El pecado y el pecador. Purim y reflexión.

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¡No haya más pecados sobre la tierra y se acaben los inicuos! (que estos últimos se transformen en virtuosos) (Y entonces)
mi alma bendecirá a Hashem. Alaben a Hashem.
Salmo 104-35.

El anhelo final.

Si bien ingresamos en el terreno de las definiciones, iniciamos explicando que pecado es todo pensamiento, palabra, o acción que en determinada religión va contra la voluntad de D’os o los preceptos de dicha religión. De tal forma que el pecado constituye la acción, mientras que el pecador es el sujeto que lo ejecuta. Por otro lado, con la ayuda de Wikipedia se define la maldad como la inclinación a hacer el mal. Entonces, hablamos de comportamientos humanos que se consideran perjudiciales, destructivos, e inmorales, y son la fuente de sufrimiento moral o físico. Obvio que malvado es un adjetivo y alude al sujeto
que obra con maldad. Y cuando hablamos de perverso, nos referimos a la persona que obra con mucha maldad, y lo hace conscientemente y disfruta de ello. También algunos fundaron una diferencia entre malvado y pecador, siendo que el primero realiza el mal, pero rechaza convertirse o arrepentirse.
Para concluir este primer bloque, el Talmud nos enseña que, si bien la Torá nos pide odiar la maldad, nos prohíbe odiar a la persona.
Para concluir, el modelo es Bruriah, la sabia mujer hija de Rabí Hananian Ben Teradión, y esposa del famoso Tanna o sabio de la Mishná (ley oral) Rabí Meir(Israel siglo II DC), quién corrige a su esposo cuando oraba por la muerte de un vecino molesto, al indicarle que D’os ordena odiar la acción, pero no a la persona.


¿Odiar o no odiar?

Nuevamente el Salmista sentencia: “Odio a los que Te odian (es decir, odio a los que, con sus malos actos provocan que la gente rechace tus mandamientos) Y me levanto contra los que se levantan contra Ti. Los aborrezco con el máximo odio , y los considero enemigos míos”. Salmo 139-21-22. Y lo aparente deja espacio para la exégesis que interpreta rechazando los vicios que impregnan a los transgresores, pero, por otro lado, diferenciarlo de la esencia de la persona que tiene que ver con un conjunto de características o rasgos que permiten distinguirlas de otras en el conjunto. Sería algo así como si la esencia fuera el núcleo de la persona o cosa y el vicio la cáscara o una capa envolvente.

El remedio. Torá y Purim.

Sea caer en el pecado por tentación (ser superado por debilidad de carácter por el ietzer Hará o el mal instinto), o haber nacido o desarrollado esa mala tendencia a hacer el mal a nuestros semejantes, existe un remedio o un antídoto que ha probado ser eficaz. Y claro nos referimos a la Torá (que es luz), ya que el mandamiento o máxima “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, se constituye en una vitrina o cartel luminoso que por diversos caminos nos recuerda cual es la verdadera voluntad del Todopoderoso.

Purim y final.

La fórmula de la Torá es ejercitar el opuesto a la maldad. Es decir, practicar la bondad. Esforzarnos y forzarnos a dar y pensar en el otro, y Purim es una buena época para esta gimnasia. Dar la mitad de un shekel (la mitad de una moneda) o su equivalente en dinero en nuestro presente, nos muestra que sin el otro solo somos una mitad. Sea con el prójimo o con D’os. Alegrarnos, nos ayuda a tener una mejor predisposición hacia la vida y nuestros semejantes, y no podía faltar enviar presentes a nuestros hermanos y regalos a los pobres.
El enganche es que el malvado Amán piensa y actúa para mal y esto lo intoxica completamente. Por otro lado, la Ley judía impele a todo iehudí a actuar para bien. Dos polos completamente opuestos y sin posibilidad de conciliación o coexistencia.
Solo nos alejamos del pecado acostumbrándonos a ir en sentido opuesto. Para finalizar, escapar en positivo, Y entonces, puedo cerrar el círculo con el Salmo 1 que nos enseña: “Dichoso el hombre que no fue por el consejo de los malvados, ni se detuvo en el camino de los transgresores, y en la reunión de los burladores no se sentó. Pues y en su Torá medita día y noche. la Torá de Hashem es su delicia. Y será como un árbol bien enraizado, a orillas de corrientes de agua, que da fruto en la estación debida y su follaje no se marchita. Y todo lo que emprenda prosperará”.
Para concluir, D’os creó al mal instinto(probador-examinador) que persigue al ser humano hasta su muerte, ya la par otorgo la Torá que es su ley sabia, para balancear y ayudar o asistir a la persona a no caer en el pecado y evitar hacer el mal. Por este camino, el hombre se supera, y debe continuar esforzándose ya que nuevas pruebas tendrán que afrontar a lo largo de la existencia. Vivimos un mundo cuya realidad oculta la verdad. O como dijo el autor del Principito Antoine de Saint Exupéry (aviador y escritor francés 1900-1944) caído en la Segunda Guerra Mundial: “lo esencial es invisible a los ojos”.
Dr. Natalio Daitch

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