Los rehenes israelíes liberados Maya e Itai Regev se reunieron con una delegación de embajadores de las Naciones Unidas para contarles su experiencia en el cautiverio de la organización terrorista palestina Hamas en la Franja de Gaza.
Maya les dijo a los embajadores que los terroristas habían amenazado con dispararle si las FDI intentaban rescatarla.
«El terrorista que me vigilaba me decía todos los días que si las FDI venían a salvarme, me dispararía inmediatamente y no moriría solo», dijo.
Los hermanos Regev fueron liberados durante la tregua de una semana entre Israel y Hamás a finales de noviembre, aunque con varios días de diferencia.
Maya también les dijo a los embajadores de la ONU: «Los terroristas me rasgaron la ropa».
El lunes, Amit Soussana, quien pasó 55 días cautiva de Hamás, dijo que cada segundo de ese tiempo le pareció una eternidad y que teme por la resistencia de los más de 100 rehenes restantes secuestrados el 7 de octubre.
Al regresar a las ruinas del kibutz Kfar Aza, su antiguo hogar, donde fue capturada por terroristas de Hamás durante su letal matanza en el sur de Israel, Soussana estuvo haciendo campaña en apoyo de los rehenes junto con algunos de sus familiares.
“Estuve bajo un terror físico y emocional durante los 55 días que estuve en cautiverio, sintiendo que cada momento podía ser el último. Cada segundo parecía una eternidad”, dijo Soussana, de 40 años, vistiendo una remera con el lema “Tráiganlos a casa ahora”.
Dijo que es difícil imaginar cómo deben sentirse quienes aún están detenidos en Gaza después de 115 días de terrible experiencia, sin un final a la vista.
“Espero que los rehenes que quedan allí puedan mantener viva su fe y mantenerse fuertes. Pero ni siquiera las almas más duras pueden aguantar tanto tiempo”, afirmó.
«Me llevaron a pie desde el kibutz hasta Gaza», dijo. «El secuestro fue muy violento. Seguí resistiendo hasta que finalmente me ataron de pies y manos y me arrastraron por el suelo. Les tomó más de una hora llevarme. Me golpearon brutalmente. Toda mi cara y cuerpo estaban magullados e hinchados».
Soussana también contó las duras condiciones en el túnel donde estuvo detenida: «Fuimos retenidos en condiciones tan inhumanas. Ninguna persona debería ser sometida a un trato tan cruel y despiadado. Ser prisionero de Hamás significa tener miedo de sonreír a cada minuto y momento. Cuando sos prisionero de Hamas, todo es tan frágil. Estás todo el tiempo al límite. Las cosas pueden ir muy mal en cualquier segundo. No tenés permitido hablar, no podés llorar, ni incluso consolarse mutuamente cuando los tiempos son realmente malos».
Soussana dijo que durante su estancia en Gaza fue trasladada de un lugar a otro, siempre bajo la vigilancia de terroristas armados de Hamás. Le daban poco de comer y la vigilaban hasta cuando iba al baño. Uno de los lugares donde la retuvieron fue un túnel oscuro y húmedo, a 40 metros bajo tierra, donde era difícil respirar. «Estar allí era como estar enterrada viva», dijo.
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