humanitarios, no sin reparos a lo que llamó un “show mediático”. También envió mensajes para calmar a sus críticos que pueden interpretar laxitud en sus actuaciones, y por momentos estuvo a punto de suspender las liberaciones.
Este jueves, desde Villa de Leyva (Boyacá), en donde se reúne esta semana la dirección del Partido Conservador, el presidente Juan Manuel Santos también tuvo que salirles al paso a las versiones de un sector de la opinión que cuestionó su actuación.
“Hay que tener mucho cuidado y yo por eso he dicho desde un principio: la llave de un posible diálogo no está en el fondo del mar, pero la puerta está cerrada y solamente se va a abrir bajo una serie de condiciones, condiciones que no se han cumplido”, dijo el mandatario.
También indicó que los militares saben dónde está alias ‘Alfonso Cano’ a quien, “le estamos respirando en la nuca”. Rápidamente, en una mala interpretación de sus declaraciones, en las redes sociales se difundió el mensaje de que Santos había cerrado la posibilidad de una negociación.
Minutos antes, el excandidato presidencial de esa colectividad Andrés Felipe Arias había dicho que “Chávez no es el nuevo mejor amigo”. Según él, el mandatario venezolano alberga en Venezuela a “los terroristas que amenazan al pueblo colombiano”.
Arias cuestionó al presidente sobre el rumor de que la guerrilla hubiera aprovechado el retraso en las liberaciones de los últimos dos uniformados para transportar a alias ‘Alfonso Cano’. Las inquietudes del exministro de Agricultura, quien recoge una visión que para muchos es calcada del expresidente Álvaro Uribe, sonaron a reclamo.
En su cuenta de Twitter, Uribe, horas antes, había hecho una pregunta capciosa: “¿Fuga de terrorista Cano, engaño de terroristas Farc?” Además, había agregado: “inquietante párrafo de Eduardo Mackenzie”, refiriéndose a una columna en la este aseguró que Córdoba llevó el helicóptero destinado a la liberación a un punto en la selva donde supuestamente se reunió con un “destacamento del Frente 21 de las Farc, es decir, de los guardianes de Alfonso Cano”. En otras palabras, las respuestas de Santos, este jueves, sonaron a explicación a preguntas del exmandatario.
Y es que la posibilidad de una negociación o de un acercamiento entre las FARC y el Gobierno sacude la marea política. El fantasma del Caguán, escenario donde fracasaron los diálogos en el pasado, ronda todavía. Además, durante muchos años el conflicto ha sido factor determinante de las actuaciones del Gobierno y de los giros de la opinión. Y la paz, una de las deudas pendientes, pues ni los acercamientos de los gobiernos con la guerrilla ni dos períodos de confrontación abierta la han conseguido.
La llave de una negociación está refundida. En la página de Anccol hay un artículo en el que se dice que “la solución política es el camino de la solución de los graves problemas del país… la solución política es posible”. ¿Será que a las FARC les urge encontrar la llave?
Lo que sigue
Una de las conclusiones a las que llegaron la mayoría de los analistas consultados por Semana.com es que el manejo político que le ha dado el Gobierno al tema de la eventual negociación ha sido prudente y audaz. Como tituló la subdirectora de RazónPública.com, María Victoria Duque, su más reciente análisis: “Entre la necesaria exigencia y la debida esperanza”.
El siguiente paso para que un acuerdo tenga lugar es que las FARC liberen a todos los secuestrados. El Gobierno ha sido claro. Este jueves Santos reiteró que una negociación requiere “comprobar que efectivamente sí hay una verdadera voluntad, que no nos van a volver a engañar”.
La liberación de todos los secuestrados no será fácil, pues el aprovechamiento mediático ha sido un factor disonante que enrarece el ambiente. Además, en el interregno, el conflicto sigue con la pérdida de vidas humanas y el juego político.
El representante de La U Miguel Gómez, quien se mostró optimista respecto a la posibilidad de que este Gobierno sea capaz de poner fin al conflicto, dijo: “Estoy convencido de que el Gobierno va a jugar cartas. Es notorio que estamos avanzando hacia un nuevo marco que podría terminar en una negociación”.
No obstante, advirtió que eso depende de varios factores, entre ellos “que el mensaje que envíe el Gobierno sea que no vamos nuevamente para un Caguán”, refiriéndose a las ventajas estratégicas que le dio el gobierno de Andrés Pastrana a esa guerrilla.
El balón parece estar en el terreno de las FARC. “Que los liberen a todos y pongan fin al secuestro abriría las puertas de una negociación”, dijo el analista Valencia. Llegado el caso de que las FARC no liberen a los secuestrados, la posibilidad de que se abra la puerta a una mesa de negociación seguirá sin existir.
“Las FARC todavía no han dado las garantías. Santos dijo enfáticamente que las puertas estaban cerradas. Aunque una puerta trasera, como la puesta en la mesa de la ley de víctimas y de restitución de tierras, podría aclimatar el escenario de una negociación, está claro que por ahora, la puerta, abierta no está”, dijo Marcela Prieto, directora del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga.
La agenda
El escenario de una eventual negociación ha sido delimitado por el propio Gobierno. Por un lado, ha puesto en la agenda política temas que son parte de las reivindicaciones de las FARC, como la devolución de las tierras que les fueron despojadas a los campesinos, y una ley de restitución de sus derechos. Por el otro, aunque no está derrotada militarmente, la mayoría de los analistas asegura que la guerrilla sí está débil.
Pero su mayor flaqueza es en el campo político. Su aislamiento, sus errores estratégicos, la relación de algunos de sus frentes con el narcotráfico y las violaciones al Derecho Internacional Humanitario le han merecido una opinión desfavorable en la mayoría.
Por estas razones, la agenda temática de una eventual negociación no depende tanto de las exigencias que hagan las FARC, sino de lo que pueda dar el Gobierno.
Las condiciones son claras: además de la liberación de todos los secuestrados, una condición es que no haya despeje. Las experiencias del pasado dejaron, en criterio de algunos analistas, esa lección. A esto se suma que una ley aprobada recientemente en el Congreso lo impide.
También es clave la discreción. “Aunque un eventual acuerdo deberá ser con transparencia, de cara al país, para que no haya suspicacias, se debe evitar que las FARC aprovechen un espacio de esos para darse vitrina mediática”, dijo Gómez.
Además, las FARC deberían comprometerse a aclarar cuál ha sido su participación en la cadena del narcotráfico y entregar información al respecto.
No obstante, es necesario que sobre la mesa estén temas “negociables”, pues de lo contrario no podría haber un acuerdo. Entre ellos, los analistas destacaron que ante una eventual negociación el Gobierno tendría que darles garantías de seguridad a los guerrilleros para su dejación de las armas.
En segundo lugar, en caso de que las FARC dejen las armas, no se puede soslayar las normas del derecho internacional humanitario para el juzgamiento de delitos de lesa humanidad. En otras palabras, no puede haber impunidad.
En ese sentido, la analista política Marcela Prieto dijo que otro punto de discusión “sería un marco legal de justicia transicional para el juzgamiento de los delitos cometidos por los guerrilleros”.
En la lista de peticiones también estaría la posibilidad de otorgar un espacio político de participación de la guerrilla, no un “gobierno compartido, como el que plantearon en el Caguán, sino las garantías para su reinserción a la vida política”, dijo Valencia.
Al respecto de políticas públicas, la guerrilla podría sumarse a los esfuerzos del Gobierno por sacar adelante una ley de reparación para las víctimas y “posiblemente la discusión del modelo de desarrollo agrario de algunas regiones. Pero no podría ser una imposición de una reforma de corte stalinista de los años 30”, agregó Gómez.
Para la politóloga María Teresa Ronderos, “Ni el modelo de país, ni de democracia, ni económico, ni de desarrollo está en discusión”.
Los obstáculos
El obstáculo más grande para una negociación es la falta de confianza. “Que la guerrilla incumpla”, dijo Prieto, quien considera que la negociación es posible, pero con condiciones.
En su criterio, otra amenaza es “el afán de protagonismo de ciertos personajes que aunque están en la legalidad, viven del disenso. Tanto de extrema derecha como de extrema izquierda”, dijo.
En ese mismo sentido, Valencia consideró que la opinión pública era uno de los obstáculos más prominentes en el que tanto las FARC como el Gobierno tienen que trabajar. “La opinión pública es muy sensible, eso se vio con las liberaciones. Hay sectores que son enemigos de un acuerdo”, dijo.
Las cartas que se juegue Santos (experto en póker, donde las cartas tapadas son tan importantes como las destapadas); las movidas de las FARC, más en el campo político y humanitario que en el militar, y un clima de opinión propicio podrían encontar la llave, después de 40 años de confrontación. Mientras tanto, hay que seguir entre eso, “la necesaria exigencia y la debida esperanza”.
Artículos Relacionados: