El Gobierno español decidió congelar su proyecto de crear un consulado en la Franja de Gaza, ante las protestas de Israel, que consideraba esta medida como una forma de legitimar a la organización terrorista Hamás.
Tras entrevistarse en Jerusalén con el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, el jefe de la diplomacia española, José Manuel García-Margallo, reconoció que la decisión de crear un consulado en Gaza no fue «demasiado acertada en el tiempo y probablemente resultó precipitada, por lo que mi Gobierno decidió congelarla».
La creación de una oficina en Gaza respondía a una antigua demanda del Consulado General de España en Jerusalén – que actúa como una embajada informal ante la Autoridad Palestina -, ya que las dificultades de comunicación con la franja y la falta de una persona de contacto sobre el terreno le impide atender a españoles que acuden allí y le obliga a recurrir a un servicio de mensajería cada vez que necesita tramitar un visado.
El canciller español que la decisión la tomaron los responsables consulares de su departamento sin medir sus implicaciones políticas y que él se enteró por las preguntas de la prensa, cuando ya se había publicado en el Boletín Oficial del Estado, el pasado 1 de abril.
La entrevista con Netanyahu estuvo jalonada por «acuerdos y desacuerdos», en palabras de Margallo. Este último cedió ante su interlocutor en la creación del consulado de Gaza, pero defendió otras dos decisiones que también irritaron a Israel: el voto a favor del reconocimiento del Estado palestino como observador no miembro de la ONU, y la exigencia, planteada por España y otros 12 países de la Unión Europea, de que los productos procedentes de los asentamientos israelíes en Cisjordania lleven una etiqueta que los identifique como tales; lo que permitirá a los consumidores boicotearlos.
El ministro – que se reunió también con el titular de Economía y Asuntos Religiosos, Naftalí Bennett – se mostró confiado en que las empresas españolas podrán participar en el proyecto estrella del Gobierno israelí en materia de infraestructuras para los próximos años: la línea de alta velocidad – AVE – entre el Mediterráneo y el Mar Rojo. Empresas españolas compiten con francesas, alemanas y chinas para llevarse este contrato de 2.100 millones de dólares, sin perder de vista otras obras como el metro de Tel Aviv.
España busca, además, asegurarse el aprovisionamiento a largo plazo de gas a partir de los yacimientos que Israel está empezando a explotar frente a su costa, ante la incertidumbre que plantea la prórroga de los contratos hasta ahora vigentes con Qatar, el cierre del suministro procedente de Egipto y la ya excesiva dependencia de Argelia.
En su audiencia con el presidente israelí, Shimón Peres, Margallo le dioj que cree que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, «tiene voluntad de negociar» y le transmitió el mensaje que éste le dio cuando ambos se reunieron el pasado sábado en Jordania.
«El presidente Abbás espera ver algún gesto sobre los presos palestinos y los asentamientos para generar un clima de confianza que permita desbloquear la negociación. En concreto, Abbás quiere que usted ejerza su derecho de gracia y libere a los presos más veteranos» comunicó Margallo a Peres, que tomó nota pero dejó claro que Israel lo subordina todo a tres objetivos: «seguridad, seguridad y seguridad».
Tal como hizo en la Autoridad Palestina y Jordania, Margallo se ofreció como mediador a Peres. «Puede usted contar con España para lo que sea que pueda hacer para ayudar a traer la paz». Y para dar mayor solemnidad al ofrecimiento subrayó que lo hace de parte del Rey y del presidente del Gobierno español.
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