El efecto de amén

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La autora del libro The Amen Effect, Sharon Brous, nació el 30 de noviembre de 1973, curiosa y ansiosa de saber estudiaría derechos humanos  en la Universidad Columbia; viajo a Israel, subió a Jerusalén y empezó a hacerse preguntas que la llevarían a estudiar formalmente el judaísmo, al cabo termino la maestría en la Universidad y fue  ordenada rabina.

En 2004 fundo’ con unos amigos Ikar-esencia-, un laboratorio de la practica judía, el grupo creció rápidamente y  levantaron  una sinagoga, Ikar, en Los Ángeles, EE. UU. Con Sharon Brous como rabina.

En 2013 bendijo al presidente Obama y al vicepresidente Biden en el Inaugural National Prayer Service. .


Forma parte de la facultad del Instituto Hartman, del Seminario Teológico de Aubern, colabora en el International Council of the Israel Fund  y es consejera rabínica en el American Jewish World Service.

Es conocida y apreciada como sobresaliente en los Estados Unidos.

Escribió  The Amen Effect con el material de sus sermones; el sermón, o  capitulo,  que resumimos, guardando su estilo íntimo, personal, le dio’ “dos lecciones que cambiaron su vida”. En él recuerda una práctica de la Mishna, Midot 2:2, escrita en el siglo III de nuestra era que refleja un conocimiento profundo de la psique y el espíritu humanos: “Cuando tu corazón se destroza,  cuando un ser querido ha muerto, cuando te sientes perdido, solo, en medio de un océano de sufrimiento, de incapacidad, como ocurre en nuestros tiempos, te sientes inclinado a aislarte. Exponte, confía tu dolor a la comunidad.

El texto describe una peregrinación ritual en tiempos del Segundo Templo en la que los judíos ascendían a Jerusalén, el centro  religioso y político de su vida. subían los escalones del Monte del Templo y en la amplia plaza daban vueltas  hacia la derecha en un círculo mientras los sufrientes, quienes estaban de luto (la autora agrega los enfermos y los solitarios) hacían la mima caminata en sentido contrario, a la izquierda.

Cada persona que encontraba a alguien sumido en el sufrimiento lo miraba a los ojos y le preguntaba:
“que te paso? Por qué te duele el corazón?”

“murió mi padre” podría ser la respuesta, “hay tantas cosas que nunca le dije.” O tal vez: ”mi compañero me dejo” O: “mi hijo está enfermo, esperamos los resultados de las pruebas.”

Los que caminaban por la derecha ofrecerían una bendición: “que el Santo Uno te conforte.” Le dirían. “no estás solo”. Y seguirían caminando hasta el siguiente encuentro.

Esta sabiduría eterna habla de lo que significa ser humano en un mundo de dolor. Le dirás, este ano caminas el sendero de los angustiados, tal vez el próximo ano seré yo. Sostengo tu corazón destrozado sabiendo que un día tu sostendrás el mío.

Dirigirse a una persona en su momento de profunda angustia es una expresión de amor y responsabilidad sagrada al decir: ‘’tu sufrimiento puede asustarme, conmoverme, pero no te abandonare. Enfrentare tu pena con amor implacable.’’

Podemos envolvernos unos a otros en un círculo de cuidado. Podemos prometernos humildemente, recíprocamente: no puedo quitarte tu dolor, pero te puedo prometer que no tienes que vivirlo solo.

También significa asistir a la boda, a la cena de cumpleaños, estar allí en su momento de fuerza.

El texto citado guarda otra lección, nuestras comunidades nos puedan dar ánimos, ordenar nuestras vidas, pero también puede ser desviadoras, mientras más nos identificamos con nuestra tribu es posible ignorar  y hasta ser hostiles con quienes están fuera de ella.

Una de las grandes pérdidas del tribalismo es la curiosidad, cuando la hemos perdido y no tratamos de imaginar o entender  lo que otra persona está sintiendo o pensando, o el origen de su dolor, nuestros corazones empiezan a encogerse, nos volvemos menos compasivos y más encerrados en nuestra visión del mundo. Un trauma aumenta esta tendencia. Luego, falta una lección,

Esta es la segunda lección de ese texto antiguo: hay otro peregrino  que va por la izquierda: la persona sentenciada al ostracismo, un castigo  que se aplicaba a quienes se creía habían causado daño serio a la estructura social de la comunidad, esencialmente eran excomunicados, tenían que distanciarse de sus colegas y personas queridas y les estaba prohibida toda interacción social.

Increíble, maravillosamente,  también entraban al espacio sagrado y también les preguntaban: dime, “ que te paso” y también los bendecían.

Esto corta la respiración: los rabinos antiguos nos piden imaginar una sociedad en la que ninguna persona puede ser descontada. Todos deben ser vistos en su humanidad y atendidos con curiosidad, amor y cuidados.

En nuestros tiempos necesitamos urgentemente una reestructuración.  Imaginen una sociedad en la que aprendemos a vernos unos a otros en nuestro dolor, imaginen que escuchamos la historia del otro, decir Amén al dolor propio y al dolor del otro y aun rezar por el bienestar del otro, esto es lo que llamo el Efecto de Amén: encuentros sinceros, de amor que nos ayudan a crear un espíritu nuevo y una senda nueva recordándonos  que nuestras vidas y nuestros destinos  están entrelazados. Porque, finalmente, solo si encontramos nuestro camino de uno  hacia el otro  empezaremos a recuperarnos.

Estar presente el uno para el otro en momentos de alegría o dolor, encontrar una relación de propósito común. La presencia humana se encuentra en la palabra Amen que afirma la plenitud  de la existencia del otro por la demostración en cuerpo y palabras: “te veo, no estás solo.”

Basada en la sabiduría antigua, clásica del judaísmo, Sharon Brous nos presenta  ideas fundamentales  de practica simple que cambiaron su vida,   ofrece una guía para una vida con mayor significado y un mundo más humano y generoso.

Acerca de Alicia Korenbrot

Nació en la Ciudad de México, terminó sus estudios de Filosofía en la UNAM, es Escritora y traductora. Actualemente reside en Israel.

2 comentarios en «El efecto de amén»
    • Sr. Anónimo del comentario a rabina está atorado en la discriminación antigua de las mujeres, debería buscar en Google la traducción al español de rabbi y corregir su ignorancia.

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